por Daniel Link para Perfil
El gran Andy Warhol, gran parte de cuya obra puede verse en Buenos Aires, señaló alguna vez que “comprar es más americano que pensar”. Curiosamente, excluyó a la venta de la definición y dejó como seña de identidad esa compulsión al consumo que es, hoy por hoy, en efecto, la característica más sobresaliente de cualquier ciudad norteamericana, pero particularmente de la que fue la patria adoptiva de Warhol: Manhattan.
La navidad no escapa a esa lógica y, conscientes de esa pasión identitaria, los grandes barones del comercio neoyorquino comienzan a preparar su arsenal navideño promediando noviembre. Lo que crean es una ecología asfixiante según la cual da lo mismo a donde uno entre (un sex shop, una tienda departamental de ropa con descuento, una ferretería o un negocio de artículos fotográficos atendido exclusivamente por judíos ortodoxos), siempre, siempre será recibido por la misma exacta retahila de canciones navideñas que termina por crispar los nervios. Para no hablar de los Santa Claus, que parecen una raza de alienígenas barbados que ha tomado la ciudad con propósitos oscuros para la supervivencia de la raza.
En países más pobres y más calurosos, como el nuestro, la navidad sigue siendo una pesadilla amortiguada: basta con evitar los centros de compra para simular que no está pasando nada hasta la noche fatal durante la cual la mesa familiar será el escenario para el encuentro forzado de parientes que no se toleran demasiado, tíos borrachos, reproches maternos acumulados a lo largo del año, ausencias dolorosas, atronadores petardeos que enloquecen a los perros y la sempiterna declaración previa (jamás cumplida): “este año no nos hagamos regalos, eso transforma a la navidad en un negocio. Lo que importa es que estemos juntos”.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 3 semanas.
7 comentarios:
Daniel, me permito el atrevimiento de una recomendación. Pedile a algún amigo tuyo neoyorkino que tenga auto, que te lleve fuera de New York, a Queens o Brooklyn, a alguna parte con casitas con jardincito al frente. A la noche. Vas a ver lo que ponen frente a las casas. Gigantescos Papá Noeles iluminados, con ciervos, etc. Hay cuadras en las que se percibe una sorda guerra fría entre decoración mersa, así que algunos... no sé, agregan al Pato Donald, como colado de Navidad, sólo porque tienen al Pato iluminado tirado en el garage, y cualquier cosa suma. En serio, no te pierdas ese espectáculo. Yo lo hacía todos los años en New Jersey y un par de veces estuvo a punto de morirme, literalmente, de risa, ahogado. Abrazo y Seasons greetings!
te faltó gregar "así como tampoco faltan artículos como este, que suelen ser peores que los tíos beodos".
abrazo y feliz año nuevo
Que hizo Papa Noel para generar tanto odio?
Cariños
a
lei el fin de semana una nota que decia que papa noel era capitalista y que los reyes magos tenianmas onda.
Papa Noel es un Rey y la guerra fria de los Papa Noeles esta buenisima.
Me dieron ganas de comprar un Papa Noel.
Esta farse es genial:
Anónimo Xtian dijo...
Daniel, me permito el atrevimiento de una recomendación.
Enloquecio?
Se ve que tenes la risa facil, pero un Papa Noel y un Pato Donald juntos..son lo mas.
Cariños
a
En el chino (barrio chino) están vendiendo unos papanoeles inflables que te sacan el aliento.
eeehh, fiera, postea algo!!
una navidad sin regalos es como el flan ser... algo con gusto a fraude.. los regalos son lo mas
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