sábado, 31 de marzo de 2012

El ataque ochentoso

Por Daniel Link para Perfil


Ya he señalado mis reparos a losregímenes de promoción industrial, tal y como se instrumentan en nuestro país. Son, creo, pan para hoy y hambre para mañana.
Agrego algunos datos históricos para situar esa herramienta económica y demográfica en perspectiva.
El gobierno del General Lanusse sancionó el 16 de mayo de 1972 la Ley 19.640 (reglamentada por el Decreto 9208/72) que estableció el régimen de promoción industrial para el entonces Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud. Pocas semanas después (el 25 de agosto de 1972), vencía el plazo que el gobierno militar había establecido para que el Gral. Perón volviera al país, supuesto que quisiera ser candidanto a presidente en las elecciones “sin proscripciones” convocadas para el año siguiente. Llegaron, después, los pocos días de la presidencia del Sr. Cámpora, la del Sr. Lastiri, la tristemente célebre fórmula Perón-Perón, el golpe de 1976 (una herida todavía abierta), lo que se sabe.
Entre 1980 y 1990, Río Grande registró un notable desarrollo demográfico y económico, gracias a la fundación del “polo de desarrollo industrial” y las migraciones generadas por la demanda de mano de obra para las líneas de ensamblaje industrial.
El peronismo de la década del noventa acabó con esa ilusión de desarrollo al liberar la importación de los mismos bienes (pero de mejor calidad) que se fabricaban en Tierra del Fuego. En todo caso, todo el mundo recuerda las marcas de la década del ochenta, que hoy vuelven para designar, si no el mismo producto, el mismo efecto de producción.
El señor Eduardo Duhalde, entonces en ejercicio de la presidencia, firmó el 17 de marzo de 2003 el decreto 490 que ofrecía exenciones en el IVA y el impuesto a las ganancias y cedía terrenos públicos tanto a las semiparalizadas fábricas de televisores, videocaseteras y autoestéreos como a las de computadoras, monitores, teléfonos celulares y otros productos de la “era digital”.
La promoción industrial en Tierra del Fuego (ideada por Lanusse-Duhalde), en la perspectiva de la gobernadora Fabiana Ríos, hermana a Río Grande y Manaos (salvo por el pequeño detalle de que la ciudad amazónica cuenta con régimen de zona franca).
Nadie duda de que Tierra del Fuego necesita de una política económica y demográfica que asegure su desarrollo industrial (más allá de la extracción de recursos, el Caucho en Manaos o el petróleo en Río Grande), pero tal vez convenga idear soluciones más imaginativas (no tan repetidas) y menos contingentes.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Linkillo amigo, oh, oh,
Interesante reflexión que su verba propone,
No sin su habituado lirismo anti-
K.

Pero déjeme decirle, oh, oh, mi amigo
Usted debe concentrar su verbal esfuerzo y su
Tiempo en los asuntos que mejor y más
Intensamente ha estado
Tratando;
Oh, oH. No, la Historia, no. ¿Economía? No.

Julia dijo...

Estoy tan podrida de los que como el anónimo de las 11:48 que dicen que no, que algo no se dice pero jamás dan un porqué que responda al argumento!
Mientras escribo esto se me queman las tostadas que puse en mi nueva tostadora eléctrica marca ATMA y no porque yo las haya dejado de más, sino porque está tan mal hecha que no funciona lo que hace que regule el calor y el tiempo de tostado (que para eso sirven las tostadoras eléctricas, ¿no?). Ya la cambiamos y la nueva tiene el mismo problema. ¿Queja pequeño burguesa? Puede ser, pero ¿no es acaso un ejemplo patente de los pésimos resultados de las políticas de protección a la industria nacional mal aplicadas? ¡Ni una tostadora se preocupan por hacer bien! No quiero pensar qué va a pasar cuando termine de morir mi heladera. Ya estuve viendo que las únicas que se encuentran, y a un precio de mercado internacional (porque ni siquiera es que sean más baratas) son de una calidad tan vergonzosa como poco auspiciosa.
Quizás Anónimo, nunca sabremos si es el mismo porque ni podremos identificarlo por un nickname, puede concentrar su verbal esfuerzo en explicarme cómo salir de este atolladero perfectamente práctico y nada filosófico.

Anónimo dijo...

Miami Beach
April 1st

Así no se puede, che. ¡Ni las tostadas nos dejan! Nos profanan las tostadas... Es Moreno, que quiere desplazarse hecho signo hasta la superficie del pan.
Primero vinieron por las tostadas pero no dije nada porque yo no soy tostada.
¿Qué vendrá después? ¿Ropa mal lavada o, peor, desteñida? ¿Autos sin puertas? Liberen ya las importaciones, mi corazón ansía volver a gemir ¡deme dos!

Anónimo dijo...

¡Qué gran aporte!... Me hace acordar al colorado de Casa Tía (ya no me acuerdo el nombre) diciendo por las propaladoras "yo tengo un plan", pero sin decir cuál es. No encuentro mucha diferencia con el pensamiento del porteño (vividor del puerto) promedio, más que en cierto fileteado símil posmo con pretensiones y resguardos de literato (Link siempre deja una puerta por dónde escapar).
También el pan para hoy de los porteños (vividores del puerto) es hambre para hoy y para mañana de mucha gente... Déjense de joder. Si son tan brillantes, propongan otros proyectos sustentables de industrialización en Argentina. Esto es sólo quejarse.
Les propongo algo, comparemos nuestro presente con el brasileño. Ellos tienen 198 millones de personas y nosotros 50 millones. La demanda de productos es mucho mayor (y la mano de obra más barata), por el Mercosur tienen posibilidades de abastecer también a Argentina, entre otros países. ¿por qué razón las empresas extranjeras invertirían acá y no allá? Hasta en estas pelotudeces se puede advertir que es difícil un proyecto competitivo (que no implique además empeorar las condiciones laborales para "atraer") de industrialización en Argentina
Viajen como Ricky Fort a Miami y comprense allá las tostadoras, o mejor, quédense en Miami... Allá se consigue de todo auspiciado por la industria petrolera y militar.
Saludos

Julia dijo...

¡Ay qué lindos, cómo saben todos estos anónimos de economía (en especial de producción industrial)!
¿Quieren otros proyectos? Perfecto que se resguarde la industria nacional pero asegurando que el producto vendido haga lo que dice que hace. Mínimo control de calidad se llama eso.
¿Alguien se puede sentir orgulloso al ver las góndolas llenas de vergonzosos productos Top House a precio de oro?
No sé si saben, pero con discursos idealistas solamente no se hace crecer la industria, queridos anónimos.