Se dice que lo mejor es enemigo de lo bueno. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ("Ley Mordaza" o "Ley Antimonopolio", según los puntos de vista), ya promulgada, sin ser la mejor que pudiera pensarse, hizo de su necesidad, virtud. El tiempo dirá cuan mejorable es esa ley, a medida que su aplicación vaya revelando sus ocasionales inconsistencias.
Mientras, me detengo en dos estereotipos de discurso que hemos escuchado hasta la náusea. En el largo y tedioso debate que obsesionó a los medios industriales de comunicación (cosa comprensible, por otra parte, dado que es su campo de actuación sobre el cual la ley viene a establecer nuevas reglas de juego), me llamó la atención que se considerara como totalmente pasivas de las audiencias, concebidas, alternativamente, como víctimas de la manipulación vil de las grandes cadenas mediáticas o víctimas del autoritarismo de Estado, como si no pudieran sino consumir tales o cuales paquetes de contenidos (y como si cada uno de esos paquetes representara la coincidencia total entre sujeto y objeto, es decir: lo que se conoce como el Fin de la Historia).
La otra noción extraña con la que se nos obligó a convivir es la cruzada antimonopólica como una cruzada anticapitalista. El capitalismo es, por definición, antimonopólico, como lo demuestra la atenta vigilancia a los que son sometidos los "pulpos" de Internet (Microsoft, por ejemplo) en los Estados Unidos- El "pulpo monstruoso" (que ataca embarcaciones y pueblos enteros), lo ha demostrado Roger Caillois, es una invención del capitalismo triunfante.
Me va a gustar ver cómo las audiencias aprenden a lidiar con la nueva oferta televisiva (que, monopolios aparte, sospecho, no será demasiado diferente de la actual).
3 comentarios:
1)El debate fue tedioso, pero ¿fue largo? ¿En cuánto tiempo se instrumentó una norma para cambiar a otra que regía hace más de 30 años?
2)¿Qué debate?
3)Para saber cómo va a ser la “nueva” televisión te bastaría con mirar el así llamado canal público y hacer zapping de vez en cuando a algunos canales zonales. El que yo tengo a mano por ejemplo es de Almirante Brown, que transmite dos horas por día: entrevistas al intendente, difusión de campañas de vacunación, etc. Yo por lo menos vivo entre la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. No voy a dejar de enterarme de lo poco de lo que ahora me entero viendo las señales que van a dejar de tener alcance nacional. Los que se van a joder van a ser los que se queden presos entre Canal 7 y canales como el de Almirante Brown.
4) “El tiempo dirá cuan mejorable es esa ley”. Lo que yo te puedo decir desde ahora es que no conozco ninguna empresa que se arme y se mantenga funcionando sin guita. No alcanza con repartir licencias como si fueran caramelos, ni tampoco con eliminar del tablero a los jugadores que ya están hoy. Tener un medio de comunicación es una actividad económica que requiere una inversión y genera un flujo de gastos. Lo que vamos a tener, en la televisión, en la radio, en los diarios, es el mismo esquema repartido ad infinitum. O bien el pluralismo ideológico que se solvente saqueando las arcas del estado, o bien “medios” que van a emplear a dos o tres pasantes a precio vil, para que hagan (mal) copy-paste de Yahoo Noticias. Es así como nos van a reivindicar del discurso único del capitalismo.
5)Está bien lo que decís acerca de los monopolios, pero hay una consideración previa que hacer. Estoy repodrida de esta gente que se la pasa hablando del capitalismo como si estuviera afuera, como si ya hubiéramos hecho la revolución, como si el capitalismo fuera "lo otro" y no el sistema en el que vivimos. Hubo un tiempo en que para ser revolucionario había que estudiar mucho y había que poner el cuerpo. Hubo un tiempo en que se predicaba que la revolucón había que hacerla, en que para tener chapa de Robin Hood había que hacer algo más que tomar jarabe barato de pico. Hubo un tiempo en que no bastaba decir cualquier burrada, cualquier incongruencia, para quedar como un antisistema bárbaro. La revolución no la hicimos nunca, pero antes por lo menos había que argumentar.
De más está decir que no vamos a hacer nunca la revolución si estamos tan convencidos de que ya la hicimos. Pero tal vez esté bien, si el objetivo no es liberar a los oprimidos del mundo sino, simplemente, gozar de prestigio revolucionario.
Salud
Anónimo, a vos te parece que ahora es más fácil "pasar por revolucionario"? En serio, por qué antes había que argumentar y ahora no?
"Había que estudiar mucho y había que poner mucho el cuerpo..."; qué, ahora no hay que estudiar? En qué mundo posible vivís?...
Daniel, yo entiendo que a veces uno tenga que escribir en lugares poco simpáticos, pero no dejes que Perfil haga de tu blog una cueva de trolls.
Publicar un comentario