El escritor presentará en Córdoba su nuevo libro, La mafia rusa, y dará una charla sobre "La literatura después del blog".
"Me gusta pensar mis libros como ‘novelas rotas’ o ensayos espiralados", dice Daniel Link, y cualquier lector de su obra admitiría ese comentario. Desde La chancha con cadenas, el escritor viene postulando la mixtura de formatos en un registro fresco que no reniega de la profundidad. En esos primeros ensayos ya exhibía la vocación de distender el lenguaje de la crítica y de experimentar la escritura como una plataforma que permite conectar cosas diversas. Quizás por eso a su escritura puede calificársela como "moderna" y a él como un "intelectual pop": alguien atento a las innovaciones y oscilaciones de su época pero consciente de que para poder "barrer" el presente es necesario tener a mano "la caja de herramientas" de la modernidad.
Link se presenta esta semana en la Feria del Libro. Mañana dará una charla titulada "La literatura después del blog", y el sábado presentará el libro que acaba de publicar, La mafia rusa (Emecé).
Los textos de su nuevo libro tienen en común cierta elaboración en torno a lo autobiográfico, pero siempre que entendamos que "lo que se llama ‘yo’ es la palabra más débil del lenguaje", advierte Link.
Son dos los polos que dan forma a los relatos de La mafia rusa. Por un lado, las experiencias, ya lejanas, de la pobreza que el autor habría vivido en su infancia, y, por el otro, las más actuales del catedrático y escritor que se presenta en diferentes versiones, como las del migrante o el perezoso.
Los relatos "El amor fraterno (o ¿Acaso no sueñan los androides con historias ajenas?)" y "Yo fui pobre" son dos entradas posibles a ese contraste. En uno, tenemos al profesional que se ganó el derecho de levantarse a cualquier hora y que le asigna a su trabajo un valor marcado por una aristocrática e irónica distancia. Mientras que en el otro está el recuerdo del niño al que la experiencia de la lectura lo alejaba del mundo mientras que la de la escritura lo devolvía al mismo, y que supo que debería sobrevivirse explotando alguna característica tolerable para los demás.
¿Pero hasta dónde es posible establecer correspondencias e identificaciones entre los narradores de estas historias y Daniel Link? Quizás el autor esté en todos lados y en ninguno, y que al mismo tiempo pueda y no pueda reconocerse en cada cosa que escribe. "Siempre se trata de lo mismo: a lo real, hay que imaginárselo", dice. Tal vez esa afirmación sea la respuesta a la hipótesis esbozada.
El umbral
–¿Cuál es el hilo conductor más íntimo de estos relatos?
–Vengo pensando hace años en la relación entre lo real y lo imaginario, que también podría pensarse como la relación entre el realismo y lo experimental, o entre la memoria y el olvido. En ese sentido, uno siempre está escribiendo un solo libro y va probando líneas, abre puertas y ventanas. Creo que La mafia rusa y Montserrat comparten ese umbral entre lo real y lo imaginario porque nunca se sabe bien qué es qué, ni de qué lado se coloca el que está contando.
"Parto de lo nimio, lo cotidiano, para encontrar allí una potencia de irrealidad, una manera de negar el mundo tal cual es", dice. Y se pregunta: "¿y si todo fuera, en efecto, de otro modo? ¿Mi vida pasada será lo que se lee en La mafia rusa? ¿Mi presente es lo que se deja leer en Montserrat o en algunas páginas de este último libro, donde la realidad incluye mafias rusas, extraterrestres y niños moribundos?". Y se responde inmediatamente: "No lo sé. O, mejor dicho, no quiero saberlo. Hay un momento en que lo testimonial se rinde ante la ética y eso es lo único que me importa de la literatura".
–¿Qué disposición implica cada uno de los géneros y en cuál te sentís más cómodo?
–Escribo sin demasiada conciencia sobre el destino de lo que estoy haciendo. Escribo en la ignorancia de lo que vendrá, pero creo en el futuro. Algunos fragmentos de La mafia rusa se desprendieron de novelas previas y quedaron como destellos separados. Otros reaparecerán en libros en los que estoy trabajando. Es seguro que mi próximo libro de ensayos, Fantasmas, va a comenzar con "La vida futura", que cierra La mafia rusa. Otros fragmentos se atrajeron entre sí para componer un fogonazo de memoria más o menos falsa. Trato de incorporar lo ensayístico en la ficción y lo narrativo en mis ensayos y mi producción crítica. Cada género plantea desafíos, tensiones. En general, me gusta pensar mis libros como ‘novelas rotas’ o ensayos espiralados. Y siempre se trata de lo mismo: a lo real, hay que imaginárselo.
El "yo" como monstruo
Hace poco comenzó a plantearse la hipótesis de un "giro autobiográfico" en la literatura argentina y algunos escritores y críticos señalan que una parte de la obra de Link entraría en esa categoría. Ante la pregunta de si considera estimulante esta categoría para pensar algunos de sus libros, dice: "Sí, seguramente. Pero con la condición de que se entienda que juego con la autobiografía (sólo mi mamá puede saber cuánto hay de verdad en lo que cuento y cuánto no)".
"No soy yo exactamente el que escribe, y cuando escribo ‘yo’ no presupongo la existencia de ese sujeto más o menos raro (pero, ¿quién no es raro, quién no participa de la rareza del mundo?) –argumenta Link–. Soy un testigo, sí, ¿pero de qué?".
Asegura que no le gusta pensar la literatura "en términos de límites", sino "en términos de umbrales, de disolución de los límites, de pasajes". Y admite que "lo que se llama ‘yo’ es la palabra más débil del lenguaje" y, como tal, "se deja arrastrar por los vientos de la historia mucho más que cualquier otra". "‘Yo’ es el reflejo en un espejo que deforma, y en esas deformaciones o informes me reconozco monstruo, y reconozco a los otros como monstruos", afirma. Y agrega: "Nadie está a salvo de la novela familiar del neurótico, que en La mafia rusa aparece invertida".
El "blog" y la experimentación
Los blogs llegaron para quedarse y su permanencia está modificando, al menos en algunas zonas, los hábitos de lectura y escritura. Daniel Link administra desde 2003 el blog linkillo (www.linkillo.blogspot.com), que presenta una variedad de secciones y donde pueden leerse sus propios textos y los de otros escritores y periodistas.
–¿Qué usos del "blog" considerás más interesantes?
–La experimentación con regímenes de verdad, con los pactos de lectura. La prosa breve, la posibilidad de publicación automática, la deriva permanente de una cosa a la otra, las totalizaciones heridas de muerte, la persecución imposible de la verdad, la novela por entregas. No sé. Hay que investigarlo todo, hay que atravesar todos los umbrales.
–¿La escritura en "blogs" modificará la escritura literaria y desplazará los espacios de reconocimiento y consagración?
–Por ahora el libro sigue siendo el horizonte de la literatura. Naturalmente, habrá modificaciones. Y está bien que así sea. La imprenta, se dice, posibilitó la novela. Las nuevas formas asociadas con las nuevas tecnologías de publicación comenzarán a aparecernos cada vez con más evidencia (¡hasta Beatriz Sarlo abrió un blog!). Por ahora, todo es muy confuso. No, confuso no: magmático, errático. Eso es precisamente lo más estimulante: hacer algo cuyo resultado se desconoce, una experiencia de verdad.
2 comentarios:
Señor Link,
¿Sería usted tan amable de informar la dirección del blog de la señora Beatriz Sarlo?
Desde ya, muchas gracias.
Ano Nimo
y???? cuál es el blog de sarlo. o es secreto?
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