martes, 31 de octubre de 2006

Alimento chatarra

En los últimos días S. me ha impedido usar la laptop tanto como hubiera necesitado para registrar mis últimos encuentros con la mafia rusa. Ocurrió que, harto ya de la televisión alemana y los precios prohibitivos de los cines berlineses, salió a buscar por los mercados y ferias de la ciudad películas de dvd para alimentar su hambre chatarrera. Por supuesto, encontró una enorme cantidad de oferta en ese registro para él tan indispensable (incluyendo los primeros capítulos de la serie V. Invasión extraterrestre que, por alguna razón que ignoro,cree que es muy importante en la historia de la televisión). El problema es que ahora tiene que trabajar en la laptop para tratar de eliminar del registro la marca de zona que nos impide reproducir dvds europeos. Como aquí las máquinas tienen una cierta conciencia (lo que nos hace pensar en el futuro en la forma en que lo planteaba Terminator), toda operación que implica violar una regla es rechazada por las máquinas inteligentes.
Hace un par de días, cuando cambió la hora en toda Europa, nos despertamos con la inquietante constatación de que la videocasetera, la computadora y otros adminículos domésticos que incluyen relojes, habían adelantado el horario de forma automática, como si supieran dónde están y lo que está pasando.
Tenemos, pues, dvds adquiridos a precios de risa, pero no podemos todavía verlos. Lo que es peor, no puedo contar con lujo de detalles lo que pasó la noche que fuimos a comer a Florian (en el 52 de la Grolmanstrasse, Savigny Platz) y nos topamos con los capitostes de la mafia rusa -trajes negros de Prada, anteojos de sol, ¡una noche de otoño!, un recibimiento principesco que incluyó el saludo de todas las demás mesas, y la compañía de unos gatos rusos muy compuestos (exagero: solo una de las chicas era un gato, la otra ya había escalado posiciones y de inmediato la reconocimos como una Michelle, por Michelle Pfeiffer en Casada con la mafia).
Lo cierto es que volvimos a recibir amenazas, y esta vez de una gravedad que nos impide conciliar el sueño por la noche.

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