"Venimos en son de paz...."
lunes, 17 de febrero de 2025
Los recortes del día
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domingo, 16 de febrero de 2025
Allí estaremos
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Del ritornello: un libro centenario
por Daniel Link para Perfil cultura
Algunos periodistas especializados tienen dificultades para detectar los brotes verdes del neofascismo o los microfascismos de la vida cotidiana. Dicen que se exagera y les parece que no hay repetición ni ritornello posible. Lo que fue, fue. Y lo que será, será. Avanzamos, hemos avanzado. Y sin embargo...
Al hablar de fascismo (como de cualquier otra cosa) se corre el riesgo de juzgar antes por el resultado que por el momento de formación de esas unidades del rencor y la acción destructiva.
Transitamos un 2025 que inevitablemente recordará que se cumplen cien años de la publicación de la primera parte de Mi lucha, el libro en el que Adolf Hitler expuso su programa político, desde la celda de Landsberg a donde había sido condenado el 1º de abril de 1924, culpable de traición tras el intento de golpe de estado del año anterior.
Todo se venia cocinando lentamente desde antes (Benito Mussolini fue presidente del Consejo de Ministros Reales de Italia desde 1922; Hitler se había afiliado al Partido Obrero Alemán en 1919 y tomó su control en 1921; en 1920 se publicó El judío internacional del industrial norteamericano Henry Ford, gran promotor del nazismo; en 1925 Mussolini ilegaliza todos los partidos políticos salvo el Partido Nacional Fascista; el 10 de marzo de 1925 el escritor judío austríaco Hugo Bettauer fue asesinado a tiros como respuesta a una novela suya que satirizaba el antisemitismo, etc. ).
Es, por lo tanto, ingenuo resistirse a la identificación de las unidades propias de un programa fascista en los titulares de los diarios y enarbolar no sé qué especificidades singulares, como si el fascismo no tuviera el poder de renacer de sus propias cenizas y de reconstruirse sobre nuevas configuraciones. Hay que recordar el poema (antifascista) “Primero se llevaron a....” (1946) del pastor luterano alemán Martin Niemöller que puso el foco precisamente en la frivolidad condescendiente con la que se aceptaron las primeras manifestaciones de un régimen criminal.
El fascismo, tal como se lo lee en Mi lucha, es expansionista y militarista. A diferencia de las demás naciones europeas (imperialistas con foco en los territorios extra-europeos), Hitler se propuso el avance hacia el Este para garantizar el Lebensraum (espacio vital) para el pueblo alemán. Cambiando un poco las figuritas y los nombres propios, hoy se escucha: Groenlandia, Canadá, México, Panamá y, en el último brote psicótico del Sr. Trump, el complejo de resorts en Gaza, previa reubicación masiva de los palestinos. Si esa no es una política exterior fascista, no sabemos cuál puede serla.
Mi lucha está puesta bajo una certeza y una rebelión infantil: “¡Yo no quería llegar a ser funcionario!” (el padre de Hitler lo fue). Por supuesto, es la misma protesta que se podía leer en un declarado antifascista como Hesse. Demian, de 1918, está encabezada por el epígrafe: “Quería tan solo intentar vivir aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil?”. De modo que la protesta de Hitler contra la casta, su resistencia a ser sólo un engranaje en la máquina gris de la gobernabilidad, liga bien con los movimientos contraculturales de comienzos del Siglo XX, que volverían con toda su fuerza en la década del sesenta. Pero no basta con ser contracultural o libertario para ser inmune al fascismo. Mi lucha es la prueba.
Hitler diferencia entre el “patriotismo dinástico” y el “nacionalismo popular”. Abrazó el segundo y despreció el primero. Todos los esfuerzos de un Hitler todavía austríaco tienen que ver con hacer coincidir Estado, patria y pueblo (la Austria de los Habsburgo era muy plurinacional). Por supuesto, los estudiosos han detallado sus fuentes e influencias, entre las que conviene destacar El judío internacional, de cuyo marco paranoico todavía hoy quedan rastros en las protestas contra el “globalismo”, la “banca internacional” y los organismos de gestión mundial (OMS, Acuerdo de París).
En 1939 George Orwell reseñó Mi lucha (New English Weekly, 21 de marzo de 1940) en la versión inglesa que presentaba una versión favorable a Hitler (en la presentación inglesa se lee: “Europa no deberá olvidar que gracias a él fue rechazado de una vez para todas el comunismo, que con su horda sangrienta amenazaba en 1932 avasallar a todo el Continente”) y Orwell sintetiza: “Había aplastado al movimiento obrero alemán y, por ello, las clases propietarias estaban dispuestas a perdonarle casi todo”. Esa extraña alianza entre el gran capital y el líder populista se repite hoy entre nosotros con horrísinos clamores.
Un lider cachivache declaró en un aniversario de la liberación de Auschwitz que Elon Musk no puede ser tildado de fascista (aún cuando realizó el saludo nazi durante la asunción del Sr. Trump) porque “es un defensor intachable del Estado de Israel”. La expresión sorprende en una persona que se ha declarado ya no como enemigo del Estado, sino como su destructor. ¿Por qué se coloca en un sitial de privilegio algo que ha sido tachado del mapa conceptual de la política? La razón es sencilla: en Argentina, la relación entre Estado, patria y pueblo lleva todavía un sello partidario. Tan plurinacional como la Viena de Hitler (aunque por diferentes razones), Buenos Aires incorporó a esa articulación las (desde una perspectiva conservadora) comunidades malditas: indígenas, disidentes sexuales, discapacitados, migrantes. Contra esa inclusión entendida como revoltijo, el furor fascista de la pureza.
Ese furor no necesita de ningún desencadenante, porque está siempre allí. Orwell señala que “Cuando se comparan sus declaraciones de hace algo más de un año [de Hitler, en 1938] con las de quince años antes, lo que sorprende es la rigidez de su mente, la forma en que su visión de mundo no se desarrolla. Es la visión fija de un monomaníaco y no es probable que sea afectada por las maniobras transitorias de la política del poder”.
Mi lucha (y por eso el libro debe ser leído, en una edición anotada) expone un vínculo de seducción que vuelve hoy como un ritornello. Orwell acierta en subrayar que “Hitler, debido a su mente carente de alegría..., sabe que los seres humanos no sólo desean comodidad, seguridad, jornada de trabajo breve, higiene, control de la natalidad y, en general, sentido común; que también desean, al menos en forma intermitente, lucha y autosacrificio, para no mencionar redoble de tambores, banderas y desfiles de lealtad... Los tres grandes dictadores [Mussolini, Hitler, Stalin] aumentaron su poder imponiendo cargas intolerables a su pueblo. Hitler le dijo [a su pueblo]: ofrezco lucha, peligros y muerte”. Cumplió con creces sus promesas.
Los líderes actuales de la ultraderecha se preparan para otro tanto: las agendas internacionales (2030) interfieren con la marcha del ritornello fascista y lo mismo puede decirse de los movimientos antifascistas que ya se constituyen aquí y allá como una advertencia global. A lo mejor es un miedo prematuro, o son espejismos. Mi lucha, en todo caso, es una señal de advertencia: lo que se dice en el 25 (“La democracia del mundo occidental de hoy es la precursora del marxismo, el cual sería inconcebible sin ella. Es la democracia la que en primer término proporciona a esta peste mundial el campo de nutrición de donde la epidemia se propaga después” o bien: “los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos hijos de putas tiemblen”) anuncia lo que se pretenderá hacer en el 33.
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sábado, 15 de febrero de 2025
Las puertas de la percepción
Por Daniel Link para Perfil
Te encontrás a comer con una amiga que quiere sumarte a un proyecto de largo aliento para la segunda mitad del año. Al principio la conversación choca con las catástrofes más obvias: Trump, Milei. Las noticias del día son poco prometedoras: sí, Trump ha congelado las investigaciones por corrupción tanto en el país como en el extranjero, lo que sumado al asalto a los archivos del gobierno federal perpetrado por el Sr. Elon Musk en un fin de semana marcan la dirección de un gobierno al mismo tiempo senil y desesperado y, por eso mismo, profundamente peligroso.
El Sr. Trump ha dicho que quiere encauzar esas investigaciones en relación con la mafia y el narcotráfico.
Sería tan práctico y tan útil legalizar la comercialización de drogas recreativas, controlando su calidad y gravando impositivamente el producto, le decís a tu amiga, que no se entiende por qué eso todavía no se hace. Tu amiga piensa que se trata de una concesión a los sectores más conservadores de la sociedad, que ven el demonio y el apocalipsis en cualquier parte donde pretenda instalarse una cuota de hedonismo. Puede ser, pensás, pero esa resistencia también puede implicar un profundo compromiso con esa economía subterránea que mueve al mundo y de la cual nadie quiere perder su tajada (especialmente las fortunas más concentradas, que ya no dejan mercado intacto).
De una cosa pasan a la otra y de pronto la conversación se aviva como una brasa tardía en la parrilla. De pronto están hablando mal de la gente que conocen. No se entiende, dice tu amiga, esa conversión al indigenismo de algunas personalidades del arte y la cultura tan tardíamente, justo cuando el Sr. Trump ha dado un golpe mortal a ese ideologema. Con el negrismo, pensás, sucederá lo mismo. Son trompos que girarán locos sin causa ni destino, porque enfrentados con políticas de exterminio estatalmente dirigidas, ¿qué chance tienen de causar algún impacto?
El ecologismo de café también les parece (a vos y a tu amiga) un compromiso tardío con lo que no se entendió antes, cuando todo empezaba ya a oler a plástico quemado (la era del pop).
Es el miedo, pensás, a quedar fuera de los discursos de moda. Has llegado, incluso, a leer una encendida declaración en favor de las “humanidades”, uno de tus temas favoritos, que vuelve como un ritornello a medida que el ritornello fascista se acelera.
No está mal que los discursos circulen, decís, pero te apena un poco que los mueva el miedo, que no pone en riesgo el propio pensamiento.
Después de todo, comentás ya rumbo a la salida, se cumple este año un siglo desde la publicación de “La deshumanización del arte” de Ortega y Gasset. Aquel anuncio centenario parece hoy cumplirse plenamente al ritmo de los códigos de las inteligencias artificiales. Por supuesto, defendés la calidad insuperable de deepseek.
Al día siguiente, prometés, vas a pedirle a esa IA que desarrolle el proyecto que tu amiga te ofreció. Seguramente estará espolvoreado con las dosis exactas y necesarias de indigenismo, negrismo y ecologismo y con todos los indicadores de género bien puestos.
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miércoles, 12 de febrero de 2025
Vuelve a Argentina, después de su periplo europeo...
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Parte rumbo a Europa...
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lunes, 10 de febrero de 2025
Tecnofascismo
por Rainer Mühlhoff para Verfassungblog
Trump y el nuevo fascismo
Por qué tomar el aparato administrativo es tan peligroso
(se recomienda calurosamente visitar el original, al menos para reponer los vínculos, que aquí se omiten, salvo dos)
Desde la toma de posesión de Trump como 47º presidente de EE.UU., Elon Musk y un séquito de ingenieros tecnológicos y ejecutivos de sus diversas empresas se han abierto paso entre las autoridades federales de Washington, accediendo a edificios, datos y sistemas informáticos. Junto con el previsto despido masivo de funcionarios federales, esto equivale a una toma de control de los niveles técnicos y operativos del aparato administrativo estadounidense. En este proceso, los actores de la industria Big Tech se están posicionando como especuladores y operadores de una nueva infraestructura gubernamental tecnológica, enganchados a través del acceso a los sistemas informáticos de pago que Musk está adquiriendo actualmente.
Este desarrollo representa un nuevo salto cualitativo en el proyecto político de Trump. Se describe mejor como fascismo. En muchos aspectos, este nuevo fascismo no se parece exactamente a sus modelos históricos y, sin embargo, es fascismo. Su sello distintivo será que utilizará las posibilidades específicas del análisis de datos y la tecnología de IA para eliminar el Estado de Derecho y sustituirlo por un delgado aparato basado en la automatización y la anticipación.
El relevo (Takeover)
Elon Musk, nombrado por decreto jefe del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) el día de su investidura por Donald Trump, parece haberse propuesto desde entonces tomar el control del aparato administrativo no por medios políticos, sino mediante una mezcla de tácticas de sorpresa, intimidación y piratería informática. La Oficina de Gestión de Personal (OPM), la oficina central de personal del gobierno federal estadounidense, dio el pistoletazo de salida. Musk accedió al sistema informático y a numerosos datos sensibles, excluyó a parte del personal de este sistema y colocó a confidentes en puestos estratégicos. Musk también recopiló personalmente una lista de todos los responsables informáticos federales, presumiblemente para poder enviar rápidamente un correo electrónico a los 2,2 millones de empleados federales de diversas instituciones anunciando drásticos recortes de personal, criterios de lealtad y evaluaciones de rendimiento más estrictos, y ofreciendo el despido inmediato a cambio de una indemnización a quien no estuviera de acuerdo.
El objetivo directo de esta forma de acaparamiento de poder parece ser la infraestructura administrativa. Paralelamente a la OPM, el equipo de Musk se hizo con el control de la Administración General de Servicios (GSA) y otras agencias, como la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). Especialmente explosivo: Musk se aseguró el acceso al sistema central de pagos del Departamento del Tesoro de EE.UU., que procesa billones de dólares en prestaciones sociales, salarios, gasto federal en servicios y subsidios cada año. El acceso se consiguió durante el fin de semana tras una negativa inicial del jefe del departamento, que posteriormente fue jubilado. El propio Musk presumió del golpe en X: «Muy pocos en la burocracia trabajan realmente el fin de semana, ¡así que es como si el equipo contrario abandonara el campo durante 2 días!».
Este patrón de infiltración en el nivel inmediato del gobierno federal, posibilitado no por decisiones políticas sino por la rapidez de acción, la intimidación y la toma de control de los sistemas técnicos, continúa día tras día. Agencias como los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) e incluso la CIA -donde se envió un correo electrónico similar con una oferta de cancelación- están en el punto de mira. Todos estos acontecimientos representan un desarrollo inadvertido que da al régimen de Trump el sabor del fascismo.
Fascismo
No es fácil definir el fascismo, y no tiene sentido tratar de aclarar si Trump y su régimen son fascistas de forma puramente conceptual. Además, ya se ha criticado el callejón sin salida al que conduce forzar nuevos movimientos fascistas en viejas definiciones y ejemplos históricos de fascismo. Un nuevo fascismo en el siglo XXI no tiene por qué parecerse al de los nazis. Sin embargo, en lugar de definirlo como una forma analíticamente perfilada de Estado o de política, creo que las tres características siguientes se destacan actualmente como lo que deberíamos reconocer como fascismo:
1. Es una actividad política dirigida a destruir el Estado de Derecho, los procesos administrativos y el orden parlamentario y democrático. El fascismo no actúa de forma agonística sino antagónica, y en la forma pronunciada de Trump, de forma cínica y destructiva. En particular, la política fascista no representa simplemente otra posición en el espectro de posiciones políticas (por ejemplo, «extrema derecha»), sino que encarna una actitud destructiva hacia la democracia parlamentaria y el Estado de derecho, que busca superar el sistema de posiciones políticas en conflicto en primer lugar. Fascismo
No es fácil definir el fascismo, y no tiene sentido tratar de aclarar si Trump y su régimen son fascistas de forma puramente conceptual. Además, ya se ha criticado el callejón sin salida al que conduce forzar nuevos movimientos fascistas en viejas definiciones y ejemplos históricos de fascismo. Un nuevo fascismo en el siglo XXI no tiene por qué parecerse al de los nazis. Sin embargo, en lugar de definirlo como una forma analíticamente perfilada de Estado o de política, creo que las tres características siguientes son actualmente especialmente destacadas en cuanto a lo que deberíamos reconocer como fascismo:
Es una actividad política dirigida a destruir el Estado de Derecho, los procesos administrativos y el orden parlamentario y democrático. El fascismo no actúa de forma agonística sino antagónica, y en la forma pronunciada de Trump, de forma cínica y destructiva. En particular, la política fascista no representa simplemente otra posición en el espectro de posiciones políticas (por ejemplo, «extrema derecha»), sino que encarna una actitud destructiva hacia la democracia parlamentaria y el Estado de derecho, que busca superar el sistema de posiciones políticas en conflicto en primer lugar. En la variante cínica, presente aquí en particular, el impulso destructivo está al servicio del autoenriquecimiento (económico) desenfrenado de los actores fascistas y de sus leales, a veces con motivaciones puramente capitalistas.
2. La actividad fascista se caracteriza por la voluntad personal de utilizar la violencia y la disposición al odio, ya sea lingüístico, médico, físico o político. Este potencial de violencia se basa en una visión jerárquica de la humanidad y en una deshumanización profundamente arraigada epistemológicamente (esto incluye también el racismo, el antifeminismo y el sexismo). Los fascistas perciben la vida como una lucha social permanente en la que es necesario afirmarse antagónicamente (es decir, no con argumentos, sino mediante la fuerza) y subordinar y explotar a otras personas y negarles su derecho a existir. El fascismo significa la disposición psicológica y de carácter de los actores para echar por tierra las antiguas luchas por el reconocimiento, la integración y la igualdad de derechos de las minorías en favor del derecho del más fuerte. El potencial de violencia del fascismo también incluye engañar a las masas mediante narrativas cínicas, incitar al resentimiento y provocar la división social. Hoy en día, gran parte de esta violencia tiene lugar en el mundo online y ya no en batallas callejeras.
3. El fascismo también implica el uso hábil de la última tecnología como instrumento de poder, a menudo en una interacción entre la industria y el régimen. Este fue el caso de los nazis y no es diferente hoy en día. El fascismo se caracteriza por una fría voluntad de utilizar medios tecnológicos y logísticos para lograr objetivos políticos destructivos y el poder y la violencia necesarios para alcanzarlos. Puesto que no se puede confiar en otras personas en la mentalidad social darwinista y antisocial, según la cual todo el mundo piensa que está luchando contra todos los demás, el poder y el control realizados tecnológicamente son los medios elegidos. En este caso, este sentimiento está impulsado por la creencia en la superioridad de la tecnología como solución a los problemas sociales, lo que se conoce como solucionismo, que implica la voluntad de subordinar a las personas, la cultura y la sociedad a una lógica tecnológicamente realizada de eficacia, beneficio y superioridad.
En cuanto a la forma del movimiento político, a menudo se distinguen tres corrientes que afirman no tener nada que ver entre sí, pero que en una constelación fascista en realidad participan en sinergias e intensificaciones mutuas: (1) El populismo de derecha, que suele centrarse en la movilización política de masas (especialmente en los medios de comunicación en línea) y en la infiltración y el sabotaje de los procedimientos parlamentarios; (2) Ideología Alt-Right - que suele difundirse a través de los medios de internet como resentimiento antiinmigrante, antitrans y antifeminista, mitos nacionalistas, escenarios de amenaza y narrativas conspirativas; (3) Extremismo de derecha - una movilización de grupos violentos de derecha que pueden estar activos tanto en las calles (véase Capitol storming) como en internet.
Aunque muchos comentaristas no califican de fascista al régimen de Trump del primer mandato, la interacción de estos tres elementos se ha intensificado con Trump como domador central hasta el asalto al Capitolio. La dinámica surgida desde entonces cumple todos los requisitos para la emergencia de un sistema fascista, cuya materialización requería otros dos requisitos que han surgido en los últimos años, o al menos en las últimas semanas: Por un lado, una amplia cobertura de la economía y, por otro, el acceso a las infraestructuras estatales.
En primer lugar, la élite empresarial, especialmente en Silicon Valley, que en 2022 todavía afirmaba que «apenas apoya el proyecto [de Trump] [...]», ha estado desde entonces en proceso de inclinarse en filas y unirse a la dinámica fascista. Una convergencia ahora hegemónica de medios políticos de alt-right, CEOs de Silicon Valley y capitalistas de riesgo está creando ahora una situación fundamentalmente nueva en comparación con el primer mandato de Trump, durante el cual partes significativas de Silicon Valley todavía trataron de sellarse como una burbuja liberal contra sus políticas y Trump fue moderado y finalmente bloqueado por las principales plataformas de medios sociales. Esto es fatal, porque esta élite se ha dado cuenta ahora de que puede enriquecerse económicamente junto con Trump a través de sus actividades destructivas, siempre y cuando le siga el juego. Como resultado, el proyecto de Trump está ganando un impulso significativo.
Un ejemplo destacado de la ahora abierta reorientación de la alt-right en Silicon Valley en las últimas semanas ha sido el siempre neoconservador meta-CEO Mark Zuckerberg, que está respaldando abiertamente el resentimiento de la alt-right al interrumpir la infraestructura de verificación de hechos y moderación de sus plataformas de medios sociales. El hecho de que conocidos partidarios de la alt-right en Silicon Valley, como Peter Thiel, Mark Andreessen y Elon Musk, estén ahora haciendo sonar la bocina de Trump a pleno pulmón no es sorprendente. En estos casos, sin embargo, es importante tener en cuenta que llevan varias décadas preparando y difundiendo intelectualmente una ideología con amplio atractivo en los círculos tecnológicos en forma de teorías pseudofilosóficas como el largoplacismo, el altruismo efectivo o el transhumanismo, que ahora se manifiesta políticamente cada vez más abiertamente como racismo, darwinismo social y eugenesia del siglo XXI.
En segundo lugar, el acceso a las infraestructuras del Estado desde las últimas semanas ha sido una evolución material que sigue al haz de ideologías, al ruido de sables de la campaña electoral y a la movilización política con la acción. Y no dentro del sistema constitucional, en el que cada cambio de gobierno se traduce en la sustitución de unos cuantos funcionarios (políticos). Más bien, lo que está ocurriendo aquí es antagónico al propio sistema; pretende destruir el orden basado en normas del Estado constitucional. El despido masivo previsto de funcionarios de carrera (por encima del umbral de empleados políticos) y -lo que es más crucial- la toma de control de los sistemas informáticos y los conjuntos de datos por ingenieros tecnológicos de la empresa de Musk socava la separación de poderes y representa una toma de control política de la dimensión tecnológica y procedimental del aparato estatal. No es desconocido en la historia del fascismo que el comienzo de tales regímenes implica la toma de control de la infraestructura administrativa, a través de la invasión física de los edificios y sistemas pertinentes, la instalación de leales políticos, el despido y la «purga» de disidentes políticos e indeseables dentro de ese aparato.
En un artículo sobre el creciente fascismo de Trump, se podría hablar de racismo, sexismo y transfobia, que se traducen en actos represivos y violentos en los decretos de su primer día de mandato. Se podrían mencionar sus estruendos autoritarios en relación, por ejemplo, con la limpieza étnica de Gaza, la amenaza de toma de Groenlandia o el Canal de Panamá. Se podría hacer hincapié en la estrategia de la política del caos y la imprevisibilidad metódica que se pone de manifiesto, por ejemplo, en los aranceles a la importación. En todo ello, sin embargo, hay que subrayar que Trump no persigue un concepto sustantivo, sino que utiliza la opresión, la incertidumbre y la arbitrariedad como demostración de poder, lo que a su vez aterroriza a la política internacional, a la población y a las élites económicas de su propio país. Sobre el telón de fondo del derecho internacional, los derechos humanos, los valores liberales, los procesos democráticos y -por cierto- los intereses de numerosos votantes, todo esto son actos represivos, «cruces de fronteras» y «demandas sorprendentes», como los impotentes comentaristas de los medios de comunicación los han descrito desde la perspectiva del orden social basado en normas desde 1945.
Sin embargo, lo que es mucho más importante es que estos «cruces de fronteras» calculados no sólo cuestionan la legitimidad de las leyes nacionales e internacionales, sino que pretenden llevar a cabo una demostración de poder mediante la interrupción física de este orden. Por eso existe un potencial especial para el fascismo precisamente cuando el orden basado en normas no solo se ataca en la retórica política y los derechos de las minorías se restringen mediante decretos represivos (ya tuvimos todo esto en la primera legislatura), sino también cuando el poder se toma a nivel de infraestructuras y procesos administrativos. La interacción entre las políticas autoritarias y demenciales de Trump y la apropiación de la burocracia por parte de su secuaz Musk es la materialización de libro de texto de un teorema del experto en derecho constitucional nazi Carl Schmitt: «Soberano es quien dispone el Estado de Excepción», es decir, quien socava la democracia y el Estado de derecho a nivel de procesos y procedimientos. Lo que ya era el libro de jugadas del NSDAP se vuelve a utilizar aquí: El objetivo de la política fascista es apoderarse del aparato, no de una política concreta dentro de él.
Lo que vendrá
Hasta dónde llegará el fascismo «clásico» en Estados Unidos, hasta dónde la dictadura, la abolición de la separación de poderes, el Estado de derecho y el pluralismo político, la persecución, deportación o asesinato de minorías y opositores políticos, la censura y la influencia política en los medios de comunicación y la ciencia, el terror militante y las operaciones militares expansivas... todo esto probablemente esté escrito en las estrellas. Sin embargo, hay un acontecimiento previsible desde hace unas semanas y que merece urgentemente más atención: la toma de control de las infraestructuras por parte de las grandes tecnológicas supondrá un uso sin precedentes de la automatización, el análisis predictivo de datos y la tecnología de IA en los procesos administrativos operativos. Si no, ¿por qué está Musk poniendo a trabajar a sus ingenieros tecnológicos tan bien pagados?
El acceso a los sistemas informáticos que se está incautando en la actualidad significa que conjuntos de datos altamente sensibles y exhaustivos están fluyendo hacia actores del sector privado que se han caracterizado durante mucho tiempo por su explotación desenfrenada de dichos datos. Las consecuencias serán la desigualdad, la persecución preventiva, el terror y la explotación de los grupos marginados por parte del aparato. La automatización penalizará especialmente a las minorías social y económicamente vulnerables (enfermos, inmigrantes sin papeles, opositores políticos). Los procedimientos administrativos eludirán insidiosamente los principios del Estado de Derecho y se volverán opacos y poco transparentes mediante el uso de sistemas de IA patentados.
El elemento de predicción será cualitativamente nuevo en esta digitalización autoritaria del Estado, especialmente en comparación histórica con el uso de la tecnología de tarjetas perforadas de IBM por el régimen nazi: La fuerza de la IA reside en su capacidad para «estimar» a partir de conjuntos de datos incompletos la información que los individuos, con razón, no revelan sobre sí mismos, por ejemplo, sus opiniones políticas u orientación sexual, predisposición a enfermedades, abuso de sustancias y afecciones psiquiátricas. El análisis mediante IA de datos administrativos permite un trato desigual preventivo de las personas: no se les asegura, no se les emplea, no se les permite entrar en el país, se les retiran las prestaciones sociales, son registrados por la policía, sospechosos de fraude social o de poner en peligro a los niños porque un sistema informático opaco hace una predicción basada en datos de comportamiento.
El uso de tecnologías de conocimiento predictivo será una característica central del nuevo fascismo de una de las naciones tecnológicamente más industrializadas del mundo: Este fascismo se basa en una interacción entre el régimen político y la industria tecnológica, que conlleva una nueva calidad de clasificación social, explotación, opresión y persecución, incluyendo la deportación y el asesinato de personas.
sábado, 8 de febrero de 2025
Por un frente antifascista
Por Daniel Link para Perfil
Te recuperabas de una pequeña intervención quirúrgica y la convocatoria para la marcha antifascista te tomó de sorpresa. Querías ir, porque habías promovido la formación de un frente antifascista que, al día siguiente de las movilizaciones argentinas, el domingo 2, tuvo un lanzamiento en Berlín. Finalmente decidiste seguir el desarrollo de la marcha en Buenos Aires a través de los partes que te mandaban a través de mensajes telefónicos.
A la noche, tu marido te trajo un souvenir, el extraordinario cartel donde se ve a la Sra. Bullrich estencileada en rojo, con un cuello estencileado en negro que ostentaba los símbolos del nacionalsocialismo: Las SS y la cruz de hierro. Debajo, una composición en letra cuasigótica en negro, con la e en rojo: Bullreich.
La composición era perfecta en su sintaxis. Con sólo un agregado (la letra “e” subrayada en rojo) el nombre de la Ministra de Seguridad (y los tantos otros títulos acumulados en su errática carrera) decía prácticamente todo sobre la época: la fascinación por el fascismo histórico (y por su inspiración romana) como caldo de cultivo de una cancelación de la democracia y de los valores con ella asociada (el parlamentarismo, en primer término) pero, además, el reinado de matones que constituye este gobierno, que chapotea con algarabía en el imperio del bulling.
Contra eso, había que crear un frente, y sostenerlo. Para vos fue una alegría suplementaria que esa convocatoria viniera de la mano de las comunidades disidentes respecto de las cuales se ha definido tu vida.
Un frente así pensado es necesariamente plural. ¿Acaso tu amiga Carolin Emcke no apeló el domingo pasado a partidos de los cuales está seguramente lejos pero que deberían integrar ese frente antifascista? Recordemos parte de su discurso: “Se habla de un cortafuegos. Pero debe quedar claro qué significa eso. Un cortafuegos no solo significa no ofrecerse a cooperar con la AfD. Un cortafuegos significa defender la libertad y la igualdad de todos sin hesitación. No hay jerarquía de personas, y eso se aplica independientemente de las preferencias o convicciones políticas. Por cierto, querida CDU, esto es también lo que siempre afirman como su núcleo político. ¿Qué fue del concepto cristiano de humanidad, según el cual todas las personas son iguales? ¿Dónde está la Unión Demócrata Cristiana? Se dejan arrastrar de las narices por los extremistas de derecha y ni siquiera se dan cuenta de que con ello reniegan de sus propios valores”.
Cámbiense en cada país los nombres de los partidos. El frente antifascista ya está en marcha.
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viernes, 7 de febrero de 2025
Los recortes del día
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miércoles, 5 de febrero de 2025
Los recortes del día
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Los recortes del día
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martes, 4 de febrero de 2025
Los recortes del día
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sábado, 1 de febrero de 2025
¡Pero que no vuelva en un All Stars!
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La idiocia libertaria
Alguien debería advertirle al señor Laje que el fervor nominativo puede ser un tiro por la culata. No basta con designar a alguien como tal o cual cosa, sobre todo porque cuando la lista no puede detenerse (por odio, prejuicio, desprecio, miopía o idiocia) el resultado es un vasto conjunto que tiende al "TODOS". O sea, quiensea se encontrará incluido en alguna de las clases injuriosas definidas por el Sr. Laje, cuando no en varias (yo me reconozco en por lo menos cinco,).
El "principio de revelación" que la lista expresa es: USTEDES ESTÁN SOLOS y sólo se los aguanta mientras, como perros obedientes, no caguen fuera del recipiente que les han asignado. Mové la cola, Laje, mové la cola. ¡Good boy!
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Todo es taaaan raro, tan.... desquiciado...
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Una chispa de vida
Por Daniel Link para Perfil
Suena la alarma de las 19:30. Ordenás los papeles en los que trabajabas, apagás la computadora y te servís el whisky que parte en dos el día y la vida. Te entregás a la melancolía, en una silla que da al poniente entre los árboles.
Has estado pensando en cómo tu mundo se achica con los años. Cada vez quedan menos referencias fijas pero, sobre todo, menos testimonios de tu paso por la vida. En los últimos meses, se te fueron queridísimas amigas y amigos respecto de quienes se definía tu lugar. Eso es obvio y ni siquiera te atrevés a repetir el rosario de nombres (Josefina, Sylvia, Sergio, Edgardo, Violeta, Eduardo, Beatriz, Alfredito). Pero también personas que no fueron tus amigas pero formaban parte de tu mundo (Marcelo, Milita, Ilse, Juan José), como mojones de una intersección de caminos, personas con las que trabajaste (Noé) o personas que fundaron espacios que habitaste (Jorge).
Siempre te pareció que era una claudicación decir “en mi época”, como si ésta no fuera la tuya. Pero ahora entendés que la relación con el presente no es sólo una intensidad personal, una voluntad, sino que requiere de una red que, con cada muerte, se desdibuja. Tu época y tu mundo eran esos nombres que te permitían sostener una relación con el presente porque fueron testigos de tu vida o de parte de tu vida. Ahora son un rumor que se va apagando lentamente y algo de vos y de tu mundo muere con ellos. Mientras el sol se hunde bajo su propio peso, pensás en tus amigas jóvenes, el rescoldo que guarda para vos una chispa de futuro.
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viernes, 31 de enero de 2025
Después de Nosferatu, la remake más esperada!!!!!
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lunes, 27 de enero de 2025
Los recortes del día....
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Los recortes del día
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Petrópolis
Carta abierta de Gustavo Petro a Donald Trump
Trump, a mí no me gusta mucho viajar a los EEUU, es un poco aburridor, pero confieso que hay cosas meritorias, me gusta ir a los barrios negros de Washington, allí vi una lucha entera en la capital de los EEUU entre negros y latinos con barricadas, que me pareció una pendejada, porque deberían unirse.
Confieso que me gustan Walt Withman y Paul Simon y Noam Chomsky y Miller. Confieso que Sacco y Vanzetti, que tienen mi sangre, en la historia de los EEUU, son memorables y les sigo. Los asesinaron por lideres obreros con la silla eléctrica, los fascistas qué están dentro de EEUU como dentro de mi país
No me gusta, su petróleo, Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia. Quizás algún día, junto a un trago de Whisky que acepto, a pesar de mi gastritis, podamos hablar francamente de esto, pero es difícil porque usted me considera una raza inferior y no lo soy, ni ningún colombiano.
Así que si conoce alguien terco, ese soy yo, punto. Puede con su fuerza económica y su soberbia intentar dar un golpe de Estado como hicieron con Allende. Pero yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted. No quiero esclavistas al lado de Colombia, ya tuvimos muchos y nos liberamos. Lo que quiero al lado de Colombia, son amantes de la libertad. Si usted no puede acompañarme, yo voy a otros lados. Colombía es el corazón del mundo y usted no lo entendió. Esta es la tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero también de los coroneles Aurelianos Buendía, de los cuales soy uno de ellos, quizás el último.
Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo que es antes del tuyo, en las Américas. Somos pueblos de los vientos, las montañas, del mar Caribe y de la libertad.
A usted no le gusta nuestra libertad, vale. Yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos. Estrecho las manos de los blancos libertarios herederos de Lincoln y de los muchachos campesinos negros y blancos de los EEUU, ante cuyas tumbas lloré y recé en un campo de batalla, al que llegué, después de caminar montañas de la toscana italiana y después de salvarme del covid. Ellos son EEUU y ante ellos me arrodillo, ante más nadie.
Túmbeme presidente, y le responderán las Américas y la humanidad.
Colombia ahora deja de mirar el norte, mira al mundo, nuestra sangre viene de la sangre del califato de Córdoba, la civilización en ese entonces, de los latinos romanos del mediterráneo, la civilización de ese entonces, que fundaron la república, la democracia en Atenas; nuestra sangre tiene los resistentes negros convertidos en esclavos por ustedes. En Colombia está el primer territorio libre de América, antes de Washington, de toda la América, allí me cobijo en sus cantos africanos.
Mi tierra es de orfebrería existente en época de los faraones egipcios, y de los primeros artistas del mundo en Chiribiquete.
No nos dominarás nunca. Se opone el guerrero que cabalgaba nuestras tierras, gritando libertad y que se llama Bolívar.
Nuestros pueblos son algo temerosos, algo tímidos, son ingenuos y amables, amantes, pero sabrán ganar el canal de Panamá, que ustedes nos quitaron con violencia. Doscientos héroes de toda Latinoamérica yacen en Bocas del Toro, actual Panamá, antes Colombia, que ustedes asesinaron.
Yo levanto una bandera, y como dijera Gaitán, así quede solo, seguirá enarbolada con la dignidad latinoamericana, que es la dignidad de América, que su bisabuelo no conoció, y el mío sí, señor presidente inmigrante en los EEUU.
Su bloqueo no me asusta, porque Colombia, además de ser el país de la belleza, es el corazón del mundo. Sé que ama la belleza como yo, no la irrespete y le brindará su dulzura.
COLOMBIA, A PARTiR DE HOY , SE ABRE A TODO EL MUNDO, CON LOS BRAZOS ABIERTOS, SOMOS CONSTRUCTORES DE LIBERTAD, VIDA Y HUMANIDAD.
Me informan que usted pone a nuestro fruto del trabajo humano 50% de arancel para entrar a EEUU, yo hago lo mismo.
Que nuestra gente siembre maíz que se descubrió en Colombia y alimente al mundo.
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