viernes, 26 de diciembre de 2014

Hasta la victoria, woof!

por Daniel Link para Soy

Se fue el 2014, como un suspiro. El 2015 será mejor, porque es impar, pero tampoco es que éste haya estado tan mal. Si tuviera que que caracterizarlo, diría que fue un año de migración para los espíritus sensibles: teniendo en cuenta los gigantescos progresos que la sociedad civil LGTBI realizó en los últimos años, arrancándole a un Estado histérico (deseoso de agradar a toda costa) leyes fundamentales para nosotrxs, era cantado que todo se volvería Q (de queer: “rara, como encendida”).
Lo raro vino de la mano de una masiva agitación en favor de los derechos de los animales. Yo mismo he firmado durante este año decenas de peticiones para que cancelen las riñas de gallos en tal provincia, las carreras de galgos en tal otra y para que cierren zoológicos y circos con animales. Este mismo suplemento desplazó sus reportajes fotográficos de lo puramente estilístico a la convivencia con animales entendiendo que toda biopolítica comienza por casa y que no hay casa sin mascota.
Algunos pensarán que la defensa de la integridad de la vida animal es un acto frívolo. Yo no estoy tan seguro y miro con distraída simpatía la causa animal, sobre todo porque es la más rara, la menos exclusiva (no se choca con ninguna otra, ni siquiera la revolución), la que puede arrastrar a todos y a cualquiera.
Una vez que se universalizaron ciertos derechos de las personas (sin que esto implique que hayan desaparecido el heterosexismo, la transfobia, el pánico homosexual y demás desviaciones de pensamiento que ninguna ley conseguirá nunca modificar), nos volcamos a defender a aquellos a los que miramos con la intriga de quien se mira al espejo para adivinar quién es. Un animal maltratado, pareciera, abre la puerta para el maltrato a las personas, para la discriminación y las fantasías de exterminio, porque es precisamente en ese punto de articulación entre lo humano y lo animal donde se juega la suerte de cualquier forma de vida entendida como una singularidad en riesgo (Hitler decía que había que había que matar a los judíos como piojos).






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