Siglo XX: GRANDES EXITOS VI
Entre los muchos progresos que el siglo XXI ha realizado respecto de su precedente, no se cuenta el de haber podido construir clásicos literarios de la misma envergadura que los del siglo XX, por su potencia estética, su osadía de pensamiento o su radicalidad política. El almuerzo desnudo de William Burroughs no es sólo un radical experimento de fuga de la literatura sino el texto que surge como efecto de una virología.
Por Daniel Link para Perfil
Hay que empezar por pensar lo que Burroughs no es. El gran arte pop, del que Williams Burroughs (1914-1997) es un contemporáneo, fue un fenómeno acotado a un territorio, la costa Este de los Estados Unidos, más allá del cual hay otros que definen lo beatnik, entendido como la fuga, la huida a través de la carretera hacia el Oeste, atravesando todo el territorio norteamericano, por un lado, y por el otro, la fuga hacia Oriente (Marruecos, India) y, también, América Latina. Las caravanas beatnik: las novelas y peliculas de camino, San Francisco (la constitución de la primera metrópoli gay de los Estados Unidos), el flower power, las huidas hacia México y otros paises latinoamericanos en busca de “la droga” (el pexote, etcétera) y la Iluminación.
Hacia mediados de la década del cincuenta, los más prominentes miembros de la beat generation sumaron sus excéntricas energias a la vanguardia poética californiana, conocida como San Francisco Renaissance, una de cuyas centrales de operaciones fue la libreria City Lights, cofundada en 1953 por el poeta Lawrence Ferlinguetti y que dos años después ya editaba libros, el más famoso de los cuales sigue siendo Aullido de Allen Ginsberg. En 1967, el barrio Haight Ashbury convocó a diez mil jóvenes de clase media de todos los Estados Unidos, reunidos en un "Verano de amor" atravesado por cuotas iguales de deseo sexual y de flujos de energia liberados por drogas alucinógenas. Muchos de los que fueron a pasar un verano orgiástico decidieron asentarse: hicieron casa, plantaron sus banderas, establecieron sus negocios y empezaron a realizar sus intercambios.
En 1979 el grupo Village People lanzó un disco sencillo que pasó sin pena ni gloria, Go West, que en 1992 los Pet Shop Boys lo lanzaron como cover y con el cual acostumbraban cerrar todas sus presentaciones en vivo. Entre las diferencias entre la versión de Village People y la de Pet Shop Boys se destacan la progresión de cuerdas tomadas del Canon en Re Mayor de Johann Pachelbel y una estrofa nueva, según la cual "Ahi donde el aire es gratis/ seremoslo que queramos ser/ y si además nos alzamos/ encontraremos nuestra tierra prometida".
Deberíamos entender la literatura beatnik y la vida beatnik como experiencia ligada con el viaje, la revuelta juvenil y el abandono (de si). Hay que tener eso en cuenta cuando se lee El almuerzo desnudo (1959).
El proceso de publicación de Naked Lunch (escrita en Tanger en los años previos) debe mucho al mito, pero si hay que creerlo la novela fue “compuesta” según el método del "cut-up" de inspiración vanguardista. Todavía en Tanger, Paul Bowles manifestó su asombro ante el libro que estaba escribiendo Burroughs, cuyas páginas estaban tiradas por el suelo sin ton ni son. El primer ordenamiento fue responsabilidad de Jack Kerouac. Luego, el editor Maurice Girodias le dio a Burroughs diez días para preparar el manuscrito antes de la composición de las pruebas de imprenta. Burroughs envió el original, distribuyendo las partes sin ningún orden preconcebido. Cuando el libro se publicó, declaró que era mejor que la versión original. Los derechos internacionales a la obra se vendieron poco después y Burroughs usó el anticipo de 3.000 dólares de Grove Press (equivalentes a 26.000 dólares actuales) para comprar drogas (probablemente sea otro mito, pero el gesto importa más que la verdad). Naked Lunch fue portada de la revista Life en 1959, como hito de la creciente producción beat.
En el (extrañísimo) “Prólogo” que Burroughs agrega al libro se habla de “la Enfermedad”: la adicción a la heroína, bajo cuyos efectos fue integramente escrita la “novela” Naked Lunch. Fuera de la Enfermedad (asociada con el consumo de opiácios) quedan los demás consumos de drogas recreativas sobre los que Burroughs es decididamente tajante, no constituyen Enfermedad, sino un tipo de agenciamiento diferente: “Todos los que utilizan alucinógenos los consideran sagrados —hay cultos del peyote y la bannisteria, cultos del hachís y de los hongos («los hongos sagrados de México permiten al hombre ver a Dios»)—, pero nunca nadie ha sugerido siquiera que la Droga sea sagrada”.
Si es cierto que el texto podría leerse como un protocolo de la experiencia de la heroína, hay en ese libro suficientes datos que lo alejan de esa inmediatez o que la convierten en una opción formal (por lo tanto estética y, en definitiva, política).
La pregunta que Naked Lunch nos formula con una radicalidad desconocida hasta ese entonces no es tanto si ese libro participa o no de la literatura, sino qué sería una literatura (entendida como un sistema de normas, valores y funciones) de la cual puede participar un libro como ése. En este punto, habría que preguntarse si podemos evaluar un libro tan radical como Naked Lunch a partir de antiguas ideas de belleza o a partir de antiguas ideas morales (incluidas las ideas de la vanguardia). Hay una tensión infinita y una distancia también infinita entre, por ejemplo, la escritura de Lolita y su política de la transgresión y la escritura ascética de Naked Lunch, sobre todo teniendo en cuenta la experiencia literaria que patrocinan, el tipo de juicio que demandan de nosotros y el tipo de monstruosidad que convocan.
¿Qué significa el título Naked Lunch? Burroughs dijo: “No tengo un recuerdo preciso de haber escrito las notas publicadas ahora con el título de El almuerzo desnudo. El título fue sugerido por Jack Kerouac. Hasta mi reciente recuperación no comprendí lo que significaba exactamente lo que dicen sus palabras: Almuerzo desnudo: un instante helado (“a frozen moment”) en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores”.
Ese “instante helado” puede considerarse como el equivalente a la polaroid de Warhol. Más allá de esa analogía y de lo que quiera decir para la conciencia del adicto recuperado (Junkie: Confessions of an Unredeemed Drug Addict fue la primera novela publicada por Burroughs con el seudónimo William Lee en 1953), “almuerzo desnudo” connota orgía, festín (de hecho, alguna traducción optó por “Festín desnudo” y así se llamó en castellano la horrenda adaptación al cine perpetrada por Cronenberg).
Para nosotros, hoy, William Burroughs es sobre todo un inventor de cualidades de vida (la enfermedad, el virus). Inventa la noción de heavy metal, término que apareció por primera vez en la novela La máquina blanda (1962), donde el personaje Uranian Willy es descripto como "el Heavy Metal Kid" (posteriormente reutilizó el término en su novela Nova Express de 1964). Es también el inventor del Tejido Orgánico no Diferenciado (una variación del Cuerpo sin Órganos que mucho antes había propuesto Antonin Artaud como salida a las sociedades de control).
Y es sobre todo, y por eso conviene releerlo hoy mucho más que a Camus, el inventor de la “revolución electrónica”, donde hace funcionar la vida en relación con la lógica viral: “El virus de la mutación biológica está contenido en la palabra. Liberar a este virus de la palabra podria ser más peligroso que liberar la energia del átomo. Porque todo el odio todo el dolor todo el miedo toda la lujuria están contenidos en la palabra. Quizás tengamos aqui en estos tres grabadores [el simio macho, la hembra gimiente y Dios o la Muerte] el virus de la mutación biológica que antes nos dio la palabra y que desde entonces se ha escondido detrás de la palabra. Y quizás tres grabadores y algunos buenos bioquimicos puedan liberar esta fuerza”.
Si del virus no se sabe si está vivo o no, ni si es humano o no, lo mismo puede decirse del lenguaje, y Burroughs escribe como consecuencia de esa imposibilidad de decir, para liberar el virus y generar una mutación por contagio.
En su momento, parecía cosa de dandy o de drogado. Pero la mutación antropológica nos alcanzó, y ya nos abraza con sus tentáculos electrónicos.
Las tres gracias
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