domingo, 3 de diciembre de 2006

Diario de un televidente

Sin inspiración, energía disponible u otium, lo que se prefiera, es imposible llevar adelante una bitácora que, después de todo, como es una cosa íntima, no tendría por qué responder al deseo de los paquis (aunque habitualmente soy yo el primero en intentar satisfacer esos deseos). Diversas circunstancias me impidieron, en los últimos días, poner por escrito mis pareceres "etnográficos". En lo que a este blog se refiere, perdí parte de la plantilla de publicación en una de esas actualizaciones de los exploradores que siempre terminan resultando catastróficas para los usuarios desprevenidos. Creo que ya está arreglado.
Noches atrás estábamos, S. y yo, mirando esa serie, La Ley y el Orden, protagonizada por Chris Meloni (que veo cada tanto no por la corrección ideológica que orienta mi escritura sino por pura pasión sexual hacia su protagonista, lo que tal vez, ahora que lo pienso, no sea diferente). En el episodio, aparecían asesinados gays drogadictos y solteros que practicaban el sexo sin condón. La compleja investigación señalaba, finalmente, a una militanta gay cuyo hermano, también gay, habría muerto por haber tenido relaciones sexuales con aquéllos. Pese a los ofensivos argumentos de la defensa ("si ustedes vieran a Bin Laden cargando una bomba en la ciudad, y tuvieran un arma, ¿no lo matarían?"), el jurado consideró culpable a la militanta. Pero en la audiencia en la que iba a imponérsele la pena se presentó el padre de una de las víctimas para decir que su hijo, en realidad, había dejado de ser el que era meses atrás, y que si bien él no podía estar de acuerdo con lo que la militanta había hecho, lo comprendía. Reclamaba, pues, que no fueran duros con el vengador. Y así fue: le dieron sólo 15 años de cárcel.
De modo que, cuidado, gays solteros y consumidores de drogas recreativas: aunque el sexo bareback esté de moda en todo el mundo, la opinión pública estadounidense está lanzando una campaña según la cual no estaría taaaaan mal asesinar a quienes lo practiquen.
No sé por qué este post se llama "Diario de un televidente". En realidad debería incluirlo en "Capitalismo y esquizofrenia".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo, no fue exactamente así. Los asesinados eran sí, gays, solteros, drogadictos y tenían sexo sin condón. Pero SABIAN que estaban contagiados de una cepa especialmente resistente del virus del Sida, que causaba la muerte en pocos meses. Y aún así, tenían sexo sin condón y sin avisarles a sus ocasionales compañeros.
La sentencia salió por asesinato, pero es considerablemente reducida -como vos decís- después del testimonio del padre de uno de los asesinados, que dice que ya su hijo se había ido hace mucho tiempo (por las drogas). Pero al final también se insinúa por qué el padre tuvo esa actitud: se sentía culpable por no haber apoyado a su hijo cuando le dijo que era gay. Entonces, la conclusión tan unilateral como vos sugerís...

Anónimo dijo...

Daniel, fui demasiado grosero.
Me siento mal, perdón.

Anónimo dijo...

Pensé que hablábamos de la serie. Claro que en un plano abstracto, todos deberíamos tener sexo con condón, porque siempre es posible que uno esté infectado y no lo sepa porque hace mil años que no se hace el análisis. Pero, por alguna razón extraña, la mente humana no funciona así. Todos pensamos que vamos a zafar del sida, de la miseria, de la soledad, o de la locura. Pero un buen día uno descubre que no, que no ha zafado (y el sida no es la peor de esa lista). Y el problema es que se hace con eso, una vez que uno sabe: ¿uno tiene el deber o la obligación de resguardar a otro o que cada uno se salve como mejor pueda? La primera opción es muy cristiana, lo reconozco, pero ¿acaso la otra no es demasiado liberal? Y, en la serie, los argumentos, las posiciones de la defensa y la fiscalía eran esas.
El capítulo del lunes pasado estuvo mucho mejor.