lunes, 1 de septiembre de 2008

Cosas de reinas

EL MOTOR CRÍTICO

por Jorge Carrión para ABC

Raúl Antelo
Crítica acéfala
Editora Grumo
Buenos Aires, 2008
274 págs.

Juan Pablo Dabove y Natalia Brizuela (Eds.)
Y todo el resto es literatura. Ensayos sobre Osvaldo Lamborghini
Interzona
Buenos Aires, 2008
288 págs.

En Maria con Marcel. Duchamp en los trópicos (2006), Raúl Antelo (Buenos Aires, 1950) marcó un hito en su trayectoria como crítico cultural. La relación personal entre la artista brasileña Maria Martins y el artista francés Marcel Duchamp le servía para explorar la modernidad (periférica) latinoamericana, su relación con la vanguardia, con un hilo conductor duchampiano que unía a Borges, Supervielle, Léger o Bataille. Es decir, las artes plásticas con la literatura y la filosofía; América con Europa. Con un estilo queridamente complejo, Antelo narraba y analizaba fenómenos que son los de la vida cotidiana y real, donde las disciplinas y las relaciones personales diversas se entrelazan en ámbitos privados y públicos, eróticos e institucionales.
Después de afirmarse que “el crítico ocupa un intersticio de ficción y teoría”, su nuevo libro –la compilación de artículos Crítica acéfala– se abre con una pregunta: “¿Qué quiere decir lo argentino-brasileño?”. Partiendo de la noción de modernidad como una secuencia de discontinuidades, los ensayos abordan fragmentos de un posible discurso de la argentino-brasileñidad. Este, obviamente, no se entiende sin el puente con Europa. Particularmente con Francia: Caillois (y su papel en la revista Sur de Victoria Ocampo), Bataille (y su lectura de América), o la posibilidad de pensar desde Lacan o Derrida algunos capítulos de la historia cultural latinoamericana. Pero en el libro, sobre todo, se explora lo que Antelo llama la “producción de prácticas culturales subalternas en el imaginario teórico de una contramodernidad”, con ejemplos que van de la traducción de Borges al portugués a la relación entre Francisco Ayala y el austriaco Otto Maria Carpeaux en Rio de Janeiro, pasando por Machado de Assis, Clarice Lispector, la comunidad de expatriados que regentó la gestora cultural Ocampo o los paralelismos posibles entre el Facundo de Sarmiento y Os sertões...
El método anteliano es deliberadamente confuso en su expresión, a veces casi derridiano. La sintaxis se sobresatura de referentes filosóficos y de conceptos, eludiendo la pedagogía. El motivo está expresado en la propia obra: “si adoptamos un punto de vista deliberadamente híbrido, paranoico-crítico, somos obligados a impugnar todo reduccionismo sociohistórico, cuyo objetivo es subrayar las condiciones efectivas de producción, en detrimento de sus efectos diferidos, usos y apropiaciones a que todo concepto está destinado”. Rehuyendo la filología clásica, que se cultivaba en la academia argentina cuando Antelo era alumno, el crítico ha forjado sus propias coordenadas hermenéuticas, desde su posición extra-territorial y bilingüe, como profesor de la Universidad de Santa Caterina, en Florianópolis.
No es casual, obviamente, que en la contraportada del libro encontremos sendos textos de Reinaldo Laddaga y de Gonzalo Aguilar; tampoco lo es que la presentación en Buenos Aires corriera a cargo de Daniel Link. Se trata de la generación de críticos que, paulatinamente, está ocupando la posición de prestigio de Noé Jitrik, Sylvia Molloy, Josefina Ludmer o Beatriz Sarlo. En ese sentido intergeneracional hay que entender la nómina de investigadores que ha participado en el volumen Y todo el resto es literatura, sobre Osvaldo Lamborghini: Graciela Montaldo, Julio Premat, el mencionado Laddaga, entre otros. Aunque los textos sean de calidad desigual, como ocurre siempre en estos casos, me parece que es interesante observar la concomitancia posible con el proyecto de Antelo. Su común voluntad de reconsiderar la literatura argentina desde perspectivas inéditas. Si Ricardo Piglia culminó en los setenta y ochenta la recuperación de Arlt como figura central del canon argentino, en oposición a Borges, y más tarde posicionó a Saer como el más importante de sus contemporáneos, César Aira ha lograd hacer lo propio con Lamborghini. Según parece, existe una voluntad por parte de cierta crítica de mediana edad de apoyar esa intervención; precisamente porque se trata de una obra poco explorada por la generación anterior. Tras ellas, autores más jóvenes apuestan por otros nombres, como Copi (Patricio Pron) o Antonio Di Benedetto (Jimena Néspolo). Siempre a caballo entre el arte y la geopolítica, los lectores profesionales argentinos continúan siendo el motor teórico más importante de nuestra lengua.


4 comentarios:

Victor da Rosa dijo...

Acho tão clara a escrita do Raúl. Não sei porque todo mundo diz que é hermética e complicada. Realmente não entendo.

Linkillo: cosas mías dijo...

No se lo digas, Victor, no se lo digas... Si llega a enterarse de que para alguien es clara su escrita, ¿quién nos salvará en el futuro?

Emma Funes dijo...

Adhiero, si de verdad cree que es clara, no nos salva nadie.

Victor da Rosa dijo...

Bem, Daniel, isto já não sei, :D