martes, 6 de octubre de 2009

Epistula ad realistas

Discurso pronunciado en la presentación de los Cuentos Completos de Fogwill (Alfaguara), en la Boutique del Libro de San Isidro.

por Pola Oloixarac

Es un honor par mí participar en esta presentación de los Cuentos Completos de Fogwill, que, junto con las recientes reediciones de su obra, representa una nueva fase avanzada del proceso de canonización de Fogwill, escritor maldito entre malditos, dueño y señor a un tiempo de una prosa limpia, fogosa y dura, dueño también, según los comentaristas más avezados, de una inteligencia superior que se sabe -por su propia naturaleza supralunar- acusada de inhumanidad. Como los monstruos divinales de antiguo, que exhiben ante el corro de mortales temblorosos las dotes de su majestad brutal, la figura de Fogwill campea entre los vivos y los muertos vivos de la literatura argentina ostentando los atributos bajos de la bestia –la provocación, el desafío- con los atributos divinos de un Fogwill efigie y estandarte de una manera de pensar artísticamente –radicalmente- lo real.
Como todos sabemos, al menos aquí en San Isidro, la beatificación es el tercero de los pasos para alcanzar la canonización definitiva (que es el cuarto). Sabeedor en su omnisciencia de este destino que la teología literaria le tenía reservado, ya decía Fogwill hace unos años, en una aparición pública en otro templo, el Malba, que él había resuelto entregarnos su cuerpo, como otros donan a la Facultad de Medicina el suyo para su disección y estudio: él, Fogwill, nos entregaba su cuerpo para hiciéramos lo que nos diera la gana con él. Y como los cuerpos –también los literarios- se descomponen, a menos que con arrogancia resistan los intentos del tiempo y de la crítica gusana por carcomerlos –como fue el caso ejemplar, entre las de lengua española, de la beata Encarnación Rosales, y de la beata Mariana de Jesús-, y como la canonización no puede completarse sino hasta el advenimiento de la muerte, en lo que sigue hablaremos de la beata Fogwill, y a veces de Fogwill a secas.
En este volumen de cuentos, ustedes van a encontrar no sólo una aventura incandescente, sino también una postulación sobre qué es lo real y lo verdadero en literatura, los rastros de una guerra de trincheras venida de principios de siglo XX, y un tratado de Tordesillas que se reparte el botín de lo real, que es literario.
¿Cuál es la materia de la escritura? La clave está en pensar el realismo como antídoto y pero también como veneno de otro cuerpo literario a envenenar. Si es para ser antídoto, imaginemos que las cosas hechas por el lenguaje irradian esa loca combinación de dar vida a lo que nombran y de ser fieles a la vida misma de donde manan; supongamos que esa certeza basta para sostener que no hay –que no debe haber- un más allá de su escritura misma. ¿Puede nuestra beata negar la existencia del más allá? Sí, puede y lo hace. Porque aquí es cuando el antídoto se convierte en veneno, disparado en cerbatanas sobre otro cuerpo literario: el de la metafísica de divulgación de Jorge Luis Borges, y sus juegos de espejos, su erudición en escena, las citas literarias, y sus herederos. La postura es radical: o se crea y se escribe de cero, con el oído pegado a la boca entreabierta del lenguaje, atento al propio Big Bang; o se comulga con la mentira y se cae en la tentación demoníaca –¡de ser Ricardo Piglia! o algún monstruo peor. La beata Fogwill dice no: no a un espesor que no provenga de una humanidad capaz de emitir sangre, sexo o lágrimas; o la escritura toma su ser de la piel lasciva de las cosas, o se condena a ser jueguitos vanos en la noche de la falsedad.
Esta guerra por las ideas de lo literario, que surge de este realismo apasionado pero crítico, que se apoya en la sustancia del mundo y a la vez no para de examinar el acto mismo de nombrar, resuena en otra batalla escrita: en Ludwig Wittgenstein y su Tractatus, escrito en las trincheras de la 1ra guerra mundial. Wittgenstein escribe que hay un límite de lo que puede decirse, y ese límite se halla dibujado por lo que existe y podemos señalar, oler, percibir; lo otro, el más allá del lenguaje, no puede decirse ni puede escribirse sin caer en error, en metafísica y falsedad. Lo interesante de esta postura, no es tanto cómo les gusta a los dos partir al medio la realidad y jugar al policía kantiano de qué se puede decir y qué no: lo interesante es que ambos comparten, el soldado Wittgenstein y la beata Fogwill, una idea del lenguaje que es profundamente moral.
Porque el mundo, esto que hay alrededor, está tan plagado de irrealidad y de mentira, que sólo puede haber verdad en el lenguaje como nacimiento, como caja de herramientas y finis terrae -se termina el mundo, como llegar a ese lugar donde están las tortugas gigantes que sostienen el mapamundi. En Fogwill, decir «no haya más verdad que la del lenguaje», es decirnos: yo no puedo aceptar su sistema de creencias, yo no puedo aceptar más que el lenguaje, porque yo los he visto. Yo los he visto, recuerda el narrador de "Luz Mala", «cuando evitábamos circular frente a las unidades básicas peronistas, porque ahí estaban los negros» y cómo después los mismos que les pegaban a los negros en el Club Náutico se hicieron peronistas; yo los he visto, y me he reído, «porque cuando ella me pregunta por qué río, miento y le respondo que me río de ella, porque si confesase que me río de un país, de una ciudad, de un restaurante y sus mesas semejantes donde todo nos parece natural, o real, ella no me creería, sentiría que la engaño y hasta sería capaz de reiniciar otra de sus escenas de violencia» (en La larga risa de todos estos años). Esa es la acusación moral que nos hace el realismo de Fogwill, que no debemos olvidar. Es una lección urgente, que en Fogwill se torna materia experimental cuando tira abajo la mediación de la literatura y usa sus cerbatanas venenosas afuera de los libros: y entonces su palabra en estado puro –ya sin la contención de la literatura- entra al mundo atravesando ojos y orejas. Porque toda vez que la beata Fogwill se opone al matrimonio entre homosexuales, toda vez que la beata Fogwill se pronuncia en contra del aborto, toda vez que la beata Fogwill coincide con las palabras de Su Excelencia el Cardenal Bergoglio, toda vez que la beata Fogwill denuncia el lobby del Holocausto, toda vez que la beata Fogwill afirma que seguimos viviendo bajo la democracia que nos dieron los milicos, toda vez que la beata Fogwill reclama el regreso de la conscripción obligatoria y mayor presupuesto a las fuerzas armadas, no está meramente mostrándonos sus opiniones; nos está diciendo: ustedes, señoritos de la cultura, no son verdaderos progresistas, porque ni ustedes se creen su progresismo; ustedes, señoras feministas, no son verdaderas feministas; ustedes, señoritos del pensamiento, ¡ni ustedes se creen las verdades que creen avaladas por su mano izquierda! Porque si lo fueran, si lo creyeran, no me dudarían –y es que dentro de la cerbatana, lo que pega en la nuca es el veneno de la duda.
La literatura, santificado sea Su nombre, es un monstruo divino que se arroga construirlo todo y destruirlo todo y escribe su propia novela al compás de las estrategias de guerra –que otros llaman ideologías y posturas estéticas. Y en la novela maniqueísta de la literatura contemporánea, versión sudamericana de aquella ciudad de dios de San Agustín, hay dos vías, dos agujeros cercanos pero cuyos túneles no se cruzan y que serán elucidados en el día del Juicio Critico Final, por donde pasa la literatura: en el credo ferviente de nuestra beata, Fogwill es uno, Piglia es el otro. Pero con una condición superadora: que es justamente, la innovación que Fogwill trae sobre su propio sistema wittgensteniano del lenguaje: que si la referencia literaria está y se pone, que si yo traigo algo que «ya era» y ya existía en otro libro, es para hacerla carne de violencia y parodia. Que si me inoculo la palabra ajena, que sea para torcerle el brazo (y así, en "Help a él", la violencia fogwilliana sobre Borges en su casa paradigmática: el Aleph); que si vengo a conjurar la palabra de otro, que sea para hacerla escupir otra verdad diferente e impensable, que sea para hacerle decir algo más verdadero que lo que nunca hubiera imaginado.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

tu alter ego?

Anónimo dijo...

tu alter ego?

Anónimo dijo...

no la vi a Pola hoy junto al rabino Bergman y a D'Angeli. ¿Estará escribiendo otro texto similar en el que alaba al cardenal Bergoglio?
Guille

Anónimo dijo...

Todo muy bonito pero Fogwill, cómo decirlo, poco caballero: la manda al frente en una entrevista revelando que ella le pidió que prologara su libro -a lo que él se negó porque ella, dice, "tiene demasiadas ansias de figurar"- y después acepta, suponiendo que no haya promovido, que ella lo canonice...
"Sabeedor" asumo que se le escapó.

liberto dijo...

¡No entendí una mierda!
Admito que varias veces se me escapan cosas de lo que leo ... pero acá ¡no entendí nada!
Soy más burro de lo que pensaba o esta chica "escribe difícil" ... El único consuelo (de tontos) que me queda es que tengo presente que escribir fácil es muy difícil.

liberto dijo...

¡No entendí una mierda!
Admito que varias veces se me escapan cosas de lo que leo ... pero acá ¡no entendí nada!
Soy más burro de lo que pensaba o esta chica "escribe difícil".
El único consuelo (de tontos) que me queda es que tengo presente que "escribir fácil es muy difícil" ...

Anónimo dijo...

sé, en el mediodía de monserrat, que mi vecino daniel link (bah, yo trabajo en el barrio, nomás), debe alucinar con las pocas ganas de comprender algo que tienen varios de los comentaristas, y sobre todo el de las 12.14 am.
obvio que es poco caballero, niño!!!!

Anónimo dijo...

yo tampoco entendí nada.. si alguien entendio q explique

bue, mucho no lei, en realidad me quede dormido

Don Emi dijo...

La señora esta, confunde estrategias de guerra con lo "que otros llaman ideología o posturas estéticas"...
¿Será que desconoce el "tremblement" de alguna convicción, en todo caso tan determinable como lo que se puede decir, pero tan?
Además otras cosas hay que tienen término pero abundan en su inacabamiento cruel "or not".

Anónimo dijo...

Pésimo. Un textito muy muy malo y muy canchero. Fogwill por lo menos es buen escritor, por qué le da lugar a esta boluda?

oiré tu puterío dijo...

¡Qué flor de libro, carajo! "Dos hilitos de sangre", "Restos diurnos", "Camino, campo, lo que sucede, gente"...; ¡todo junto! Pedazo de escritor (iluminado), Fogwill.

Rodrigo Baraglia Di Fulvio dijo...

Qué trollaje...

Anónimo dijo...

pola es estrictamente chonga e hizo algo que no muchos hicieron: un libro.

sherman dijo...

Se comenta por ahí que Fogwill le negó un prólogo a la responsable de estas líneas debido a su permanente intención de figurar, hecho que se corresponde, primero, a la decisión de la srta. de figurar, posando para la cámara, en el blog “Puan y la moda”, y después, aceptando el desafío de presentar un libro del escritor que le negó un prólogo con el único fin de llamarlo “beata”. Entiendo que la polémica participación de Fogwill, devenido escritor gagá, en los debates culturales que sus integrantes nos ofrecen, está dando sobradas muestras de su propia devaluación al permitirse el lujo de polemizar con esta arribista que no encontró una estrategia más viable para posicionarse en la escena literaria, que desatando una supuesta “polémica” con semejante referente de las letras argentinas. La observación de la imagen de dicha escritora en el blog citado, me permite sospechar que la muchacha, además de su afición por las discusiones vacías, tiene una devoción por los panes rellenos, preferentemente calientes. He llegado a escuchar, entre los comentarios plebeyos que la escritora suscita, que ella cuenta con un buen par de t…, pero jamás me atrevería a mirar los talones de una mujer, mucho menos, tratándose de una gorda, elegante y sensual. No deja de asombrarme, incluso, que tratándose de una arribista que no desdeña ningún soporte para su propia figuración, todavía no haya ocupado algún espacio visible que la televisión ofrece. Ya quisiera yo verla mover las caderas, u otra parte más entusiasta de su anatomía, en un programa futuro como: “Bailando por un pan”, si es que la magia de la televisión llega a semejante demostración de ingenio. Desde aquí, le deseo larga vida a la Srta. Carachola. Ella se merece todo, y más también.

lamononoke dijo...

Pero él le ofreció un prólogo, no? A cambio de una amiga suya, así iba el chiste? Es tan típico de Fogwill hacer esos chistes, hacerse el machote y después hacerse el yonofui. Yo lo leí acá hace como un año, lo contó ella
http://melpomenemag.blogspot.com/2008/03/fogwill-macho-alfa-en-el-malba.html
Lo que sí está claro es que cada vez que una mujer aparece en un lugar de preeminencia, de poder, tienen que saltar los celositos -sí boludos, ustedes, que viven como rémoras de este blog- a decir que se vaya a la tele, a lavar platos o algo así. Y si Fogwill le pidió que le presente el libro, por algo debe ser chicos!!! Muy de Fogwill también venir a decirle a otro: vos dejá de figurar... con lo figureti que es él!! Le reconoce el talento, que va a llegar lejos, pero tiene que venir a ponerla en su lugar. Y después la invita a presentar su libro, y ustedes, boludos, quieren seguir sintiendo que ella les robó el lugar? No, si acá las pijas hablan por les dan micrófono.

lamononoke dijo...

Y algo más: no se sienten patéticos de odiarla tanto? Digo, de verdad, no es muy de poco hombre ponerse taaaan verdes porque alguien escribe un texto, y se lo publican, presenta un libro y se publica su texto en el blog del catedrático Link? Escriban ustedes sus libros, sean mejores que ella, pero esto de publicar su odio, aunque sea anónimamente, los deja en un lugar mucho más triste y envidioso. La envidia hace mal, chicos, y mucho más ***la envidia de la concha***, como bien atestigua la frase que acompaña este blog: qué lindo sería ser mujer en el coito, no chicos???

constantino bértolo dijo...

Nos toman el pelo, éstos. Son todos amigos entre ellos. Se hacen los que se pelean, a Link también lo putea, que es un trolo y qué sé yo qué, pero son todos amigos. Pola entró al clan, nada más, o hace tiempo que estaba y algunos recién se dan cuenta.

Bob Marley dijo...

Begoglio y bergmann en este punto no coinciden, G. Es evidente qe la Ley tal como sale de los K beneficia a la Iglesia Católica sobre otro cultos reconocidos, con lo cual, nuestro papa negro no va a andar tirando chicanas. A diferencia de los giles de carta abierta, es un jesuita. tiene su formación. para decirlo en pocas palabras, con todo el respeto que me merece su investidua, no es ningún boludo. Nada que ver con bergman o con de angeli en este punto. no confundamos tácticas con estrategia. cuando veamos el todo, veamos también la parte, ocmo decía, con algo de hegel, marx.
yo apoyo la ley. me importa un bledo la libertad de empresa.
baci.

emma.funes dijo...

Mirá los debates que arma Pola?
Chupate esa mandarina...
Muchachos vayan a leer en vez deser tan misóginos, es una súplica!!