martes, 12 de junio de 2007

Repercusiones

Por su misma lógica autodestructiva, el teatro es pura "repercusión". Mañana la obra (es decir: el montaje, el espectáculo, el brillo de las actuaciones, el partido escenográfico, las líneas maestras de la dirección) permanecerá como un recuerdo cada vez más vago o como una línea de curriculum perdida entre tantas otras.
"No sé por qué la gente se ríe tanto", me dijo mi mamá por teléfono después de la función especial previa al estreno de
El amor en los tiempos del dengue a la que asistió. "Para mí todo es muy dramático". No sé qué cuerda emocional le habrá hecho vibrar la pieza, pero yo ya le había advertido que para mí los dramas son siempre un poco ridículos (y así parece que les pareció también a los actores). Al día siguiente de esa misma función, en la inauguración de la muestra de la que S. participa, un amigo me dijo: "Al grupo GDT no le gustó, a nosotros sí". ¿Qué es el grupo GDT?", pregunté. "Gente de Teatro", me contestó mi amigo, quien inmediatamente aclaró que el "nosotros" (él es abogado) servía para designar al público corriente. "Mejor así", le contesté, porque ciertamente El amor en los tiempos del dengue no había sido escrita ni montada para halagar a ninguna capillita teatral (sobre todo a aquéllas que todavía piensan en términos de esa antigualla equivalente a las rimas consonantes en poesía, "el conflicto dramático", y son legión), sino como una experiencia muy de otro tipo, muy (me atrevería a decir) "Calle Corrientes", es decir: muy mainstream y, al mismo tiempo, muy trash.
El acordeonista
Arturo Carrera lo entendió perfectamente cuando me escribió: "El bodriovil alza su fuerza, el teloncillo, la telita". Porque El amor en los tiempos del dengue no es ni una tragedia, ni un drama ni una comedia, sino más bien un ejemplo del "teatro de boulevard" que a mí tanto me gusta: un vaudeville, si se quiere (comedia ligera fundada en la intriga y en el quid pro quo), pero hecho irresponsablemente: bodriovil (o también: "bodrio vil"). Ninguna jactancia, ningún anhelo de perdurabilidad, ninguna seriedad, apenas una experiencia (es decir: un tanteo a ciegas, una flecha disparada con los ojos cerrados, un experimento cuya salida se desconoce).

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1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Quién es Gente de Teatro? ¿Los que reponen "La gata sobre el tejado de zinc caliente" en 2007? Donde el tema oculto es la posibilidad de que el marido haya tenido una relación homosexual... en medio del país de Nora Dalmasso y Facundo Macarrón. Por favor, tómense un Red Bull a ver si se quitan las lagañas.