sábado, 23 de noviembre de 2024

¡Lean, che!

Por Daniel Link para Perfil

Me parecían simpáticas las giras de Victoria vestida de gaucha. Mi simpatía hacia ella tenía que ver no con sus insostenibles posiciones negacionistas sino con la antipatía que le tienen en el Poder Ejecutivo. Me equivoqué. Victoria tampoco la ve. La derecha argentina es ignorante, lee poco y mal, le parece que todo lo que se ha escrito ha sido una conspiración de la que es urgente salir. Entonces argumentan a partir de un resto encontrado, por poco, en un tacho de basura.

Victoria enarboló cuatro libros que integran una colección que se da a leer en las escuelas secundarias para demostrar que estaban pudriendo las cabezas infantiles (extendiendo la noción de infancia mucho más allá de la edad de imputabilidad que defiende su colega Patricia). Conozco desparejamente a las autoras de esos cuatro libros. A la que menos conozco es a Sol Fantin, así que concentro mi perplejidad en su libro que es, no sólo según sus palabras sino por lo que dice, un alegato contra la violencia de género contra mujeres. Cuenta su propio sufrimiento. Curiosamente el twitero libertario Agustín Laje sostuvo que libros como Si no fueras tan niña fomentaban la pedofilia; Villarruel, que “la exaltaban”. Todo sucedía en la misma loca semana en la que Argentina votaba en absoluta soledad contra una declaración de Naciones Unidas que condenaba la violencia hacia las niñas y las mujeres. Al mismo tiempo que el gobierno argentino fomentaba y exaltaba la violencia contra las mujeres (eso es un voto en contra) el texto escrito por una mujer como reparación personal y como señal de alerta era condenado en una perversa inversión de objetivos. Creíamos que los tiempos judiciales de Lolita (novela que he dado a leer miles de veces) habían quedado atrás.

En su descargo, Sol dijo: “que pretendan censurar un libro como el mío, me pone en alerta, como si en realidad fuera otra cosa lo que se discute”.

Sí, es otra cosa: es nuestro mismo derecho a la existencia lo que se discute. El derecho a la lectura, a la información y al pensamiento crítico. La razón es muy simple y vuelvo a repetirla: la derecha argentina es hoy tan bruta que no va a poder poner otros textos, textos suyos, en las listas de lecturas escolares. Entonces es mejor que nadie lea nada. Nunca.

En cuanto a confabulaciones: Aurora Venturini está muerta (y lo está desde antes de que sus libros tuvieran éxito) y es dudoso que Alberto Estanislao Sileoni se juegue su merecido prestigio en aras de una hipotética corrupción de menores.

Victoria piensa que si a alguien le dan a leer una página donde dice “verga”, esa persona querrá chuparla. Adhiere a los principios del Doctor Ky (personaje de Lamborghini) y a la máxima científica “Sos loco o te pica el culo”. Los métodos del Doctor Ky son carcelarios: sodomizar al otro hasta que se acostumbre. Nada de placer. Victoria, Victoria... estás adhiriendo a la política tumbera propia del Ejecutivo. Habrá que decirte, como a ellos: “nosotros no somos comunistas, pero eso que ustedes llaman comunistas, eso somos”. Ya lo vas a entender.

 


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