Ante mi reproche, una amiga que organizaba un evento para ayer, en coincidencia con la 27° Marcha del Orgullo GLTB"GG", me contestó: "Me dijeron que el año pasado no estuvo bien". Le contesté que la Marcha nunca está precisamente "bien", como no lo está la democracia, sin que eso signifique que tengamos a mano otra posibilidad de imaginar comunidades (más o menos imposibles).
Ayer fue la Marcha, que funciona como una gigantesca disco longitudinal: cada camión es una pista. Hay para todos los gustos. Me invitaron a formar parte del camión de SOY (suplemento de Página/12), en su primera aparición pública. Musicalizaban Fernanda Laguna y DJ Pareja. Desde arriba repartíamos suplementos y abajo bailaban los amigos. En la parte de atrás, Fernando Noy con banda presidencial que decía "SOY NOY", saludaba a los que acompañaban la marcha, y de paso dejaba claro algo que unos chicos (dos) educados en los vericuetos de la filosofía derrideana pregonaban a diestra y siniestra. "Ser es diferir". Roberto Jacoby, que también se subió al camión, dijo que quería sacar una revista que se llamara Estoy. Ojalá la haga.
Las deliciosas chicas de Brandon habían hecho lo imposible por colocar su propio camión performático detrás del de SOY, y al principio lo habían conseguido, pero después fueron desplazadas por el móvil insufrible de la agrupación "Putos peronistas", que a algunos hace gracia, pero hay que aguantar esa marcha horrísona como único aporte auditivo para darse cuenta de que algo chirría en esa conjunción snob de identidades. Allá ellos con sus quince minutos de fama. Por fortuna, el tumulto quiso que después de la 9 de Julio los perdiéramos de oído (como quien dice, de vista).
Llegados a la Plaza de los Dos Congresos, nos enteramos de que los desfilantes habíamos sido, este año, cincuenta mil. Habían colocado pantallas a ambos lados del escenario, progreso técnico que fue opacado por el pésimo sonido. Desde nuestros lugares habituales (la parada del 50) no se oía absolutamente nada. Diego Trerotola superó su performance de años pasados en el segmento de abucheos que tanto le gusta organizar. Esta vez, los agraciados fueron Macri, la Iglesia Católica, unos diputados y senadores de no sé dónde, Valeria Massa. Los considerandos fueron un poco largos, casi como si se tratara de fundamentos legislativos. Y ya que estamos hablando de leyes, qué raro fue escuchar a la multitud gritar "Queremos nuestras leyes", paradoja en la que se cifra toda la política gltb.
El año pasado yo había pedido que se agregaran dos letras al complejo acróstico: "gg", que quiere decir "gente grande" (hay, también allí, una política de las diferencias que merece consideración). Después tuve demasiado que hacer como para militar por esa causa, pero en algún sentido el camión de SOY vino a llenar ese vacío.
Mucho antes de la 9 de julio, S. y yo ya nos habíamos bajado del camión, donde los generadores eléctricos y el sudor volvían el aire un poco irrespirable. Junté mis cosas (una banderita multicolor que no sé quién me había arrojado y que decidí guardarme y un abanico de plumas que una espía del MOSAD que, desde hace poco, nos honra con su amistad, me había regalado para la ocasión) y seguí bailando la música embriagadora de los Pareja (¡gracias por "Palpito, papito"!).
Un chico muy, muy joven (militante por las leyes de identidad de género) se acercó y me regaló dos pines ("uno para vos y otro para Sebastián", dijo en mi oído estupefacto). Poco después, se acercó otro, un jovenzuelo hermoso, poco más que un niño, y me dijo, también en el oído (de otro modo es imposible entenderse en una marcha): "Yo no te voy a decir que fui alumno tuyo, pero recién termino de leer Montserrat y te amo". Y preguntó: "¿S. existe?" "Sí, ahí está", contesté, señalando al que en ese momento le sacaba fotos a una NOY descontrolada. Le agradecí que se hubiera acercado a saludarme, nos dimos un beso, volvió a repetirme "te amo" (yo ya estaba a punto de llorar) y se perdió en la multitud de danzarines.
Cuando le conté a S. lo que había pasado, me dijo: "es que somos como Sandra y Celeste".
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
8 comentarios:
Sandra y Celeste me mató de amor.
La ternura es posible a veces eh?
Che, dan brepo subsubtropi, falta chancleta, batón, rulero, jeaen, sandalia, mujer del sur, no me banco las maricas son como grasas de camborioueau
Mataría a todos los putos de una buena vez... a los heterosexuales también, dejaría que sólo castrados y andróginos dominen el mundo. Crearía otra raza: la de las formaciones protosexuadas, eso si que sería marginal.
Viva la grasada de los putos peronistas, eso si que tienen onda... No son tan snobudos...
Los que quieran sus leyes, que las inventen... No vayan a la marcha! No jodan! No griten "Queremos nuestras leyes", ya las tienen...
La marcha del orgullo no sirve para un carajo, hay que meter bombas...
Saludos protosexuales
mar!
Ups!
y los homofóbicos dan tilingo de barrio norte mal casado que sueña con traviesas y animalitos, sueñan un sueño que termina justo antes de la penetración, de tanta represión viste?
Eso si que es In!
Qué? Cerró Mau Mau..
es verdad, a esos tambien hay que matarlos.
Daniel: la escena con el "jovenzuelo hermoso" también es hermosa (la puedo ver).
Me alegro por vos (y por S.).
Ahora me doy cuenta porqué me caen tan bien ustedes dos: siempre fui fan de sandra y celeste. Me encantó la chronicle. Beso, laura
La marcha va mutando y cada vez es más mainstream. Es decir, los chicos musculados ahora vienen y ponen el pecho (literalmente). Hay una sola categoría que no está viniendo a la marcha: los putos mala leche. Sí, sí, los queremos, son necesarios, el vinagre queda rico con la ensalada, pero a mí lo que más me sorprende de la marcha es la buena onda de la gente. Puede ser que me haya tragado un Piero manso y tranquilo, pero en serio me llama la atención: tanto en los sitios de internet, como en los boliches, etc, el rasgo más repetido es el comentario escupido a lo Linda Blair. Ese día, en la marcha pasa otra cosa: más que encarnar las consignas de los grupos que organizan la marcha, la consigna implícita y que se cumple con llamativa puntillosidad es el "tratémonos dulcemente" de señalador. Alegría chiquita, por un día, monosilábica: gay.
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