jueves, 26 de agosto de 2010

Los daños materiales

Vinimos al campo para contabilizar los daños del invierno. Como el anterior había sido crudelísimo habíamos tomado algunas precauciones: inútiles. El jacarandá volvió a helarse por tercer año consecutivo aunque le habíamos armado un pequeño tenderete de pao-pao (el año que viene, o aguanta por sus propios medios o se secará, sin miramientos). Los papiros reales, que habían sido protegidos como el jacarandá, murieron de melancolía egipcia.
El césped, amarillo, agonizaba más por falta de agua que por el frío, así que me dediqué a regarlo copiosamente.
El sauce, a pesar de sus diez años ya cumplidos, volvió a perder sus hojas pero está brotando de nuevo con fuerza. Un cedro azul que nunca conseguí que "prendiera" bien del todo sigue tan raquítico como siempre (incomprensiblemente, porque es de climas fríos). La corona de novia, que casi habíamos perdido el invierno pasado, parece haber resistido bien a éste, pero no va a tener, todavía, muchas flores.
El verano pasado habíamos pintado el banco de madera del jardín, y las hamacas (verde inglés, naturalmente), pero ahora todo se ve como ruina centenaria.
Ahora hay que arreglar un techo (cuarenta por ciento anticipado para comprar los materiales) y, y, y....


8 comentarios:

Martin Villagarcia dijo...

Me vino esta imagen a la mente
http://www.thebansheesandothercreatures.co.uk/superstition8.jpg
Saludos!

Julia dijo...

¡"melancolía egipcia"! :-)
Triste aunque poética muerte.

Anónimo dijo...

qué lindo hamacas verde inglés.

¿y habemus soja? eso parece importarle a muchos en este país... y determinar posiciones políticas muy difíciles de digerir de no ser por la soja propia.
saludos, Lara

Anónimo dijo...

todo mal, dedicate a otra cosa!

fernandes dijo...

Venite al trópico que hay flores todo el año, no existe el invierno, el tiempo no pasa, todo se convierte en el Día de la Marmota y, finalmente, te limás.

Pero te entiendo. Además es delicioso quejarse de lo inevitable.

Julia dijo...

Ja, hermano-bro, me hiciste acordar a Rafaela Carrá! Pero invitando al norte en lugar de al sur..

Anónimo dijo...

En efecto, la tela "antihelada" y similares son un engancha-giles, no sirven de mucho. Es difícil hacer que prenda el jacarandá en lugares con invierno frío, habrá que pedirle la receta en una sesión espiritista a Sarmiento.
En cuanto a las plantas un poco tristes (el ramo de novia, por ejemplo), basta tirarle a los pies una cucharada sopera de Nitrofoska azul o algún otro fertilizante químico (a falta de compost, buenas son nuestras amigas).
El cedro, si se me perdona la palabra, es puto. Perdí uno y voy por el segundo intento. Según el viverista "si les gusta donde los ponés, prenden; si no, no".
Los sauces, por el contrario, son de fierro (calculo que tenés un eléctrico, si se quedó pelado).
El césped, por último, vuelve con el riego. Se puede ayudar con urea granulada, pero depende del caso. Suelen aconsejar en esta época "pinchar" todo el terreno con una de
esas azadas tipo pala, que tienen pinche tipo diablo. Lo he hecho y da buenos resultados.
En fin, cosas de la bostánica.

Alfredo dijo...

Un tanto proustiano eso de morir de una melancolía egipicia. Pero sería mi eleccióm simplemente por su belleza inexplicable. Ojo que también Baudelaire y Flaubert tuvieron mucha "actividad egipcia" que (¡o penicilina, tan lejana en el horizonte decimonónico!)los llevó a una muerte atroz. A veces (¿es acto de libertad?) elejimos nuestro veneno. Sorry que no tiene nada que ver con vegetal, pero no creas, eh....