domingo, 5 de febrero de 2012

Después de Lost

Era previsible, por supuesto, pero no deja de sorprendernos. Las carreras actorales de los protagonistas de Lost son.... más bien erráticas, cuando no equivocaciones totales.
No me sé los nombres de los actores y la pereza dominical me atenaza.
Jin Kwon fue a parar a ese engendro fascistoide llamado Hawaii Five-0 que no sé por qué dura todavía (o lo sé, pero protesto ante la evidencia).
Juliet fue a parar a otra remake más penosa, que ya no existe: V. Invasión extraterrestre. Penelope Widmore eligió un guion mejor, el de Flashforward, pero desdeñó la superstición de que cualquier cosa protagonizada por Joseph Fiennes, el hermano "lindo" de Ralph, está condenado al fracaso (Gwyneth Paltrow, que ganó el Oscar por Shakespeare in Love, terminó haciendo de maestra suplente en Glee, por culpa de la influencia fatal del jettatore). La serie duró una temporada y Penny desapareció del mapa. 
Más ambicioso, Sayid se dejó matar al comienzo de una película menor sólo para que Jodie Foster pudiera salir a vengarlo.
Ben, desde hace poco, trata de brillar en la opaca Person of interest (quoque tu, Ben!), demostrándonos la dura realidad de los mercados laborales más allá de nuestras fronteras, y Hugo Reyes pasea su ineptitud actoral por otra isla, Alcatraz, sobre la que todavía no sé bien qué pensar (creo que es mala, la serie, pero tiene escenas de intensidad impar: la conversación entre el asesino de niños y el director de la prisión, a la luz de cuatro fósforos sucesivos, es de una rara perfección).
Hay más, pero termino con Kate. Divina, ella, sabía que la industria cosmética le daría algún dinero. Pero nadie puede vivir en ese aburrimiento. Un papelito, pidió, y la pusieron de novia de Hugh Jackman en Gigantes de acero (2011) una película infantil sobre robots boxeadores donde ella es una mecánica. Su novio en el film, como alguna vez su marido en la serie, se llama Charlie.Y no le dice "Freckles" porque hay vergüenza.
Estando Fringe, claro, nada de esto tiene sentido...  Tampoco tiene sentido Fringe, pero al menos la serie hace del sinsentido una cosa tan encantadora que no nos cansaremos de aplaudir la multiplicación de Olivias, de Walters, y, ahora, de Astrids (el personaje está modelado a partir del de Astrita, la hermana de Astroboy, cosa que el Walter "Colotordoc" no deja de recordarle, cada vez que la llama Astro).
Los dos últimos capítulos de la cuarta temporada, muy inclinados a la precognición, fueron deslumbrantes (por diferentes razones, pero todas ellas relacionadas con el guion, con el casting, con la impecable producción).
En el último, Astrid "del-lado-de-allá" tiene un percance y, como sucede siempre en estos casos, sale a dar una vuelta. Me voy a... (complétese: al shopping, al cine, a la pileta, a la casa de mi amiga). En Fringe, cuando la gente siente un desasosiego, se pasa directamente a una realidad alternativa, sin mayores consecuencias que ser perseguido por una Olivia u otra. Dos Astrids y dos Olivias (la colorada y la rubia) coincidirán en el laboratorio bostoniano y Nueva Inglaterra, en la "realidad de peso", cumplirá el mismo papel histórico, en contra de la Nueva York de aquel otro mundo paralelo.
¿Hacia dónde va Fringe? Después de Lost, lo sabemos, el único destino posible para la televisión es el puro acto de contar. El tema de Fringe no es la ciencia (del relato) sino el arte (de la narración).
Como desde el final de la tercera temporada la desaparición de Peter transformó las realidades (estableciendo nuevas "líneas temporales"), nada de lo que vemos se explica por lo que habíamos visto antes y hay que empezar a contar todo de nuevo. La "colorada" Olivia, más simpática y menos asesina que su versión previa, habla de episodios que no sabemos qué son, qué fueron, cómo formaron el presente que vemos.
En esas inconsistencias del tiempo y el espacio, que son puros vericuetos de la imaginación, encuentra Fringe la fuerza para seguir contando.
Recomendación para los actores: déjense llevar por esa fuerza. En cuanto se termine, estarán fritos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Intentá con Game of Thrones. Por lo menos tiene un enano.
Alejo from Paris.