domingo, 25 de agosto de 2013

Dicen que...

Dejarse contar la ciudad

por Julia Villaro para Clarín

Puede ser que una imagen valga más que mil palabras. Pero esos minutos en los que el espectador abre sus oídos y se deja arrullar por las diferentes voces de los 30 escritores argentinos que participan de En obra, son preciosos. “La voz es el lugar donde el lenguaje y el cuerpo se tocan”, explica Daniel Link, curador (junto a Elena Donato, Valentín Díaz y Sebastián Freire) de la instalación sonora con la que culmina, sutil broche de oro, la muestra Buenos Aires. Se trata de la primera vez que en Fundación Proa se incorpora a la literatura como parte sistemática de una de sus muestras.
“Moscas”, “virgen”, “plazas”, “noche”, “sombra”, “pena”, “conventillos” “inocentes”, “canallas”, son algunas de las palabras que se apropian de Buenos Aires. La Ciudad se vuelve así un caleidoscopio sonoro en el que rebotan las voces diáfanas, sensuales de tan cercanas, de Borges, Cortázar, Manuel Puig, Silvina Ocampo, Washinton Cucurto, Alan Pauls, Rodolfo Walsh, y Raúl González Tuñón, entre otros.
Espacialmente la instalación evoca a un terreno baldío. Suerte de vacío que interrumpe el desarrollo contemporáneo de las ciudades -basado en torres cada vez más altas- el baldío es un fenómeno atípico en las grandes urbes, una huella distintiva de Buenos Aires. Vacías son todas esas imágenes que los textos evocan, dice Link, pero vacía es, también, la condición de existencia de todas las voces.

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