sábado, 30 de julio de 2011

Estilos de derecha

por Daniel Link para Perfil

Los estilos no deberían evaluarse en el universo propiamente político, donde lo único que importa es del orden de la acción: los programas de gobierno que se patrocinan en las plataformas electorales y el modo en que se los sostiene (o se los olvida para siempre) una vez alcanzado, gracias a la confianza del electorado, el lugar de gestión (ejecutivo o legislativo).

Tal vez la misma noción de “estilo”, que en relación con el discurso designa una propiedad más de los enunciados (como el género y el tema), aplicado a la política no sea sino una noción de derecha, más ligada a una ilusoria “distinción” que a cualquier otra cosa.

Y sin embargo, cuanto más añoramos una política estilísticamente neutra, sobria, eficaz precisamente en su silencio, más se nos imponen las chillonerías insensatas como patrón privilegiado de la decisión política.

Por supuesto, los estilos (incluso los políticos) son artefactos culturales que se inscriben en un horizonte técnico.

Si la democracia volvió a nosotros como un teatro (y, en particular, una variedad trágica) y si, ayer nomás, se hablaba de la “tinellización de la política” para constatar la adopción por parte de la casta de gobernantes y aspirantes a serlo de los modos más vulgares y viles del discurso televisivo, hoy la ruina de la televisión (que es ya cosa del pasado, consumo sólo de los sectores menos favorecidos de las sociedades, que en nuestro país siguen siendo mayoría) obliga a los políticos a la adopción de nuevos formatos de comportamiento audiovisual, todavía más desasosegantes que los previos, porque parecen alcanzar un umbral de formalización que nunca fue pensado para la cosa pública (ni política, ni teatral, ni televisiva, ni cinematográfica): la celebración pequeñoburguesa de los esponsales y su registro.

Yo no censuro al macrismo por su “estilo”, sino por su estrechez de miras y la imaginación de pacotilla con la que tiende a administrar los bienes nuestros (de la ciudadanía, es decir: de todos). Pero tal vez el “estilo” macrista-delsellista sea correlativo de esa obsesión hacia el empequeñecimiento (bronce jamás; ahora youtube) del cual han dado muestras también otras fuerzas: un grupo de artistas, hace algunos días, envió su respaldo al candidato santafecino Agustín Rossi. Al hacerlo por la vía del registro videográfico, esa adherencia (discutible o no) puesta bajo el título "Sí, quiero", adoptó el formato y el estilo del video de casamiento en el cual los invitados a la boda dejan sus (mejores) deseos para los contrayentes.

Pocos días antes, un penoso Macri (como novio o padrino un poco tomado) bailaba bajo una lluvia de globos las canciones de Gilda que no faltan en la bandeja de ningún dj de salón de fiestas. Por un momento la ilusión fue tan perfecta que temimos la abominable secuencia de “carnaval carioca”, con cotillón incluido, y el ganador encabezando el trencito tarareando “pe-peee-pe-peee-pe-peee”.

Más triste aún que la sospecha de que todo estilo (incluido el peronista) tal vez sea de derecha es la constatación de que entre nosotros triunfa una derecha sin estilo (sin pasado, sin imaginación, y sin futuro).

3 comentarios:

edgardo dijo...

¿Es Mr Hyde la verdad del doctor Jeckyll? ¿O están ambos en una relación indestructible de mutua necesidad? ¿Farándula y política? ¿Susana y Fort / Cristina y Budú?

John Cage dijo...

Se viene la hegemonía SHHh

Puck dijo...

Brillante.

La (tu) escritura como máquina de guerra, siendo-para nos- como la Pantera Rosa: pintandonos el mundo de su (tu) color y que liiindo! y ¡amando como la avispa a la orquídea!
Nos queda eso.
Es mucho.

(shes! gracias a vos me compré Mil Mesetas.. Lo consegui a $150! pe-pepeeepepepe-pepé!)