Venimos de ver Un año sin amor, la película de Anahí Berneri basada en dos libros de Pablo Pérez que el mismo autor adaptó para la pantalla (Un año sin amor y El mendigo chupapijas). La película fue seleccionada para la sección Panorama del próximo Festival de Berlín y se estrena comercialmente en Buenos Aires a fines de febrero.
Teníamos grandes expectativas y aprensiones porque es una de las dos películas rodadas durante 2004 en las que nos involucramos personalmente (la otra es Ronda nocturna de Edgardo Cozarinsky). Decir que actuamos en ella es mucho (sobre todo comparado con la performance de Ariel Schettini), pero nos place haber participado del rodaje.
La película es fuerte en todos los sentidos: temática y formalmente. Muy bien hecha, desdeña todo patetismo en función de una historia más bien parca en acontecimientos pero muy densa en apuntes existenciales.
No conviene hablar ahora demasiado de una película destinada a que se hable mucho de ella. Mejor será esperar hasta después del estreno. Por supuesto, a Mme. Oswalda no va a gustarle nada, un poco porque el protagonista (bellamente desempeñado por Juan Minujin) se llama Pablo Pérez, como el autor del guión. Pero sobre todo porque la película se juega en favor de algo central en la literatura de Pablo: la relación entre arte y verdad.
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Hace 4 días.
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