lunes, 16 de noviembre de 2020

Cartulina (2005-2020)

El domingo pasado (¡ayer!) había tenido una crisis respiratoria ("los domingos pasa todo", nos había advertido Estefania, su veterinaria de cabecera). Nos asustamos bastante y llamamos a Martín, el otro veterinario. Nos aconsejó que le duplicáramos la dosis de antihistamínicos y diuréticos que le veníamos aplicando desde hacía diez días. 

La crisis pasó pero era evidente que Cartulina, nuestra rusita azul, la gata más buena del mundo, ya no aguantaba más. Le pedí que nos hiciera un último favor (en quince años fueron tantos que sería imposible contarlos): que pasara la noche tranquila y yo le prometía que hoy lunes ya ibamos a dejar de molestarla.


Me hizo caso, y durmió toda la noche relajada, entre nosotros. Yo elegí velar su sueño, y por suerte justo habían estrenado The Crown, de modo que podía seguir superficialmente la serie, en maratón nocturna. 

Esta mañana hablamos con los veterinarios y nos dijeron que nos esperaban.  Ella se tomó su tiempo y todavía quiso ir a mearles las piedritas y a comerles la comida a los gatos de mi mamá antes de subir al auto. En la veterinaria, le canté mientras le daban un calmante antes de la inyección letal (me salió "Duerme, negrita", totalmente inadecuado). Después ya no quise ver cómo su cuerpo se transformaba en otra cosa.

Le dije, también, que cuando llegara al cielo de los gatos preguntara por los gatos Molloy (Cartulina no era muy lectora, pero nos oyó hablar mil veces de los mil gatos de Sylvia y ella eligió fotografiarse la mayoría de las veces con Cartu). Eso fue un error, ahora me doy cuenta, porque es seguro que los gatos Molloy maúllan en inglés o en irlandés y Cartulina nunca tuvo cerebro para los idiomas.

Pero seguro que va a encontrarse con Rorro Palmeiro, con los gatos de María Moreno, con la gata de Laura y Martín, con Irma, la gatita de Mariano López o con Sabático, nuestro gato que murió en batalla, o con Piqui. Con Mía, la primera gata mala de mi mamá no creo que se encuentre porque está en el infierno.

Fue feliz en estos quince años, y nos dio tanto amor como el que le dimos nosotros. Cartu: te pido disculpas por haberte obligado a pasar un domingo en crisis. No sabíamos... Fuimos egoístas.

Volvimos a la quinta e hicimos un pozo detrás de las plantas de frambuesas. Nos habían preparado un balde con cal para que los perros no fueran a escarbar la tierra. Niro, nuestro "gran danette" (en la libreta sanitaria le pusieron "gran danés", no entendemos por qué), su mejor amigo, de todos modos, no para de buscarla, olfateando todo el terreno.

Te veremos en nuestros sueños. Descansá en paz.
 


5 comentarios:

Unknown dijo...

Un abrazo enorme desde Michigan, Daniel. Les acompaño en el sentimiento! <3

Linkillo: cosas mías dijo...

Gracias, querida!

PUPITA LA MOCUDA dijo...

Lo siento tanto, tanto. Se me cruza mi Freyja, mi hija adorada, y el atroz momento de la despedida. Cuánto que duele cuanto ya no están. Los abrazo fuerte.

LauraNielsen dijo...

A dos años de perder a las mias, después de 17 años de felicidad con ellas, leo estas cosas y las extraño terriblemente. Espero poder perder el miedo a la mortalidad inexorable, y poder volver a adoptar.
Angelica Huston dijo en sus memorias que le parecía cruel que los animales vivieran tan poco. Prefiero poder acompañarlos y sobrevivirlos. Son tan únicos, tan personajes cada uno.
Lo siento mucho, Daniel y esposo.

sonya dijo...

LLore de amor. Ojalá prodigue de caricias a mi Monona y sus ojos de cielo que tanto tanto extraño, ron ron. chau