sábado, 12 de noviembre de 2011

El triunfo de la voluntad

Por Daniel Link para Perfil

Hoy a las 17, Cristian Trincado organiza una performance musical. A las 19, Roberto Jacoby inaugura una muestra. Más tarde, desde la puesta de sol hasta el amanecer, habrá una lluvia de arañas en el Riachuelo, que se agrega a las ya legendarias intervenciones del Puente Transbordador de la Boca promovidas por Fundación Proa. Súmese a la lista alguna de las mil representaciones de las que (de un modo o de otro) interviene Rafael Spregelburd. Tan solo el listado de actividades en las que están involucrados amigos míos es extenuante.
El sábado pasado fue la vigésimo Marcha del Orgullo.... (inhalación profunda) Gay, Lésbico, Travesti, Transexual, ¡Bisexual!, Intersex, ¡¡Queer!! Un poco por eso, la actividad de los fines de semana de noviembre siempre se comprime porque sería imposible programar nada durante ese sábado en el que fatalmente no hay persona relacionada con el arte y la cultura que no esté pensando en qué ponerse para la Parade anual, sobre todo, a medida que se agregan categorías a la convocatoria (bastaría con agregar “hétero-curioso” para que directamente fuera un feriado nacional). Un famosísimo fotógrafo y curador me preguntó, todavía en Plaza Mayo, antes de que comenzara el desfile: “¿Qué es i y q?” (las letras que se agregaron este año).
Como ya he señalado muchas veces, la Marcha es un batibarullo de consignismo un poco hueco y fiesta popular (en lo que radica su encanto). La aparición de lo queer en esa serie (tan extemporánea y tan tardíamente) podría importar si nos pusiéramos teóricamente rigurosos, pero en relación con un acontecimiento que lo que quiere, en última instancia, como se dijo desde el escenario, es cambiar el estado de las cosas “para que reine el amor” (por un momento temí que se reclamara una Legislación del Amor Igualitario o algo semejante) no tendría demasiado sentido.
La marcha fue, como siempre, una contradicción andante, pero al menos este año recuperó su carácter no partidario, que parecía haber perdido en 2010, un poco por la algarabía matrimonialista que alcanzó hasta para que el Sr. Amado Boudou estuviera entonces en el escenario (graciadió, no cantó) y, al mismo tiempo, por la pena funeraria que atenazaba los corazones todos.
No me detengo en el análisis de las consignas de este año, porque no las escuché bien y cada vez es más amplio el registro que involucran (tan lejos ya de lo comunitario), pero sé que se reclamaron algunas leyes nuevas y la reformulación de otras, la más inminente de las cuales era la “Ley de Identidad de Género”, cuyo tratamiento parlamentario puede ser filosóficamente significativo o gracioso (“Toda persona mayor de 16 años” podrá solicitar la rectificación de los datos registrales que no coincidan “con su género autopercibido” y "en ningún caso será requisito acreditar intervención quirúrgica por reasignación genital total o parcial, ni acreditar terapias hormonales ni ningún tratamiento psicomédico").
Como dice Humpty-Dumpty, así como tenemos en el año 364 días de no-cumpleamos para recibir regalos, también tenemos esa misma cantidad de días para el debate teórico-político (quiero decir: teológico-político). Quedémonos, durante este único día, en el ámbito de lo festivo: “Dejen de etiquetar la carne”, reclamó uno de los organizadores, Diego Trerotola, responsable también del segmento de los abucheos que, no por previsible -la Iglesia, los medios fóbicos (ya no se trata sólo de homofobia), Macri, un juez, la provincia de Formosa- careció de encanto: muchos de los asistentes a la Marcha, después de los abuchear rabiosamente, se fueron a comer a La Continental, esperando el recital final de Leo García (confieso que me sumé al hambriento cortejo).
Entre los homenajeados del sábado pasado estaba el enorme poeta y performer Fernando Noy (“Ava Gaaaarner”, me dijo, como siempre, antes de que nos confundiéramos en un profundo abrazo que aprovechó, debo decirlo, para deslizar un flyer de su nuevo espectáculo en mi bolsillo).
Sí, todo fue mágico, como en las marchas anteriores a la de 2010 e incluso hubo nuevas carrozas, nuevos personajes, mucha más gente. Decidimos que la conejita con el vestido sucio (la Conejita Sucia) que colgaba de la parte trasera de un camión.... ¿de cumbia? era la ganadora de este año, muy por encima de la cordobesa de Gran Hermano, Emiliano, que se movía (tal vez mal pago) con incomodidad, liderando otro camión, entre unos gogo-dancers de madera (dos de ellos habían participado de mi fiesta de casamiento).

Las dos mejores drag-queens: Oxiura Mallman y Andy Mac. La mejor carroza, indiscutible y previsiblemente, la de Amerika.

2 comentarios:

bestia dijo...

cuando incluyan heterocuriosa o lumpen-sexual me sumo freneticamente

Anónimo dijo...

Transportes NESTOR es el sintagma perfecto para la foto