sábado, 28 de mayo de 2022

"Mejor la destrucción, el fuego"

 

 

Es lo peor que se ha visto en los escenarios latinoamericanos en los últimos veinte años. Lo más grave no es la afrenta a Shakespeare (que, sin embargo, es importante), sino al sistema de teatros públicos (del cual no se entiende por qué ha producido este desatino), a la audiencia (de la cual no se entiende por qué festeja el maltrato que recibe), a la imaginación política (de la cual la pieza ofrece sólamente una salida por la vía del fascismo). No tiene un solo rubro en el que no saque cero absoluto. Miento, en actuación, hay una sola persona (de entre 10) que actúa (se llama Malena Solda), así que ahí se lleva un 1. Es siniestra y penosa desde que empieza (usan micrófonos) hasta que termina y termina (lo que no es raro, teniendo en cuenta a la persona que encabeza la compañía) en un canto al fascismo: al final piden que el público clame "Viva el Rey" (?). 

Quienes dicen los parlamentos no se saben la letra, se confunden los pronombres (las mujeres hacen de hombres y los hombres de mujeres), la escenografíal el vestuario y la puesta son penosas, el uso de videos y demás artilugios tecnológicos no tiene el menor sentido. La adaptación del texto es penosa, estúpida, reaccionaria. 

Lo más triste, lo que más vergüenza da, es que a la obra le falta el brillo una estrella. La Sra. Casan nunca lo fue y no lo es:  es apenas una persona opaca (cuando no sombría) que sólo puede decir "Soy la One" como para que alguien la siga en su delirio. Lo único que podemos agradecerle es que haya sabido parir a una verdadera estrella, Sofía Gala.



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