por Maximiliano Crespi para La Posición, 11/12 (Bahía Blanca: Julio de 2007)
La mirada oblicua. La oblicuidad del paisaje dibujado por la lectura bentivegniana, es proporcional a lo resbaloso de las relaciones que enfoca y con las que se compromete, más de una vez, en la carne de la letra (repetición y diferencia en el doble, superstición, ruptura y discontinuidad en la lectura quebrada, y desvío, excentricidad y políticas de la amistad en un texto abierto a la multitud), pero también lo es respecto de la generosa disposición de su mirada crítica. Una mirada que se brinda evitando los propensos modos de la clausura, el enjuiciamiento o el dictamen, porque parte de la conjetura (y habilita el espacio a la digresión, como lo atestiguan los "Apuntes" que apendizan los ensayos) y no reprime el milagroso encuentro con lo inesperado en la experiencia de la lectura.
En resumen: la escritura de la lectura que Diego Bentivegna ensaya en los tres trabajos que componen Paisaje oblicuo, debe leerse como una genuina carta a los amigos presentes, pero también a los que, potencia secreta del don, seguro no cesará de procurarse en las inciertas formas del porvenir.
El texto completo, acá.
Las tres gracias
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Hace 2 semanas.
1 comentario:
Gracias por coparte con la reseña del libro, Daniel.
Abrazo.
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