martes, 15 de abril de 2014

El más esperado regreso



1 comentario:

Anónimo dijo...

La Bejerman no es sexy, no tiene eso, a veces se tiene a veces no. Pues no lo tiene. Armó su alter ego Gaby Bex que representa la voluntad de zarparse de toda chica bien, pero sigue siendo la anterior, por eso no se zarpa. Es decir, hay un personaje imaginario que me gustaría ser, en mi fantasía lo soy y es perfecta, pero en la realidad siempre ese personaje que se pretende zarpado, erógeno al mango, es un residuo fantasmagórico de quien soy, una atildada poeta de biblioteca popular.
Así como la tele engorda 5 kilos, la realidad siempre corre 3 cambios abajo de la fantasía. Una versión merqueada de las poetas de los años 40, el influjo de la Storni. Algo así como las docentes de primaria grises y aburridas, o las maestras jardineras, que de pronto sienten que deben “ser ellas mismas” y cumplir sus fantasías puteras, y terminan en esos escandalosos videos caseros en portaligas y babydoll con el portero del colegio circulando viralmente por TN y la Gente y las echan etcétera. Es el Puterío Fail. Me recuerda a esas blanquitas porteñas en San Telmo metiéndose con muchas ganas, alcohol y merca encima pero una total falta de onda, de ritmo y de negrez en las batucadas de los negros, las blanquitas teta haciéndose las afro, fail! sorry, cultura y cuerpo son una sola cosa. El cuerpo no fantasea, solo es. Gaby es una chica podría haber sido una digna poeta de blusa beige pero se le cruzaron los 90, Belleza y Felicidad, el bizarrismo cool que es esencialmente falso, fake, impostado (simplemente porque no lo sos) y se vuelve una especie de pequebú trava de sí misma, algo muy conservador en realidad porque parte de una moral estereotipada para hacer transformismo hacia otra moral estereotipada y caricaturista. De un estereotipo a otro. Por esto no mueve el amperímetro, es un personaje de cartón, no es zarpada ni es sexy ni se jugó la vida en eso.
Si como dice Sontag la sensibilidad moderna (en realidad la yanqui) está hecha de la seriedad moral judía y la ironía homosexual, allá en Bex habría una mezcla improductiva de ambas donde ambas salen perdiendo, aunque como vemos en Bejerman hoy, siempre gana la moral, lo otro fue como un paseíto por un falso zarpe (porque del verdadero zarpe no hay regreso, amigos) En fin, era una chica buena aburrida de ser la gorda buena y se fue al carajo pero bueno, como dice Sartre, huir no sirve porque uno siempre se lleva consigo… Y para salirse de norma se encontró con lo noventa, fin. Creo que la mujer poeta argentina tiene espejos jodidos para reflejarse: Storni, la Bruja y la Pizarnik, las dos últimas ya sabemos… la Bruja tiene tantas variantes que serían incontables (Orozco, Thénon) faltan más. La trola es una categoría menor en ese baile, un doble de la maestra calenchu provinciana.