A las 9 de la mañana, desde la cocina, escuché que golpeaban las manos desde el portón. Era el herrero, a quien le habíamos pedido presupuesto para una reja, sin propósito de formalizar el encargo porque nos resultó escandalosa la cotización propuesta. Pero él ya había puesto manos a la obra, dijo, y venía a verificar no se qué medidas. "No sé qué medidas", le dije, si todavía no me entregaron la ventana. "Va amurada así", me dijo (e hizo una señal con las manos). "No", le dije, "de ese modo los ladrones" (esa especie mitológica del conurbano bonaerense de la cual no hemos tenido noticias ciertas en los últimos treinta años de vida semirrural) "la arrancan con el crique del auto" (yo no hago sino repetir los disparates que me dicen, en circunstancias en las cuales puedo sacar ventaja de ellos), "La reja va amurada así". "Uh, es que yo ya empecé a hacerla de la otra forma". No sé por qué, si nadie le pagó anticipo.
Para colmo, yo pensaba que Marcelo, el albañil-pastor protestante ya estaría montando sus andamios pero brillaba por su ausencia (tan maciza como su presencia enfática suele serlo). Le mandé un mensaje de texto: "¿Y, Marcelo?". Al rato me llegó la respuesta, que parecía de un levante de chat: "¿Quién sos?". Soy el que te tiene que explicar dónde y cómo levantar el armario para las herramientas (era la respuesta), el que te voy a pagar con los derechos que cobré por La mafia rusa, pero me pareció demasiado tipeo para alguien tan poco afecto a esa variedad comunicacional como yo y, sobre todo, a esa hora de la mañana.
G. A . C. G: una literatura sobreviviente
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"Conversación con Césare Gárboli. Eneas, aquel que ha sobrevivido a sí
mismo, que comienza su historia cuando ésta ya ha terminado, como personaje
emb...
Hace 13 horas.
7 comentarios:
"La arrancan con el crique del auto."
Mor-tal.
"Dios proveerá", el problema es ese. Dios ya es provedor, así que la omnipotencia de sus ángeles (carpinteros, plomeros, hererros, etc) es algo dificilísimo de manejar.
Qué crueldad la dictadura del horario (¡siempre antes de las diez seguro!) que imponen los "proveedores".
A las diez, Pupita? ¡En el mejor de los casos!
-A qué hora va a pasar, mañana?
-A la mañana.
-Pero no muy temprano, no?
-Nooo...; a eso de las ocho...
Y te vienen a las ocho menos cuarto. (Si no vienen a las ocho menos cuarto, no vienen más: ni a las ocho, ni a las nueve, ni mañana, ni pasado, ni nunca...)
ay, estas cosas de machos, no sé como la soportás DL..... es para mudarse a Suecia.
Lo que pasa, oiré tu puterio, es que para mí cualquier cosa que (me) ocurra antes de las diez de la mañana adquiere tintes nebulosos. Y antes de las ocho directamente el mundo consciente no existe para mí.
Pupita. No sé dónde lo leí: alguien manifestó la necesidad personal de levantarse (para un asunto puntual) a las ocho de la mañana. Contestáronle: ¡A esa hora las calles no están puestas! (Creo que fue en Andalucía).
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