sábado, 25 de febrero de 2012

Soñando por bailar

Por Daniel Link para Perfil

Soñando por bailar (un concurso de talentos prostibularios) pretende ser la inversión de Bailando por un sueño. Entre los inscriptos, el grupo más notable es de “Los Prostis” (“yo me vengo rompiendo el lomo presentándome a castings”), tres muchachos del que pronto se desprendió uno, alertado del pantano excrementicio al que podía caer de la mano de los otros. De los que quedaron, pronto aparecieron las fotos y videos de sus perfiles en internet, mediante los cuales ofrecían el alquiler de sus limitadas (por la edad, naturalmente) habilidades sexuales, que ellos confunden con la dureza de sus abdominales, que en cualquier cama rinden más bien poco.
Soñando por bailar tiene un buen guion, justo es reconocerlo, pero al carecer de los capocómicos que integran la comparsa de Bailando por un sueño, las limitaciones actorales de los convocados hizo peligrar todo el tinglado. Ningún padre puede proclamar a cámara que está orgulloso de su hijo y que “lo banca” mirando fijamente los videos en el que su criatura deja en claro que hace lo que sea por un puñado de billetes, circunstancia verificada durante la tarde televisiva porconocidos protagonistas de la noche porteña y por los encanallecidos jóvenes, incluso.
Como se sabe que nuestra televisión se ha convertido en una catálogo prostibulario para todos los gustos (y no otra cosa, subrayemos), las decisiones de los guionistas de Soñando por bailar no pueden extrañar, pero sí su audacia al convocar a los más reventados exponentes de lo que cualquier moral (incluso la moral prostibularia) pondría de inmediato al menos entre signos de interrogación. Esos despojos de la humanidad, esas lacras parlantes, esos primates que milagrosamente articulan el sonido son obligados a sostener un guion que, por simpático que nos parezca, a todas luces los pone de inmediato en frente no de la ficción sino de la realidad.
Uno de esos tirifilos (en el sentido de “hipócrita”, no de “delicado”) le espeta a un jurado cuyas puntuaciones le ha sido adversa: “toma cocaína”. “¿Eso es todo lo que tenés para decir de mí?”, contesta la interpelada, sabiendo que no hay quien pueda arrojar la primera piedra en ese universo de realidad-ficción barata tolerable sólo en relación directa con la ingesta de alcaloides anestésicos.
Los guionistas de Ideas del sur hacen lo que pueden con lo que tienen a mano, pero deberían ser consciente del umbral que cruzan en el momento en que diseñan un show que, en cualquier momento (en todo momento) se toca con Marita Verón y con Raúl Martins.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tele para chusmas y pajeros. No puede fallar.

Anónimo dijo...

creo yo que el que escribio este articulo, al igual que el que lo publico son gays reprimidos que no pudieron acceder a sus apetitos sexuales con los chicos alli insinuados!!!! es muy irrespetuoso de sus partes ( no las intimas precisamente ) hacer tamaña acusacion denigrando la imagen de la gente!!!! la television tiene muchisimas opciones y todos son libres de elegir que mirar..... no sera que no te alcanzo el dinero para poder comprarlos????