De todas las entradas "chistosas" (y, naturalmente, falsas) que había preparado de antemano, no pude publicar ninguna. Llovió espantosamente, no pudimos ir a ninguna fiesta, no conocimos a nadie, dormimos, comimos y poco más. No teniendo televisión (o mejor dicho: teniendo televisor pero no canales de televisión salvo los locales) ni internet (la opción de los locutorios definitivamente escapa por completo a mi horizonte de posibilidades), leí bastante. El libro de Giorgi, sobre el que ya diré algo. Releí enteramente Qué es la filosofía de D&G y empecé (¡una vez más!) Locus solus. Escribí un poema pseudo-ático que se llama "Quinientos hombres desnudos en la playa esperando el viento" (mejor dicho: ése es su primer verso). Si sobrevive a mis ejercicios de autocrítica lo publicaré en breve.
Anoté en mi libreta (para que vean que realmente me esmero en llevarme bien con la ciudad):
Las pastas de Samsara.
El asado de Tata Juancho.
Las pizzas de Tarantino.
Los churros de Manolo (¡pero nada más que eso!).
Las medialunas de Piazza.
Las empanadas de Los Horneros.
Las margaritas de Pancho Villa.
La olla marinera de La Marina.
El asado de Tata Juancho.
Las pizzas de Tarantino.
Los churros de Manolo (¡pero nada más que eso!).
Las medialunas de Piazza.
Las empanadas de Los Horneros.
Las margaritas de Pancho Villa.
La olla marinera de La Marina.
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