viernes, 30 de octubre de 2009

Terapia intensiva

por Daniel Link para Soy

El universo de Copi es un teatro general de la transexualidad. La puesta actualmente en cartel de Una visita inoportuna (desquiciada como es) acierta por lo menos en el protagonismo que le otorga a uno de los monstruos mayores del espectáculo argentino, la Sra. Casán, un ser más allá de los generos.

Premonición
En Clases. Literatura y disidencia (2005), señalé que "Por lo general mal leídas, las obras de Copi (que nacen de la escena contracultural de los años setenta pero reclaman otra escena y otros públicos) han sido destinadas al placer de unos pocos iniciados". Seis años antes me había preguntado públicamente por primera vez “¿cuál es el público más adecuado para una obra como Cachafaz?, ¿dónde se podría poner Cachafaz para que no sea un happening, para que suceda efectivamente algo?”. Mi respuesta era sencilla: “Es una obra para llevar a las villas y a las fábricas. El lenguaje que utiliza, el universo que evoca es inmediatamente inteligible por un público popular, lo de Darío, la forma es lo primero que llama a las muchedumbres”.
Cachafaz todavía espera esa transmutación pero, mientras tanto, once años después de aquel sueño en alta voz, Una visita inoportuna, la última pieza del más grande dramaturgo argentino de todos los tiempos (y uno de los mejores novelistas del siglo XX) fue estrenada hace dos semanas en la Ciudad Cultural Konex con Moria Casán en el papel de la enfermera María Julia Bongó.

Copi Una visita inoportuna es la última obra dramática de Copi porque en ella el protagonista (como el autor) agoniza, víctima de Sida ("qué enfermedad sublime", le dice una de sus visitas). Pero además, la pieza cierra el ciclo abierto por Eva Perón (1970), donde la protagonista, que debiera estar agonizando, en verdad ha urdido un plan malévolo para huir con sus joyas y simular su muerte, dejando en su lugar el cadáver de la enfermera, a la que asesina.
De acuerdo con la lógica de Copi (cuya obra es, antes que nada, una investigación sobre lo viviente y las formas de vida), todo hace prever que "la muerte" no sea sino un pormenor más o menos lacónico del cual será posible reponerse de un modo o de otro. De hecho, el protagonista de
Una visita inoportuna muere dos veces en el escenario. La primera vez, aparentemente, ha sido una puesta en escena. ¿Pero acaso la segunda no lo es también?
Durante una tarde, el protagonista de
Una visita inoportuna, Cirilo, recibe la visita de un viejo amigo, Huberto, de Regina Morti, una cantante de ópera que lo acosa a través de los años, y un periodista que no es tal, sino el hijo que ha tenido (sin saberlo) con la hermana de su amigo. Completan el círculo de interlocutores la enfermera que lo cuida y el siniestro médico que está a cargo de su sobrevida. A diferencia de Eva Perón (que continúa sin haber sido estrenada en Argentina), Una visita inoportuna fue puesta varias veces en Buenos Aires con resultados desparejos. La última versión es, sin dudas, la más extravagante.

Moria La Sra. Casán no tuvo un año tranquilo. Luego del desafortunado entretenimiento veraniego What pass, Carlos Paz?, la estrella tuvo un brote psicótico que la arrastró a mil cruces públicos de palabras con sus colegas y, luego de autoimponerse una rinoscopía pública, parecía que la diva ya no podría recuperarse de la curva de decadencia de la que parecía presa. Pero no se es una estrella por azar y por capricho (ver recuadro) y el final del que tal vez haya sido su año más crítico encuentra a Moria Casán protagonizando una versión semimontada de Julio César de Shakespeare y prestando su arrolladora personalidad al personaje de la enfermera Bongó en la pieza de Copi.
En el camarín, la Sra. Casán habla con su ritmo de vértigo característico. La ducha es pésima, parece de Auschwitz. Se quemó viva. Y después el agua salía helada. Se va a quedar sin voz. Está tan contenta de que "Francia me haya elegido". Ahora va a estudiar francés para poder hacer la obra en París, en su idioma original. Copi es un transgresor. El papel de la enfermera parece hecho para ella.

Copi + Moria Fue la hija de la Sra. Casán quien la convenció de que se involucrara en el montaje de
Una visita inoportuna. Por cierto, entre la pieza de Copi y la versión protagonizada por la Sra. Casán hay diferencias sustantivas, entre las que hay que destacar el enriquecimiento del rol de la enfermera, que no es la protagonista de la pieza de Copi pero sí la de este montaje. Para conseguir un desequilibrio semejante, el director Stephan Druet hace entrar a casi todos los personajes al mismo tiempo al escenario y allí los deja durante toda la pieza. Lo demás es naturaleza de estrella: los otros actores podrían ser los mejores del mundo (no lo son, ni por asomo), pero la sola presencia de la Sra. Casán en el escenario hace que no haya momento durante el cual el público no la siga con la mirada.
Lo segundo son los musicales (todos ellos pésimos e innecesarios), que transforman la obra de Copi (que es ya de por sí
cualquier cosa) en algo muy distinto.
Lo tercero son los parlamentos añadidos y las intervenciones extemporáneas de la enfermera que, justo es decirlo, jamás molestan.
Lo cuarto es la que tal vez sea el mejor momento de la pieza, cuando la Sra. Bongó se ha fumado el opio que le ha regalado el agonizante y, drogada, repite una y otra vez (¿tres, cuatro?) las mismas líneas de diálogo, en una espiral desquiciada que (esta vez sí) liga bien con la lógica de Copi.
Los puristas creerán que Moria no le hace nada bien al teatro, ni a Shakespeare ni a Copi (dos cimas de la dramaturgia occidental), pero lo que se experimenta luego de ver la puesta de Druet (donde los desaciertos superan holgadamente a las ocurrencias felices) es que la colisión del planeta Copi y el planeta Casán ilumina el universo con una luz incandescente sobre la que no hay palabras suficientes para describirla. Todo lo demás es superfluo, sujeto a crítica, reemplazable, olvidable incluso, pero Moria Casán (con todos sus tics y sus excesos de Rita Turdero) llena el escenario por si misma y por si sola. Y hay que decir que el escenario elegido, como la actriz (a sus muchas invenciones lingüísticas hay que agregar ahora el "Mucho
be carefull" que le presta a la Sra. Bongó), tiene una boca amplísima.
Como cualquiera, la Sra. Casán sabe que un traspié puede ser fatal (el
morior de Moria). Pero sabe también (la razón de la loca así se lo indica) que nada es mejor que saltar desde el suelo para reinventarse. Una visita inoportuna, en la versión que puede verse en la Ciudad Konex, tal vez sea el disparate más grande de la historia teatral, pero allí Copi y la Sra. Casán se potencian mutuamente: de esa colisión planetaria puede resultar el fin del mundo pero, también, un universo nuevo.

Una visita inoportuna

Autor: Copi. Dirección: Stephan Druet. Elenco: Moria Casan, Jean Francois Casanovas, Iván González, Gustavo Monje, Sebastián Galliota y Gabriel Rovito. Vestuario: Renata Schussheim. Música: Gregorio Vatenberg. En cartel hasta el domingo 29 de noviembre en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131), funciones de jueves a sábado a las 21 y los domingos a las 20.

4 comentarios:

Rinaldi dijo...

Lindo, Daniel. Mi prédica no ha caído en tierra infértil.

Anónimo dijo...

lo que hace un escritor...
que me den ganas de ver a Moria haciendo una de Copi, que extranio todo!

La lechuza

Lorenzo dijo...

Evidentemente sr. Daniel Link.
Usted habla por que tiene boca..
No es un critico.
da verguenza leer su llamada "critica" ...
Por que para ser un critico de teatro ,primero hay que estudiar todas las materias que involucran al teatro.
Y sin embargo dirigirse con respeto hacia los actores y todo el staff de la obra, y no con arrogancia, egocentrismo e incoherencia.
cuando en realidad tendria que tener una mirada profesional en el asunto.

Le aconsejo que lea lo que usted escribio, por que da verguenza.

María dijo...

Realmente una "critica" (porque es una opinion mas que una crítica) completamente irrespetuosa y agresiva hacia los actores y gente que trabaja en el proyecto, al público por contar absolutamente toda la obra como si solo usted pudiera entenderla.
Sin objetividad ni fundamentos y demasiada sobervia...