El amor en los tiempos de la repetición
por Juan José Mendoza
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Para quienes creemos que Link es un hombre de teatro desde hace ya bastante tiempo, nos parece que esta repetición de la repetición borgeana en el año dos mil (dos mil siete) quiere parodiar la vigilancia del sentido que durante varios siglos la literatura y, sobre todo, la crítica, han pretendido. La repetición linkeana prescinde de la racionalidad totalizadora de la que Borges alguna vez se jactó al corregir permanentemente sus textos con cada nueva reedición de los mismos. La repetición de la escritura del año dos mil ya no es deliberada sino aleatoria y azarosa: he ahí el teatro: tener que escribir una obra donde lo aleatorio aparezca en forma deliberada para que el proceso pueda ser comprendido cabalmente. El problema, dígase de una vez, no es tanto de la obra, sino de una cierta educación teatral forjada en la fricción con el libreto y la obsecuencia didascálica. Una nueva generación de actores (actores de eventos y no ya de sucesos, ¿actores de realitys?) ha nacido ya hace rato para un sinnúmero de obras que, en tiempos de capitalismo y esquizofrenia, ya no necesitan ser escritas para ser representadas. Ese es quizá otro de los provocadores hallazgos de El amor en los tiempos del dengue: el de auspiciar la actuación de lo aleatorio. Una ominosa invitación de este nuevo teatro sin apuntador que parece promover, luego de la sala, la repetición de los parlamentos de la obra con nuestra voz, de continuar la función en nuestras vidas: ¿se puede improvisar? En rigor, el Teatro completo de Link es, a la manera de los libros que soñara escribir Osvaldo Lamborghini, un volumen minúsculo. Pero por desgracia para sus lectores, la repetición no lo es. Y del mismo modo, la lectura quizá demande esfuerzos teóricos que en esta hora de pereza intelectual no estemos dispuestos a realizar. Pero en ese caso queda siempre la posibilidad de ir al teatro: y esa, lejos de ser una invitación a la teoría, ya es una invitación a la risa.
El texto completo puede leerse acá.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
2 comentarios:
La primera frase es sintácticamente rara. Habría que reemplazar el "para" por un simple "A". Entré a la página de este chico de Mendoza y veo que sos el director de él en CONICET. Dicho esto, todo parece un poquitín obsecuente. Eso es feo. Te hace mal.
Por qué escribí sobre Daniel Link
Y yo que pensaba que Daniel Link se ofendería ante mis intentos: desmontar procedimeitnos, desenmascarar actuaciones, leer...
Si se me permite, yo diría que más que de "obsecuencia" se trataría de "repeticiones":
http://www.espiralnetico.com.ar/notas.php?id=0000000077
Dudo que esto le convenga a Link y,de la misma manera, tampoco creo que "le haga mal": ahí donde la escritura esté cumpliendo una "función", ahí mismo, de alguna manera, también habrá otra escritura que estará abjurando.
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