Anoche vimos los que, creíamos, eran los dos últimos capítulos de la temporada 3 de Penny Dreadful.
El monólogo final de Lilly, "la novia de Frankenstein", fue extraordinario y conmovedor. Igualmente conmovedores fueron los diálogos del Monstruo de Frankenstein y su esposa ante el cadáver de su hijo. Las palabras de Dorian Gray sobre lo que significa no morir nunca helaron la sangre.
Renfield, que hasta entonces había sido una figura más bien desagradable (algo connatural al personaje, hay que decirlo), tuvo sin embargo momentos de gran profundidad.
Todos los actores, sin excepción, se entregaron a unos parlamentos memorables y dieron lo mejor de si.
Claro: en verdad, Penny Dreadful terminó y no habrá cuarta temporada (acaso, tal vez, un spin-off que no miraremos, por resentimiento).
Penny Dreadful (la serie y el personaje) podía ser salvada, pero su autor, John Logan, consideró que la formidable novela visual que había urdido para nosotros, debía terminar.
Se trata de un acontecimiento televisivo de una gravedad que será recordada para siempre. Pocas series han tenido la grandeza de Penny Dreadful y haberla terminado por "decisión autoral" es algo que no había sucedido casi nunca. Habrá que pensar sobre este nuevo rasgo, que desdeña el éxito en favor de un cierto rigor ("todas las tramas de esta temporada fueron creadas pensando en dejar a
los personajes en un lugar apropiado y de una bella inmovilidad", dijo Logan).
Pero la bronca de no haber sabido lo que estábamos viendo todavía no me abandona.
Las tres gracias
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Hace 3 semanas.
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