viernes, 10 de marzo de 2006

Alfajores marplatenses

Costumbres de la carne

Porno, el cuarto largometraje de Fabián (Homero) Cirelli, consolida a su director como uno de los más sólidos autores del nuevo cine argentino.

Por Daniel Link Que nadie se confunda: Porno, el cuarto largometraje de Homero Cirelli (incluido en la sección Documental latinoamericano) es mucho más y mucho menos que pornografía.
Se trata de una película que, como es habitual en el cine de Homero, juega con el formato del documental para llevarlo a sus límites (a su extenuación: allí donde el documento se transforma en monumento). Porno es mucho más (y mucho menos) que documentalismo y es más bien un raro ensayo cuyo mérito principal radica en haberse propuesto separar obscenidad y pornografía. Lo porno de Porno es apenas su pretexto: un grupo de personas (de personas corrientes, habría que agregar) se reúne en una casa quinta para realizar una película pornográfica y la cámara de Cirelli (como si se tratara de un mero making off) registra el proceso de registro de esas hipotéticas algarabías de la carne.
Cine dentro del cine: la película porno a cuyo rodaje asistimos no puede ser más precaria y patética aún cuando sea la clave de todo lo demás. Los actores son bastante malos en su performance erótica, el director lleva anotadas las pocas ideas que tiene en un cuaderno espiralado, la iluminadora considera pertinente mover el foco de luz según los movimientos de cámara, con lo que uno puede sospechar el resultado más parecido a un ejercicio expresionista a la Murnau que a cualquiera de las delicias a las que la industria del porno tiene acostumbrados a sus clientes. ¿Por qué el porno interesa en Porno? Porque es el índice de una cierta excedencia y, por lo tanto, una descripción del estado de la cultura.
Hay industria porno, en principio, porque hay industria cinematográfica y hay industria cinematográfica porque hay excedentes económicos que permiten patrocinar una cierta cultura. Argentina, uno de los principales países productores de cinematografía en el mundo, tiene también una consolidada industria pornográfica (que incluye incluso producciones del complicado subgénero gay), varias de cuyas películas han sido exhibidas en los canales de cable destinados a calmar la fiebre carnal de los varones.
De modo que Porno lleva el razonamiento hasta el colmo e imagina un making off de una película pornográfica. Y, todavía más, imagina una obra de arte (un monumento) con los restos de ese making off: las distracciones del camarógrafo, los errores de todo tipo, los intervalos entre secuencia y secuencia, la vida cotidiana del equipo de rodaje, el ?fuera de cuadro? (un perro que juega con un envase de leche, los autos que pasan, las laboriosas hormigas, el espectáculo del campo bonaerense debidamente domesticado y convertido en casa quinta con pileta).
Lo obsceno de Porno no radica en el modo en que exhibe la mecánica sexual (en lo que la película, porque le interesa otra cosa, es muy medida). Lo obsceno de la mirada de Cirelli tiene que ver con la exhibición de la cultura argentina como un conjunto de rasgos de carácter y una serie de comportamientos: el asadito, el mate, la voracidad (hay tantas secuencias de gente comiendo como de gente fornicando), la charla (desde "la familia" hasta las mejores maneras de copular con una oveja), la improvisación y la precariedad de todo lo que se realiza.
Así, parece decir Porno, funciona la industria del entretenimiento. Pero mucho más allá de ese argumento que haría del cuarto largometraje de Cirelli apenas un atinado cuadro de costumbres, se deja leer una hipótesis sobre la cultura: si se trata de algo que sólo existe en relación con los excedentes económicos (lo que se llama, una cierta riqueza), los caracteres y comportamientos que arquetípicamente asociamos con la cultura argentina (esa pesadilla de la que no atinamos a despertar) corresponden en realidad a una cultura argentina, la que tiene excedentes económicos para financiar caprichos culturales porque el rendimiento de la soja lo permite. Partida en dos o completamente fracturada la patria, sin embargo se reconoce como "cultura argentina" lo que se corresponde con la pampa húmeda (el campo) y su cultura metropolitana.
Habiendo perdido su potencia integradora, la cultura argentina operaría hoy como un gigantesco dispositivo de exclusión y diferenciación social. La distancia que hábilmente coloca Cirelli entre Porno y la película pornográfica cuyo rodaje registra no puede ser más elocuente en ese punto. La cultura ya no sirve como mapa y por eso no es casual que la primera larga secuencia de la película encuentre a sus protagonistas perdidos entre rutas, autopistas y extravagantes nombres de country clubs.
Que nadie se confunda: Porno sólo es obscena porque exhibe obscenamente ciertos rasgos culturales y transforma los sueños argentinos en una pesadilla: la fiesta carnal en comparsa de mucamos impúdicos.
Fabián (Homero) Cirelli nació en Buenos Aires (1961). Cursó estudios de cine en la Escuela de Cine de Avellaneda y música en la Universidad de La Plata. Conocido como productor televisivo, ha recibido premios como realizador de videos experimentales. Porno es su cuarto largometraje, después de Unos viajeros se mueren (2002, con textos de Daniel Veronese), Berlín (2004, presentado en el BAFICI) y Los Buenos Aires (2004, presentado en la sección Vitrina Argentina del Festival Internacional de Mar del Plata de ese año).


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Linkillo! sabés dónde puedo conseguir una copia de Porno de H. Cirelli?? La quiero ver hace un tiempo y parece que se esfumó luego de los Festivales.. Gracias!

karlos dijo...

soy un chiko dispuesto a todo a la joda y bueno kiero aser una pelicula porno gay si les interesa escribanme bueno
me despido y espero q me agreguen
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karlito_tu-bb@hotmail.com