Por Diego Bentivegna para Espacio Murena
Guido Pasolini, el hermano menor de Pier Paolo, había nacido en 1925. A los dieciocho años se integra a las formaciones partisanas que luchan contra la ocupación alemana y contra las tropas de la República mussoliniana de Saló, con un ejemplar de Lorca o de Montale en la mochila. Participa a partir de entonces de varias acciones armadas en la región del Friuli, en el norte de la península, en los límites con Austria –como consecuencia del Anschluss, parte del Tercer Reich- y con el complejo y violento mundo balcánico. Fue fusilado en febrero de 1945, a pocas semanas del fin de la guerra, por miembros de la Brigada Garibaldi, formación partisana adscripta al Partido Comunista, en la localidad de Porzûs, a las puertas de Yugoslavia. Era la consecuencia violenta y traumática de las tensiones entre los grupos de la resistencia italiana, en la que confluían sectores comunistas, liberales, socialistas, monárquicos y católicos.
A la memoria de Guido está dedicado uno de los textos de Pasolini menos abordados por la crítica, sobre todo por la crítica en torno al autor que se produce fuera de Italia: El Canzoniere italiano publicado en 1955 en la editorial Guanda de Parma. “A mi hermano Guido –dice la dedicatoria, impresa en letras cursivas en la primera página del volumen-, caído en los montes de Venecia Julia, por una nueva vida para el pueblo italiano”.
Me propongo interrogar el Canzoniere a partir del presupuesto de que en el volumen se entrecruzan una serie de problemáticas que afectan no sólo a Pasolini y su relación compleja con las manifestaciones de la llamada cultura popular, preponderantemente oral y campesina, sino también algunas de las cuestiones que, de un modo u otro, se plantean en relación con la dinámica del arte –un concepto en el que habría que incluir por cierto la literatura- contemporánea: su relación con la tradición, su condición popular como una condición relativa, el problema de la autoría y de la transmisión, su relación con otras formas artísticas –en especial, aunque no solamente, con la música-, las implicancias políticas que supone pensar la literatura en términos de construcción nacional-popular, tal como había sido planteado por Antonio Gramsci en sus escritos de la cárcel y como había sido impulsado desde fines de la segunda guerra mundial, en el marco de la estética neorrealista.
(...)
Las tres gracias
-
Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 3 semanas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario