lunes, 22 de agosto de 2005

Recapitulación en veinte pasos

Aprovecho el domingo para ordenar un poco el relato porque de otro modo, impedido de contar como se debe, me veo obligado a colgar trivialidades o a callar, lo que es más grave.
Todo empezó con la desaparición, hace unos meses, de la hermana gemela del Chino, el bello integrante de la cuadrilla de Rubenes que, cuando descubrí el juego nocturno al que se entregaba con sus amigos, perdió la compostura y, entre sollozos, me contó todo (ayudado por sus jovencísimos amigos, deseosos de "sacarse el peso de encima"):
1. Su melliza, después de haber pasado con honores por el noviciado, vivía en el convento que linda con la Iglesia de San José (o Josef, como se lee en la fachada).
2. Él, que desde la primera infancia se había acostumbrado a usar la ropa de la niña, la visitaba regularmente (sólo ella lo entendía).
3. La monjita, a la que llamaremos China, desapareció del convento sin dejar rastros.
4. Desesperado, el Chino aprovechó la oportunidad que se le ofrecía (¡trabajar en frente mismo del escenario de su desdicha!) para vigilar las idas y venidas de las hermanas (ya nosotros habíamos observado que a determinadas horas del día se alborotan y corren por los patios del claustro).
5. Sus amigos, conmovidos, se ofrecieron a ayudarlo. Lo que llamaron "horas extras" fueron conversaciones cada vez más íntimas con las prostitutas dominicanas y brasileñas de las inmediaciones, en busca de datos fidedignos sobre la vida en las manzanas que demarcaron como "escena del crimen".
6. Preocupados por la finalización de los trabajos de albañilería en el Chez Freire (que ellos mismos comenzaron a sabotear para prolongar su estancia en el barrio), fraguaron la falsa caída que Rubén aprovechó para quedarse con parte de la torta turística de los Freire (lo que, para alegría de la banda de detectives aficionados, no hizo sino retrasar indefinidamente el final de la obra).
7. Convencido de que su hermana gemela había sido víctima de una red de prostitución ("era lindísima", asegura), el Chino decidió él mismo traquetear las calles aledañas en busca de alguna pista.
8. Sus amigos, una vez más conmovidos, se ofrecieron a acompañarlo en sus pesquisas.
¡Pero cómo! Nadie se dedica a la prostitución por solidaridad con el semejante (fue lo que yo dije).
9. Por supuesto. De paso hacían unos pesos que no les venían nada mal, porque Rubén, el jefe de todos ellos, no sólo robaba en los presupuestos que pasaba sino también en los jornales que a ellos les pagaba ("para comprar vino", "es un borracho", "le pega a la mujer").
Pero... ¡travestis! (fue lo que yo exclamé)
10. Ellos no son tontos. Sabían que por la contextura física que los caracteriza bien podían hacerse pasar por travestis, pero ellos "no entregaban". Al único a quien le gusta que se la pongan es al Chino. Ellos eran travestis activos, sólamente.
11. Como preveían, comenzaron a tener éxito nocturno al punto de desquiciar a las compañeras trabajadoras del sexo que antes los habían introducido en las delicias de la noche.
12. Lo siguiente fue establecer un centro de operaciones en el quinto piso del Chez Freire.
¿Y Rubén estaba al tanto de todo? (fue lo que yo pregunté, escandalizado)
13. De ninguna manera. A Rubén lo engatusaron y, viendo el deterioro progresivo de su relación con Anselmo, lo obligaron a borrarse del mapa para poder usufructuar a sus anchas lo que, si hubiera verdadera justicia, les habría correspondido a ellos, explotados desde el primer día, y no al atorrante de su jefe.
¿Pero por qué no hicieron la correspondiente denuncia de la desaparición? (mi intervención más desafortunada)
14. Porque ellos no son tarados. Saben que en el negocio de la prostitución y la droga están involucrados policías. ¿Qué sentido tenía avivar al enemigo de que estaban tras sus pasos?
15. Con las primeras ganancias de sus rondas nocturnas comenzaron a comprar muebles en mercadolibre.com y a perfeccionar sus vestuarios en las ferias americanas del barrio.
16. Como, pese a todas las astucias de las que querían hacer gala, son unos niños, y además de imprudentes parecen un poco incultos en las complejidades de la vida callejera, inmediatamente les organicé una reunión con la Lic. Gramajo (activista de renombre) para que tuvieran, al menos, asesoramiento sanitario.
17. Contentísimos, me pidieron que les guardara el secreto, cosa que hice hasta el viernes pasado, cuando Anselmo fue falsamente involucrado en una red internacional de pedofilia.
¿Creen los Rubenes que Rubén habrá tenido algo que ver en el asunto? (mi miedo)
19. "Por supuesto, es capaz de todo", "Es muy mala persona", "Tiene contactos", "Le pega a la mujer".
20. Mientras resolvemos todos los entuertos legales en los que estamos metidos, ellos quieren seguir trabajando en el Chez Freire. Arreglando, en primer término, los desaciertos constructivos de Rubén, y después en "la parte turística". Les gusta el proyecto y están dispuestos a poner el hombro (como yo no puedo evitar una sonrisa irónica me aclaran: "ojo, el hombro solamente"). Lo otro es cosa de ellos y prometen ser extremadamente discretos porque saben que no tenemos habilitación (¡ni la tendremos nunca!) para funcionar como nido de amor. Además, no piensan abandonar el barrio porque están dispuestos a toda costa a encontrar a la hermana gemela del Chino, y del quinto piso del Chez Freire, según protocolo notarial, no podemos echarlos. Desaprovechar sus servicios sería tonto de nuestra parte.
Bueno, ya veremos. Trataré de convencer a los Freire. (lo dije suspirando)...

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