lunes, 16 de julio de 2007

Preguntan si...

¿Cómo es la relación que el intelectual mantiene entre la creatividad y las labores y agendas académicas?

Afortunadamente, el intelectual puede prescindir de la "creatividad", esa categoría que constituye el pan de cada uno de los días de la lacra inmunda de la cultura actual: la publicidad. Llamo "intelectual" a quien interviene en las cosas públicas a título personal, de modo que las labores y agendas académicas (o periodísticas, o inmobiliarias... todo dependerá de los trabajos que el intelectual desempeñe) tampoco deberían tener nada que ver con esa figura conflictiva y, tal vez, melancólica. ¿Es que hay, todavía, intelectuales? ¿Dónde encontrar sus voces? ¿En qué estructura podrían hacer pie para decirse? ¿Son necesarios los intelectuales o forman parte de un mandarinato cuya irrisión la historia se ha encargado de demostrar?


¿Qué proyectos desarrollaste o quisiste desarrollar fuera de los ámbitos institucionales?

Otra pregunta difícil de responder. No hay proyecto que pueda desarrollarse fuera de ámbitos institucionales, por más "contraculturales" que esas instituciones sean. Si dicto una conferencia para piqueteros, necesito de los piquetes como institución, si escribo una obra de teatro necesito de un teatro para montarla (hasta un galpón, en este punto, puede ser un teatro), si escribo una novela, necesito de una editorial para publicarla (aunque se trate de una editorial como Eloísa cartonera) o, al menos, de dispositivos electrónicos de publicación (que están, también, institucionalizados). De lo que se trata no es de colocarse "fuera" de los ámbitos institucionales, sino de usar esos ámbitos institucionales en términos de una cierta resistencia a la apabullante y siniestra cultura actual.

¿Existe una "deuda social" de parte de los intelectuales en el siglo XXI?

Por supuesto: habría que pensar (pero para uno mismo, no para las masas, que piensan por sí mismas o son completamente inmunes a toda forma de pensamiento exterior) cómo se hace para sostener hoy el deseo revolucionario. No me refiero a "organizar" una revolución (porque, como los verdaderos acontecimientos, ése no puede ser sino imprevisto e inorgánico) sino, simplemente, a sostener su deseo: "La única máxima del arte contemporáneo es no ser imperial. Esto también significa: no tiene que ser democrático, si la democracia implica conformidad con la idea imperial de la libertad política" y "Es mejor no hacer nada que contribuir a la invención de vías formales para volver visible lo que el Imperio reconoce ya como existente" son dos máximas de Alain Badiou que me gusta repetirme en momentos de desasosiego.

Preguntas de Nicolás Hochman a Daniel Link para Prometheus Mdq

4 comentarios:

Gran Hermano dijo...

Los intelectuales de hoy en día intervienen de formas alternativas.

Anónimo dijo...

Sos brillante, chabón, en particular para arreglártelas con algo obvio: necesitás de las instituciones para morfar, así, a secas. Para trabajar. Por qué no decir de una eso, y listo. Por qué tanta vuelta explicando.
De todos modos, en tu reflexión hay residuos de una cierta autonomía. Dividís campos del saber, como si eso les reservara a los intelectuales (a diferencia de los publicistas) alguna dignidad particular. Está el caso de Fogwill y de muchos otros que, aun no siendo públicos, son eximios pensadores y ofrecen sus servicios mentales a las organizaciones de ese tipo. Digamos que vos elegiste el ámbito más natural, más común... de un intelectual: las instituciones educativas, y públicas. Allí todo, siempre, es más sencillo, en particular, porque podés pasarte toda una vida sin que nadie te evalúe "institucionalmente", te exija un concurso periódicamente renovable, te ponga en situación de ganar o perder.

paula p dijo...

¨por una revolucion sexi, obrera y socialista¨

MiPinoNoCrece dijo...

A mi me parece cierta la reflexión de Link. La creatividad es problema de la gente que labura en publicidad. Borrini, un reconocido publicitario decía algo como " Decile a tu cliente que tenés arte para su marca y te hecha a la mierda".
La creatividad, si trabaja para una organización de lucro, sirve para vender. Nada más.