En la nueva temporada audiovisual,
pongo todas mis fichas a Raised by Wolves, una historia de
Aaron Guzikowski para la productora de Ridley Scott, que dirige los
primeros dos episodios, y no tanto a Lovecraft Country, una
serie que mezcla el thriller de terror con la protesta contra la
discriminación racial, basada en la novela de Matt Ruff para la
productora de J.J. Abrams.
Ambas producciones apuestan al relato
largo en el que J.J. Abrams nos educó con Lost. Sin embargo,
Lovecraft Country carece de la intensidad de su ilustrísima
predecesora y tropieza una y otra vez con comentarios de sentido
común. Raised by Wolves, por
su lado, se lanza a una investigación futurista sobre la Mujer que
seguramente cosechará las mismas animadversiones que Thelma
y Louise.
Lo más
intersante, sin embargo, pasa por otro lado. La narración
audiovisual es muy dinámica y más allá de los modelos canónicos
se producen cada tanto invenciones de larga proyección sintáctica.
El “relato largo” (que después de Lost
dio algunas pocas obras memorables: Fringe,
Dexter, entre ellas)
bien pronto encontró su propio límite tanto en la inteligencia de
los guionistas (un bien escasísimo) como en las nuevas plataformas
de distribución que, al fomentar el maratonismo, ponen en primer
plano las inconsistencias e incoherencias narrativas (vista de
corrido en Netflix Lost
no tiene ninguna).
Consciente
de los riesgos, la plataforma Quibi
se lanzó en abril de 2020 a explorar la forma brevérrima. Cada uno
de los episodios de las series que Quibi emite (pensadas para
celulares) dura entre cuatro y ocho minutos.
Por
supuesto, hay mucha porquería (El
fugitivo
es tan intolerable como las mediocridades de Netflix) pero también
algunos aciertos. De las varias producciones, sobresale 50
States of Fright (Sam
Raimi), que desarrolla cuentitos de terror en tres capítulos de
cinco minutos cada uno. El primero de ellos, protagonizado por Rachel
Brosnahan (la extraordinaria Midge Maisel) es una encantadora vuelta
de tuerca de Madame Bovary.
Mucho
más atractiva es Don't Look Deeper
(dirigida
por Catherine Hardwicke), un relato de 14 entregas que desarrolla un
pensamiento sobre la identidad, la humanidad y la libre elección (el
personaje central es un androide) que se cruza con las
reinvindicaciones transgénero. “No mires más profundo”
significa que todo es un efecto de superficies y de conciencia
inmediata de si y de los otrs. Es la única de estas formas breves de
la cual se esperan con ansias futuras “temporadas”.
En
todo caso, el relato breve audiovisual supone desafíos narrativos
hasta ahora desconocidos. No se trata, como se podría pensar a
simple vista, de una película dividida en entregas sucesivas, porque
cada capítulo debe presentar, al mismo tiempo que la estructura
clásica tripartita (tres actos o introducción, nudo y desenlace),
el final abierto hacia el próximo capítulo o la siguiente
temporada.
Como
todo relato, la forma breve requiere, para sostenerse, de aciertos de
casting, ritmo narrativo y, sobre todo, manejo de la intriga. Pero,
además, supone una particular intensidad de las escenas porque cada
capítulo no contendrá más que dos o tres y una hipótesis
conceptual al mismo tiempo sofisticada y sencilla, como para poder
ser desarrollada en poco más de una hora.
Cuando
están bien resueltas, las series brevérrimas producen un efecto
paradójico: uno cree haber visto mucho más que una película breve
fraccionada, porque la lógica de la “temporada completa” se
impone incluso al tiempo.
¿Cuál
es la necesidad de contar con estas entregas brevérrimas y a qué
intervalos de vida se destinan? Tal vez a los viajes en subterráneo,
a las salas de espera, esos momentos que, parece, necesitarían de
algo para ser llenados de una cuota de olvido para no ponernos a
pensar en los horrores del mundo.
Antes,
ese papel era cubierto por un libro cualquiera, y bien podía
tratarse de una novela larga. A nadie se le ocurrió, hasta la
aparición del folletín al menos, que la forma del relato debía
adaptarse al tiempo de lectura. Se podría seguir, pero nos falta la
inteligencia de Ricardo Piglia para hacerlo.
3 comentarios:
NECFLI salvo algunas excepciones, tiene todo lavado, pasado por una máquina "familiar". Estamos reviendo Vera, el magnífico Morse sueco que fue Beck, viendo el Hamlet de Benedict Cumberbatch, y esperando la serie Engranages.
Así se nos olvida la mediocridá de la tele.
Que opinas de Fargo en netflix? me encanto..
O las visiones de desastre cercano de Black Mirror ? Que, salvo las ultimas 3 entregas (que parecen haber sido hechas por gente completamente ajena al resto de los capitulos), el resto es genial !!
No vi Fargo. Black Mirror estaba bien hasta que cayó bajo la esfera de producción de Netflix, que todo lo arruina.
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