La lectura es para nosotros una iniciadora cuyas llaves mágicas nos abren en el fondo de nosotros mismos las puertas de lugares a los cuales no hubiéramos sabido entrar. Su rol en nuestra vida es por lo tanto saludable. Se torna peligrosa, al contrario, cuando, en lugar de despertarnos a la vida personal del espíritu, la lectura tiende a reemplazarla, cuando la verdad no se nos aparece como un ideal que no podemos realizar más que por el íntimo progreso de nuestro pensar y por el esfuerzo de nuestro corazón, sino como una cosa material, desplegada entre las hojas de los libros como una miel preparada por otros.
[por otra parte] El letrado invoca sonriendo el honor de cierto nombre que se encuentra en Villehardouin o en Boccaccio, en favor de un uso tal como se describe en Virgilio. Su espíritu sin actividad original no sabe aislar en los libros la sustancia que podría tornarlo más interesante; se traba con su forma intacta, que, en lugar de ser para él un elemento asimilable, un principio de vida, no es más que un cuerpo extranjero, un comienzo de muerte.
Parece que el gusto por libros se cruza con la inteligencia, un poco por debajo de ella, pero en la misma rama, tal como toda pasión está acompañada por una predilección por aquello que rodea su objeto, tiene relación con él, le sigue hablando en su ausencia. También los grandes escritores, en las horas en las que no están en comunicación directa con el pensamiento, s regodean en la sociedad de los libros. ¿No es sobre todo para ellos, de hecho, que han sido escritos? ¿No les devuelven mil bellezas que permanecen ocultas al vulgo? A decir verdad, el hecho de que los intelectos superiores sean aquellos que se denominan librescos no prueba de ningún modo que aquello no constituya un defecto del ser.
Más en Marcel Proust. Sobre la lectura. Buenos Aires, libros del Zorzal, 2003
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
3 comentarios:
"Somos conscientes de que nuestra sabiduría empieza donde la del autor termina, y quisiéramos que nos diera respuestas cuando todo lo que puede hacer por nosotros es excitar nuestros deseos. Y esos deseos, él no puede despertárnoslos más que haciéndonos contemplar la suprema belleza que el último esfuerzo de su arte le ha permitido alcanzar. Pero por una singular ley, providencial por añadidura, de la óptica de la mente (ley que significa tal vez que no podemos recibir la verdad de nadie y que debemos crearla nosotros mismos), aquello que es el término de su sabiduría no se nos presenta más que como el comienzo de la nuestra, de manera que cuando ya nos han dicho todo lo que podían decirnos surge en nosotros la sospecha de que todavía no nos han dicho nada”…
Misma Fuente...
Aquileana.-
Hola, no podés escribir tan bien y ser tan pero tan genio. Creo que te amo.
sigo despertando los minotauros adormecidos en tu laberintico blog.
Aqui, uno de los mas bellos.
Gracias
(2011)
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