Este año fui dos veces al Bafici, ayer y hoy, lo que significa sólamente que tengo dos amigos que estrenaron películas (y no uno solo, como el año pasado). Hoy estuve a punto de agarrarme a patadas (¡yo, tan luego yo!) con tres (3) seguridad y un descerebrado que corta entradas. A un seguridad le rogué, por poco, que me pegara ("¿Me querés pegar? Dale, pegame": a veces me doy tanta vergüenza), para poder hacer un escándalo mayúsculo. La cosa no pasó a mayores. Si tuviera tiempo, escribiría algo así. No, no es una cuestión sólo de tiempo, sino de energía: estos chicos deben sentir un amor por el cine que a mí me ha abandonado hace ya tiempo. Y ellos no odian verdaderamente al Bafici-Abasto. Son hasta capaces de soñarlo mejor.
La excursión, al menos, me sirvió para comprarme unas medias que me venían faltando.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 3 semanas.
5 comentarios:
Mmm...es la primera vez que leo algo escrito por Ud. He oído hablar bastante de su persona, me ha intrigado pero, por razones de ''cuelgue'' jamás he investigado al respecto. Comento ahora porque este post me ha parecido muy cómico y muy cotidiano. A mi también me pasa de tener esa suerte de autovergüenza, pero es algo ambivalente ya que me da la posibilidad de reírme de mí misma.
Saludos,
Magali.
Mi estimado linkillo, este año tendrá que volver porque estrenan una película de su amigo Gonzalo Castro, y nos gustaría conocer su opinión (esto va por mi cuenta, no de su amigo GC, que vaya uno a saber si está tan emocionado de que le avise), lo esperamos...
Me enteré de la película de Gonzalo y me muero de ganas de verla, pero compromisos asumidos me impediran verla en el BAFICI. Descuento que Juan Manuel ganará el premio a mejor actor...
Lo que yo no entiendo es por qué esa hostilidad hacia el cine que tanto Kieslowsky, Buñuel, Tarkovsky y etcétera nos ha dado.
Saludos,
Edu.
Linkillo, por si te da menos vergüenza de vos mismo, te cuento que conozco la sensación, yo también casi le rogué a un tipo de "seguridad" que me pegara, porque me puso tan furiosa que me parecía que si lograba que me agrediera "sin lugar a dudas" yo podría lograr que lo rajaran. Y ni siquiera fue en el Bafici, fue en una fiesta a la que me invitaron en un hotel y a la que no me dejaron entrar cuando llegué porque pensaron que era una colada.
Lo que pasa es que yo justo en esos días estaba leyendo un libro de testimonios de mujeres que habían estado desaparecidas en la ESMA y esa cosa fascista realzada con la vertiente machista me sacó de quicio, y pensé "pero si estas minas se bancaron eso, ¿no me puedo bancar yo a este tipo que ni siquiera está calzado?", y me pareció que las trompadas no me iban a doler. Pero ni siquiera se sacó el chabón... cobarde, en efecto no estaba calzado y yo era más alta que él: así no se animan.
No es la mala educación, no es la vagancia, no es la estupidez, no es ni siquiera el fascismo, es la COBARDÍA de sujetos de esta clase lo que hace que nos den ganas de desafiarlos a que nos peguen (ya que nosotros no nos animamos a empezar, lo que demuestra que nunca nos hemos agarrado a trompadas). En su momento yo también me di vergüenza a mí misma, pero ahora, acordándome, me acabo de calentar otra vez.
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