sábado, 3 de diciembre de 2011

Consumos culturales

Por Daniel Link para Perfil


Ya está la navidad encima y los últimos esfuerzos laborales (boqueando), antes de entregarnos no al dolce far niente, sino al otium. Pero no puedo, todavía, entregarme al relajo veraniego (negotium es el año entero y todavía no ha terminado, me persigue).

Leo en un diario un informe de la consultora abeceb.com, según el cual los cines argentinos superarán los 40 millones de espectadores en 2011 (apenas por debajo del récord de 2004).

La noticia me alegra por razones seguramente diferentes a la de los dueños de los cines y los gerentes de las distribuidoras: demuestra cuan infundadas son las repetidas alarmas, la persecución a los usuarios que descargan material audiovisual, las denuncias penales contra sitios como cuevana (que sí, que no, que te mando a juicio o esperamos no sé qué), en definitiva: la falsa bandera de que el streaming o la descarga gratuita ponen en situación de vulnerabilidad a la industria cinematográfica (en este caso) o a las “industrias culturales” (esa aberración conceptual), en general.

Nada de eso, al menos en los centros urbanos (que son, como se sabe, cuevas de piratas): el 60 % del total de las salas del país se concentra en la ciudad de Buenos Aires y su zona metropolitana (que algunos llaman Conurbano) y el 67 % de las entradas vendidas corresponden a esa área (a un promedio de casi 4 entradas por habitante por año, contra 1 entrada en el resto del país).

Razones del crecimiento de los espectadores pueden ser la consolidación del formato 3D, la cantidad de promociones (2x1, etc.) que ofrecen los bancos, o el crecimiento exponencial del cine criollo (que pasó del 5 % en cantidad de estrenos de 1994 al 30 % en 2010).

No importa. Lo cierto es que los cines tuvieron un buen año; los fabricantes de gominolas y máquinas para hacer pochoclo, también; las distribuidoras llenaron sus arcas y todos contentos, salvo los abogados que se las van a ver en figurillas para seguir interponiendo demandas antipáticas y que no pueden prosperar.

Ya vendrán los sutiles analistas de mercados para decirnos qué diferente es el caso de la industria discográfica y que ellos sufren, sufren, sufren la copia clandestina de cds de Silvana Di Lorenzo. O los editores de libros, que se rasgarán las vestiduras para que nadie fotocopie ni escanee página alguna de los libros que publican.

Pero es difícil imaginar un comportamiento tan diferenciado por parte de las audiencias. Lo más probable es que los públicos sigan consumiendo según el mismo ritmo (para mi gusto, totalmente incomprensible y hasta censurable) los productos que se les ofertan. Si no contamos con estadísticas similares a las que la industria cinematográfica hoy nos regala es sencillamente porque la concentración de la industria del cine es mucho mayor y mucho más fácilmente cuantificables son sus operaciones.

Ya que el fin de año y los balances se aproximan, que digan los editores y los sellos discográficos cuántos libros y cuántos discos venden y después vemos si no es mayor el daño que ellos perpetran a los públicos que el que aducen que sufren sus bolsillos.

10 comentarios:

_ dijo...

Cuevana y Taringa son re truchos.

Siempre dicen que ellos no "alojan" el material que ofrecen pero si uno saca toda referencia a material con derecho de copia esos sitios quedan vacíos de contenido.

¿Por qué no apoyás tu postura con una acción directa?

¿Por qué no están tus libros en este sitio, por ejemplo, libres para ser bajados?

No hay que ser mezquino.

Partido Pirata Argentino dijo...

Buena pregunta Daniel, el gobierno suizo decidió que descargar películas y música no afecta al consumo de cultura
Saludos!!

Partido Pirata Argentino dijo...

Sobre la evolución de la venta de música en el mundo.
En la Argentina tendríamos que ver bien en Capif qué dicen.

Anónimo dijo...

Profesor... sobre el tema de las editoriales, acá le dejo un caso interesante, quizá ya lo conoce:

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=_VEYn3bXz34

popi dijo...

_Hernán, cómo pueden ser "re truchos" si son re efectivos?

_ dijo...

La gente de Taringa sacó un libro, en papel, sobre la historia de Taringa. El mismo día se lo subieron al sitio y lo bloquearon.

Los bardearon y tuvieron que dejar los links del libro, incluso salieron por radio a dar explicaciones.

Si obtenés un beneficio económico, directa o indirectammente, no es porque "apoyás la libertad", es porque construiste un negocio.

Y si uno retira toda referencia a material con derecho de copia, los sitios se quedan vacíos.

Por eso son truchos. Si a Google le sacás toda referencia a material con derecho de copia, google no deja de existir ni de ser funcional. Pero esos sitios son solamente un punto de apoyo para la piratería.


Trucho es falso. Y por eso son truchos.

Efectivos son, claro. Pero eso no tiene que ver con ser trucho. Tiene que ver con ser hábil en sacar rédito de una situación.


Distinto sería una librería virtual sin costo o un video club virtual sin costo. Donde el mismo autor acceda a dar su material en forma completa y gratuita.

Imaginate que tu mujer es re trola y curte con cualquiera y te enterás que hay un tipo que le avisa a otros y le da el teléfono para que se la curtan.
Ese tipo no "aloja" su pene en tu mujer, sólo las vincula por referencia. Pero seguramente tendrías ganas de cagarlo a trompadas.

Linkillo: cosas mías dijo...

Hernán: es la argumentación más absurda y sin sentido que he escuchado nunca jamás sobre el tema. Tenés un 2, volvé en marzo.

_ dijo...

Vuelvo a marzo y argumentaré lo mismo.

Hasta que no vea a los autores ofrecer sus trabajos en Taringa seguiré pensando así.

El dinero revela la intención.

popi dijo...

che... ¿Qué es un autor? etc.

J la Rata dijo...

para Hernán:

Dado que:

Ni Horacio Potel obtenía ningún beneficio económico y trataron de hacer un ejemplo con él.

Ni los que compartimos material con o sin lo que vos llamás "derecho a copia" pretendemos ningún beneficio económico y sin embargo desde el control de los ISP's hasta los juicios apócrifos en argentina y no tan apócrifos en Estados Unidos buscan asustarnos y castigarnos.

Te pregunto: ¿con qué rostro defendemos la cruzada "justa" de los esbirros del copyright si todo el tiempo lo que vemos son sus excesos codiciosos?


Para el profesor: ¿por qué "industrias culturales", en este caso, sería una aberración conceptual?

gracias. chau
-j.