miércoles, 17 de octubre de 2007

De corazón

Por Arturo Carrera

Declamar: Declamar no es gritar. No, en todo caso es hablar con afecto y vehemencia. Recitar prosa o verso con entonación y ademanes convincentes.

Aún queda mucho por obtener en el terreno de la declamación. Cada nuevo poema exige una revisión de los recursos sensibles y, por qué no, técnicos disponibles para abordarlos. Toda la poesía se pueda declamar, porque la declamación, en todos los tiempos ha sido útil para darle vida, relieve, brillo u opacidad a los versos de innumerables poetas. Algunos consagrados, otros desconocidos, la declamación ha revelado detalles rítmicos, puntos en que la poesía se vuelve prosa y prosa donde la poesía trasforma, por medio de acentos y detalles específicos, las voces de quienes las dijeron y de los que las escribieron: dicen”, música al fin, como dice el poeta grillo: música porque sí, música vana...

Dijo una declamadora: “Pude encontrar las sonoridades más extrañas... Bueno, la declamación es el medio del que nos valemos los intérpretes de poesía, y la voz, nuestro instrumento. Aunque existan miles de palabras escritas hay que expresarlas oralmente y ponerlas en el oído a veces dormido del que escucha”.

Las declamadoras son las mujeres como las pequeñas parcas de nuestra infancia, las niñas, las viejas, las mujeres del poeta Rósewicz: las mujeres buda, las mujeres malas, las que propagan, las que perduran, las que le hablan a la sopa, a las plantas, a los higos, a las bestias, al fuego: las que gritan lo que sienten, las que todo lo transforman en lujo, en puntilla, en espuma, en tempura de las sensaciones…

Creo que hay un retorno de la oralidad más vieja, más ignota, pero más útil, en la poesía del “corazón”. Recitar era una entonación intermedia entre la declamación y el canto. Pero la declamación es la más dramática de las entonaciones para asegurar las partes de un poema y hacerlas más visibles a la imaginación y más audibles a los sentidos.

La declamación alcanzó un momento culminante durante el período de la poesía modernista en toda Latinoamérica y en España. Tuvo una diva central que la impuso y la puso de moda y hasta creó escuelas de declamación en todo el continente latinoamericano: Berta Singerman —amiga de los poetas más importantes de su época: Lorca, Neruda, Mistral, Storni, Ibarbourou, etc.
De todos modos, la propuesta del proyecto de Estación Pringles en el que la directora Vivi Tellas puso en escena una Caravana de Declamadoras que dijeron sus poemas en las calles de Pringles, puso el acento en la memoria para el aprendizaje de la poesía (sobre todo en la infancia), y también vuelve a poner de relieve la importancia que tuvieron las mujeres en la propagación de la poesía de una época. De ahí esta elección de sólo declamadoras (niñas de toda edad).

Digámoslo con otros ensayistas y poetas geniales como Derrida, Eliot, Bonnefoy: rápidamente, en dos o tres palabras, para no olvidarse. La declamación incluye un teatrito dentro del poema: para no olvidarse. La economía de la memoria de poesía guarda las monedas en una viejísima alcancía. Para no olvidarse. Por corazón: los franceses y los ingleses dicen par coeur, by heart, y nosotros de memoria. Dicen que en árabe se dice: un solo trayecto con varias vías. En esa metáfora —no hace falta remarcarlo— ya hay una estación y mil vías.

La memoria, el corazón en la poesía, en los poemas.

Derrida nos dice: lo poético sería aquello que deseás aprender, pero de otro, gracias al otro, por medio del dictado —digo yo— de la memoria, aquí y allá, allá (en la infancia) y aquí ahora (en la otra infancia). ¿Qué quiere decir retener de memoria una forma absolutamente única? ¿Un afecto que no se desprende? En el deseo de esta “no-separación absoluta” respirás el origen de lo poético. Se trata de eso. Aprender de memoria otra vez. Una vez más. Para encontrar en el poema las palabras que hubiéramos querido recordar si escribiéramos poesía. Y también: las que hubiéramos querido olvidar un instante para recibir en otro, mucho más lejano tal vez, el pinchazo del corazón erizado de la vida.

Palabras leídas en el Cierre a las Jornadas Preparatorias
rumbo al 1º Certamen Regional de Declamadoras de Poesía.
Pringles, 13 de octubre de 2007.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayyyy, que bien me siento.
Que palabras las de Arturo Carrera -como todas las que lleva escritas y declamadas- que bueno que el joven rey Leon Ferrari sea reconocido como merece en la bienal de los gondolieri, que inolvidable mi abuelo jurandome a los gritos:

Volveran del amor a tus oidos/ las palabras ardientes a sonar/ tu corazon de su profundo sueño/tal vez despertara /Pero mudo, absorto, de rodillas/ como se adora a Dios ante su altar/ Desengañate: asi no te querran!

Si, querido Arturo: el corazon, la memoria y un mismo trayecto con distintas paradas.

Natalia Molina dijo...

Muchas gracias por poner las palabras de Arturo en las jornadas de Cnel. Pringles!.
Tenía en un cuaderno anotados fragmentos, y me encanta poder leerlas acá, ahora.
Pude ir el último día, lamentablemente.
Celebro la creación de espacios como el de Estación Pringles, que tiene la osadía de salir del ombligo de Bs. As. para compartir y generar actividades culturales en lugares chicos.
Me conmovió la marcha de declamadoras por las plazas, teatros, almacenes, etc. Una imagen muy bella, la de la poesía dicha por mujeres en las calles ante un público cercano, y otro ocasional.

Salud! y saludos!