El texto postclásico (en cualquiera de los géneros que se consideren) no representa la cultura sino que meramente la replica, en el sentido de que funciona respecto de ella como un espejo vacío o rasgado (señala la ausencia de representación). Por supuesto, el modelo es, una vez más, Artaud (y, sobre todo, Artaud leído por Derrida). Podría decirse que la cultura industrial es el triunfo del teatro de la crueldad, sólo que sin sujeto. En la medida en que no está Artaud, en la medida en que no está el sujeto, ese triunfo del teatro de la crueldad es un triunfo en la cultura, pero sin arte.
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martes, 19 de junio de 2007
Cultura
Etiquetas:
Diario de un dramaturgo,
Políticas culturales
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Linkillo: cosas mías
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2:56 a.m.

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