sábado, 15 de junio de 2024

Perros Héroes

por Daniel Link para Perfil 

El martes pasado, Bogotá era un hervidero. La delegación argentina que participaba de un prestigioso congreso alternaba su atención entre los paneles dedicados a imaginar los posibles futuros de América latina y las noticias que daban cuenta de la votación en el Congreso de las leyes que, precisamente, van a modelar el futuro de Argentina.

En los intervalos, se barajaban todas las posibilidades. La mía (como siempre, perdidosa) era: hay empate en el Senado 36 a 36, la Vicepresidenta tiene que desempatar y con picardía dice: “Mi voto no es positivo”. Milei renuncia y ella asume. Bueno, ya saben lo que pasó. Pero el martes pasado me dijeron que tal vez ella no pudiera votar si Milei viajaba al exterior a decir los disparates que acostumbra (“soy el mejor”, “¡comunista!, ¡comunista!”) y, en ese caso, tenía que desempatar no sé quién ni bajo qué circunstancias. Agua bajo el puente.

En todo caso, si de futuro (latinoamericano o argentino) se trata, Bogotá era un ejemplo en el cual mirarse. Una ciudad completamente militarizada, donde los edificios cuentan con seguridad privada a la altura del Pentágono (en el que ocupé, no menos de 20 monitores) y donde sólo pueden entrar aquellas personas que previamente han registrado su documento (pasaporte o DNI) en un mostrador. Sólo se admite una visita por vez.

Por supuesto, semejante dispositivo paranoico sólo se sostiene en una sociedad construida sobre una desigualdad palpable incluso en la organización urbana y en una voluntad no tanto de luchar contra ella sino de administrarla.

Décadas de luchas armadas y de narcopolíticas (en un sentido o en otro) han anestesiado a la población, que no parece ver como violación de sus derechos la total administración de la vida, ni como perversión política el ser arrojado al margen por normativas directamente fascistoides.

Sí, eso es lo que se viene. Porque para producir y sostener en el tiempo un régimen de desigualdad como el que el actual gobierno argentino promueve hará falta una fuerza de control y represión enorme. Habrá que pagarla, y de algún lado tiene que salir la plata. No hay leones, sino los emblemáticos perros héroes de Mario Bellatin, en los cuales se cifraba el futuro de América latina.

 


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