sábado, 10 de agosto de 2013

Emergencia urbana

Por Daniel Link para Perfil


En nuestros días la idea de ciudad pareciera haberse deteriorado hasta un punto que, seguramente, era inconcebible a principios del siglo pasado. Un nuevo milenarismo se apoderó de nuestra imaginación: las grandes ciudades se revelan entonces como espacios contrarios a la vida. Se trata de un mito conocido: el mito (y la fascinación) por las ciudades muertas. A partir de la década del ochenta del siglo pasado, imaginar el agotamiento de las ciudades tuvo implicaciones teóricas diferentes de las que podían encontrarse en los escritos de los intelectuales europeos de la década del treinta, y consecuencias políticas concretas: la cultura llamada burguesa buscaba una nueva respuesta histórica para imponer una dominación (económica, política) renovada; por eso nos pareció que la ciudad ya no era el escenario necesario para la experiencia subjetiva ni satisfacía las demandas culturales para las que estaba prevista sino el espacio privilegiado de la experiencia de la catástrofe.
En estos últimos días Rosario se ha incorporado a la lista de ciudades dominadas por la catástrofe: no un desastre natural (inundación, tornado) sino el efecto de un proceso de modernización salvaje cuya contracara es la transformación de la ecología ciudadana en una bomba de tiempo que, cuando las posibilidades de gestión de la ciudad son sobrepasadas (lo que sucede casi siempre), aniquila no sólo la felicidad y la idea de futuro, sino que corta de cuajo la posibilidad de vida. Hoy Rosario nos duele como ayer Buenos Aires.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

La acción de un estúpido no tiene nada que ver con como vive una ciudad.

Más sentido tiene el narcotráfico y la villas de rosario que te recibe con un casino a las puertas de la ciudad.

Ahí está la ciudad de Rosario.
Lo que hizo un estúpido es solo un hecho y nada más.

laura dijo...

Vivimos en un estado de precariedad total. Derrumbes de edificios, trenes que colapsan, el tránsito infernal cualquier viernes por la tarde, o lunes o el día que sea. Habitamos en el caos porque hay guerra en las ciudades.

Anónimo dijo...

anónimo 1,
me parece que tu reduccionismo (un solo estúpido que se mandó un moco con el gas) es cuando menos homónimo con respecto al adjetivo calificativo con el que lo construís.

Anónimo dijo...

Para el anónimo corrector:

Si mi comentario te permite sentirte culto, te felicito. No siempre es tán fácil encontrarle sentido a la vida.

Imagino el dilema que te puede infundir una vereda con baldosas rotas, torcidas, en desnivel: El horror. Qué mundo injusto para los correctos.


Anónimo dijo...

no me siento ni culto ni correcto.
en cuanto a lo culto o no culto, es una categoría que prefiero no considerar sin hacer un par de aclaraciones en las que no voy a perder tiempo.
tu comentario me pareció lo suficientemente contrario a la idea de algo correcto como para querer pronunciarme en contra: individualizar las culpas en un caso evidente de colapso urbano y falta de planificación en función de intereses financieros no es incorrecto sino estúpido. lo que no implica decir que no hubo responsabilidades individuales, que las hubo. implica no ser caer en un pensamiento unicausal, que es de los peores