sábado, 22 de diciembre de 2007

Atorrantes

Por Daniel Link, para Perfil

"Looos creadores: así se expresan looos creadores", era el lema de un viejo spot televisivo que no recuerdo ya qué administración intercalaba entre los programas de la televisión pública con poemas más o menos célebres (sus autores, sin duda, lo eran), leídos con emoción e ilustrados con fotografías.
En estos días que corren contra la corriente navideña, los creadores también se expresan, ¡Dios nos libre!, sobre el mundo del trabajo y la política. Sobre lo segundo, cualquiera puede decir lo que le plazca, siempre y cuando lo haga con un mínimo de inteligencia (no es el caso). Sobre lo primero, sin embargo, convendría recordar a looos creadores el viejo aforismo familiar, que ha ganado vigencia con los años: "¡Vayan a laburar, atorrantes!". De ese modo comprenderían un poco mejor las durísimas reglas del mundo del trabajo y no andarían haciendo circular cartas ridículas y estampando sus graciosos nombres en cuanta papeleta quejosa se les cruza en el camino.
Me explico, me repito: un pueblo sin cultura es un pueblo hundido, y como en las sociedades contemporáneas el pueblo es la base de la soberanía, un pueblo educado es la única vía para sostener el sistema político en su conjunto.
Una esfera cultural sin objetivos pedagógicos para el pueblo sólo puede pensarse a sí misma como el espectáculo vil e infamante al que pareciera que nos hemos ido acostumbrando en los últimos quince años.
La Secretaría de Cultura de la Nación llevó adelante, con resultados nada felices, una política de concursos públicos para los museos nacionales (el único expediente que consiguió atravesar las impugnaciones sindicales fue el publicitado concurso para el Museo Nacional de Bellas Artes). Amparados en ese ejemplo, los artistas rosarinos se movilizaron y consiguieron que los museos de Rosario renovaran sus cargos, también, por concurso público de antecedentes y oposición. Otro tanto están haciendo en estos días los bahienses mediante una carta que reclama "la aplicación de métodos democráticos que garanticen la idoneidad, capacidad de gestión y conocimiento del campo cultural de los designados, mediante concursos abiertos y públicos" (quienes acuerden con la iniciativa pueden escribir adhiriendo a museobahia@yahoo.com.ar).
En la Reina del Plata, sin embargo, a nadie se le ocurre reclamar lo mismo para todas las áreas en las que una política semejante nos ahorraría el espectáculo lamentable de la lucha por un carguito, unos pasajes, unos honorarios, una vidriera. Lo primero es sacar a la cultura del penoso sistema de clientelismo político que no hace sino hundir más lo ya hundido. Las instituciones culturales y educativas (escuelas, teatros, museos, bibliotecas, y también esas raras instituciones que son los festivales) deberían estar bajo la dirección de especialistas designadas por concursos públicos de antecedentes y oposición durante períodos que, necesariamente, sean distintos de los ciclos del calendario político (cinco años alcanza para medir la eficacia de un proyecto). Las autoridades salientes de la ciudad de Buenos Aires tuvieron tiempo y oportunidades para llevar adelante esa política, pero les debe de haber parecido poco elegante someter a looos creadores a papeleos y papelones. Ahora, todo el mundo se rasga las vestiduras en nombre de una ciudadanía (en el mejor de los casos), que contempla atónita o enfurecida lo que no ha sido pensado para el pueblo (como base de la soberanía, etc.), sino para el disfrute de los elegidos de turno, los que no quieren trabajar para el pueblo, sino expresarse.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

la verdad no entiendo lo que decís. vos también solamente te quejás. pero obvio, lo hacés con cierta "opacidad", porque quejarse así nomás no es "cool". aflojá con la tilinguería

mauro m. dijo...

Me gustó mucho lo de los últimos renglones.
Alguien tiene que hacerles admitir que no quieren hacer arte para la gente, sino para su cofradía de niños sensibles.

saludos

Anónimo dijo...

Anónimo, me tenés harta, sos muy cagón, pibe.
Si querés refutar a alguien hacelo con tu nombre y tus argumentos, tilingo opaco encapuchado.
Si nó, buscate un grupo de tareas.
Y escribí bien, si podés, porque no se te entiende.

Anónimo dijo...

teatro para la gente... Todo el teatro es para la gente... Y los niños sensibles, ¿no son los que escriben en los blogs en tardes de verano, en sus lofts pagados por sus papitos gerentes de Movistar? ¿O acaso en las villas y barrios relegados hacen blogs?

Anónimo dijo...

Aqui te envío esta joyita escrita por la Sarlo. Por favor, ponela en el blog, así podemos tirarle tomates a gusto. Y como es tu amiga, por favor, dale la pastilla roja antes de que se nos descompense. Ahora en serio. De donde sacó Beatriz (a) Isabel Sarli que "un director se cambia a causa del vacío provocado por su propia renuncia." Esta chica parece no haber aprobado instrucción cívica de IV año. ¿No sabe que es obligación de todos los funcionarios presentar la renuncia que puede ser rechazada o aceptada? La falta de coherencia de Sarli/o es patética. Y cae en la misma trampa que la chica esta Silvia, la que escribe desde Alemania. Pretende que seamos berlineses, y compara a Casabé con Baremboim (Mein Gott!) Y por otra parte, por qué no se acordó antes de reclamar por concursos y esas cosas, justas por supuesto, pero que no se hacen de un día para el otro y tampoco se le reclama a un gobierno que apenas tiene 20 días de funcionamiento. Si fueran valientes, decididos, se dedicarían a reclamar todas esas cosas, yendo a la Legislatura para presentar proyectos que permitan esos procedimientos, como los de los concursos. Pero no, se quedan en sus casas, siendo artistas o intelectuales, no mueven el culo de la silla, adhieren sin revisar la información a cuanta cosa les llega por email, y juegan al tiro al Macri como antes jugaban al Teg. Y no logran nada, solo quejarse de una realidad que no son capaces de modificar. Y eso es lo peor de todo. Sarli, Beatriz, cuando hacías películas y mostrabas las tetas eras más interesante que ahora.

CULTURA
LA POLEMICA RELACION DE MACRI CON LA CULTURA
Barrido y limpieza
La ensayista reflexiona sobre el reciente pase a disponibilidad de los responsables del Festival de Teatro y del Festival de Cine Independiente, Graciela Casabé y Fernando Martín Peña, por la actual gestión de Mauricio Macri. Según Sarlo, el error es considerar a los festivales áreas de gestión política en sentido restrictivo, ya que Berlín, remarca, no cambia la dirección de sus teatros de ópera cada vez que cambia el gobierno local, y Daniel Barenboim sigue dirigiendo la Staatsoper a través de elecciones de distinto resultado. Los riesgos de la privatización de lo público.
Por Beatriz Sarlo

Algunos artistas e intelectuales están viviendo un síndrome que antes se llamaba oportunismo, pero que ahora se denomina “ocupar espacios para que no los ocupe alguien peor”. Se aceptan nombramientos bajo condiciones en que, en otras circunstancias, hubiera sido simplemente normal tomarse por lo menos un tiempo para aceptarlos. Un poco por todas partes, se impone la idea de que alguien inteligente y, supuestamente, con buenos proyectos puede incorporarse a cualquier estructura en cualquier condición. Para no hacer responsable sólo a Mauricio Macri de este clima político, reconozcamos que no sucede sólo en la Ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, Macri ofrece generosamente ejemplos de reclutamiento sin principios (¿a quién se le ocurre escribir esta palabra desacreditada?) y de rápidas patinadas de un lugar a otro. El macrismo ya se ha ganado un nombre en materia de forzamientos, malos tratos y desconocimiento de la cuestión cultural. El ministro Hernán Lombardi, ex radical, ex ministro de De la Rúa, no dio signos de colocarse mucho mejor en el campo que le asignaron.
Lombardi no sólo despidió a Graciela Casabé, la directora del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires, sino que le exigió que desalojara sus oficinas en 48 horas. Casabé fue responsable de ese festival, de gran éxito, durante años que incluyeron cambios de gobierno. A ninguno le pareció que había que sacarla ni, mucho menos, con malos modos. Pero a Lombardi, sí. Rubén Szuchmacher sucederá a Casabé. La cuestión no pasa por la capacidad de Szuchmacher para dirigir ese festival. Es un director de teatro reconocido, gestiona un pequeño teatro también reconocido y seguramente tiene ideas interesantes para el festival. La cuestión pasa por otra parte.
Pero antes de ir a esa otra parte es necesario agregar una noticia reciente que, el viernes 21 de diciembre, salió extensamente publicada por el crítico Diego Batlle en el blog otroscines. Copio lo que informaba Batlle: “Luego de dirigir el festival durante tres ediciones, el crítico e investigador Fernando Martín Peña decidió poner fin a su gestión ante la falta de respaldo que percibió en las reuniones que mantuvo con los actuales responsables del área de festivales (los ex militantes sushi Viviana Cantoni y Alejandro ‘Conejo’ Gómez) y con Blas Martínez, asesor del ministro de Cultura macrista Hernán Lombardi. ‘Después de una reunión con Lombardi en la que no se avanzó demasiado en aspectos concretos, de muchas demoras en poner en marcha la estructura y estando yo en el Festival de La Habana, me ofrecieron vía mail seguir en el cargo, pero luego me encontré con que no iba a contar con las condiciones mínimas de independencia y autonomía que yo considero necesarias para dirigir y producir un festival y sin asegurarme tampoco una continuidad más allá de abril próximo’, indicó Peña. Hace algunos días, prácticamente toda la plana intermedia del Bafici ya había sido barrida por decisión de los nuevos funcionarios macristas, que pretenden armar todos los festivales de la Ciudad con una única estructura integrada por tropa propia”.
Veamos si es posible separarse un poco de la coyuntura y serenar la indignación que produce la mezcla de rusticidad, patoterismo y ambiciones que matan. La pregunta que debería hacerse es qué lugar ocupa en el organigrama de un gobierno los festivales de cine, los teatros y las salas públicas. Si se las considera áreas de gestión política en el sentido más estricto, es lógico que cada nuevo gobierno barra a los que estaban y ubique sus propios cuadros. Pero el error es considerarlas lisa y llanamente áreas de gestión política en sentido restrictivo. Berlín no cambia la dirección de sus teatros de ópera cada vez que cambia el color del gobierno de la ciudad, y Barenboim sigue dirigiendo la Staatsoper a través de elecciones de distinto resultado. Tampoco es usual en el mundo que se cambien los directores de los grandes hospitales públicos con cada nuevo ministro de Salud (y un hospital público es una máquina tan compleja como un gran teatro o un festival, o quizás más). No voy a mencionar el caso clásico de la BBC, cuyos directores son intocables.
En otras partes se considera, con razón, que esos niveles del organigrama de una ciudad, una provincia o un país deben tener políticas de mediano plazo y permanecer independientes de los calendarios electorales y de la comparsa de ambiciosos que rodea un nuevo gobierno. Cuando hablamos de privatización de lo público, hablamos de esto: los gobernantes piensan que son dueños de los lugares a los que llegan para servir y no para servirse de ellos, entregándolos como botín a quienes los apoyaron o a quienes, después de la victoria, se muestran dispuestos a convertirse en samurais del nuevo señor.
¿Esto quiere decir que nunca es posible cambiar al director de un gran hospital público, de un gran teatro, o de un festival de cine? Ciertamente no. Hay varias circunstancias que vuelven un cambio completamente legítimo.
Se puede cambiar un director cuando el gobernante explica con claridad que su proyecto para ese teatro, festival, hospital, etc., es diferente del que el director actual ha venido llevando a la práctica. El gobernante que gana las elecciones tiene derecho a tener proyectos diferentes. Pero, antes de cambiar a nadie, debe hacer explícitas sus diferencias con el director anterior, explicar por qué considera que ese director en funciones no está en condiciones de organizar el nuevo proyecto, o aclarar que se le ofreció gestionarlo pero que, por estar en desacuerdo, lo rechazó. O sea que un nuevo gobierno, por lo menos en teoría, tiene derecho a cambiar a todos los directores de teatro, hospitales o festivales (salvo en los cargos a los que se haya llegado por concurso), en la medida en que antes deje en claro que lo hace porque sus políticas requieren que esos teatros o festivales sean distintos. El gobierno de Macri, como queda claro en los testimonios de Peña y Casabé, no hizo nada de esto. Simplemente les dijo que se consiguieran una caja de cartón corrugado, pusieran adentro sus pertenencias y se fueran rapidito.
La otra circunstancia que, por supuesto, justifica cambios, es que el nuevo gobernante desee terminar con un festival o cambiarle el signo o la especialidad a un teatro, hospital o cualquier otro organismo. Deberá cumplir condiciones semejantes a las mencionadas más arriba: explicar claramente, antes de echar a los directores, cuáles son las razones políticas o culturales. Incluso una de esas razones puede ser la de presupuesto. Sería discutible, pero muy claro, que un gobernante dijera que no tiene dinero para la cultura o que no lo tiene para un hospital de tal especialidad, porque necesita reasignarlo a dispensarios, hospitales generales o escuelas. Podrá hacer esto, pero no con un presupuesto ya votado por la Legislatura (como pretende hacerlo Macri), sino en el próximo ejercicio.
Finalmente un director se cambia a causa del vacío provocado por su propia renuncia. Alguien no desea colaborar con un gobierno cuyas medidas políticas generales le generan problemas ideológicos o valorativos. Agrego este motivo, porque no creo que quien pueda llegar, por su formación académica, intelectual o cultural, a un lugar de tanta responsabilidad tenga derecho a pensarse a sí mismo como un empleado raso, ni concebir su tarea simplemente como un “trabajo”.
Ninguna de las circunstancias enumeradas, que avalarían un cambio, están presentes en lo sucedido en las primeras semanas del gobierno de Macri. Lo que sabemos es lo que cuentan los directores de los festivales de teatro (echada con grosería) y de cine (forzado a la renuncia por las condiciones impuestas).
El ministro Lombardi no ha hablado de estas cuestiones. Parece interesarle más hacer declaraciones sobre el “control de autenticidad” de los circuitos turísticos o sobre el fortalecimiento de los nexos entre turismo internacional y festivales locales, nebulosa fórmula que tiene más verosimilitud si se piensa en el festival de tango que si se piensa en el festival de cine (cuyas entradas se agotan con el público predominantemente local, cosa que sucede igualmente con el Internacional de Teatro).
Una pregunta que no puedo responder con los datos presentes: ¿son ávidos de poder, desconfiados o simplemente ignorantes?

Anónimo dijo...

hola, q tal, este mensaje es para mariana. Mariana, mi nombres es Eugenia, y esta es la segunda vez que dejo un mensaje en este blog. La primera vez fue arriba de todo, en el primer anónimo, el que vos criticás. Por lo que escribís, parece que ya me conocieras de otros mensajes. No soy yo a quien criticás. Disculpá si te ofendí, el mensaje era para linkillo. Daniel fue profesor mío en la universidad, y yo lo aprecio, aunq no siempre coincida con las cosas que escribe. Dejarle un mensaje por acá es mi forma de decirle que no me gusta lo que escribió. Supongo que si no quisiera los comentarios, lo escribiría en un libro, y no en un blog. En fin, no sé, por ahi pensás que a cierta gente solo se le puede decir "sisi, querido, tenés razón". Yo tampoco entiendo lo que escribís, vendría bien que vos también, si podés, escribas mejor. Saludos a todos, y feliz año.

Anónimo dijo...

Ahorrarás confusiones poniendo Eugenia en lugar de anónimo.
Se puede disentir con Link y hasta aborrecerlo, pero es exactamente en el momento de la refutación cuando se hace necesario firmar, es de gente de bien y es de gente valiente.
1) Tu comentario está escrito en lenguaje de chat, por eso no se entiende.
2) Si hay algo que no tiene D.L. es opacidad, linda.
3) Jamás le diría¨si, si, querido¨ pues no es mi marido, profesor ni ídolo pop.
4) No me interesan las cruzadas de la gente de la cultura y lo he expresado toda vez que las difunde: repasate el blog y lo verás.
Para mí la cultura no es una cuestión de Estado.
La educación, si.
Por ejemplo, si fueras más educada, no deberias decirle a tu profesor ¨aflojá con la tilinguería¨. Habrase visto! Como directora de la escuela quiero que sepas que estás amonestada, cuando no suspendida. El martes vení con tus padres, quiero hablar con ellos.
Por lo demás, hijita....Escribo tantísimo mejor que vos!
Si vas a seguir Letras, nunca pongas ¨vos tambien solamente te quejás¨. Ofelia Kovacci te pondrá un 1.

Anónimo dijo...

Festlindo, aplausos, otra vez. Me gustaria saber quién sos, si querés decimelo en privado.

Que Beatriz Sarlo se meta en una cuestión taaaan pelotuda como el asuntillo de los festivales, es verdaderamente denigrante.
El tema me importaba un pomo antes, me importa un pomo ahora, aunque me alegra la elección de Sergio (director de la más bella película que vi en los últimos años, no dejen de verla, es estremecedora) y Rubén, artista cuya currícula coincide con casabé en que los dos son bachilleres, nada mas.
Sergio y Rubén son capaces, apasionados y laburadores. Si ambos festivales se hubiesen suspendido por decisión política del alcalde, también me importaría un pomo. Y si los directores electos hubiesen sido Lafauci y Polino, tambien.
Parece que la intelectualidad argentina tiene una extraña devoción democrática, salvo cuando gana el que no querIan. Macri, Lombardi y quien fuere puede remover sus funcionarios; así suele ocurrir, Beatriz. Paciencia, negrita. O no querrás volver a gobiernos de facto, no?
Festilindo: te faltó publicar la carta de la FIPRESCI pidiendo que el BAFICI sea un ente autárquico. (!!!!) Una especie de Universidad de Bs.As, digamos, cogobernada, autárquica y autónoma. Con partidas públicas, claro, para ir a buscar documentales iraníes y material a Cannes y La Habana.

Son ATORRANTES, y de verdad desconocen las minimas leyes del mundo del trabajo. Y tambien son inmorales, flotando en su mundito palermitano, mientras nuestro país parece el Zaire.
Del demantelamiento del tren blanco no tenés nada que escribir, Beatriz?

Anónimo dijo...

Sergio Wolf y Ruben Szuchmacher no necesitan legitimarse ante Beatriz Sarlo. Son artistas y gestores culturales que han demostrado su honestidad y capacidad en ámbitos como la Universidad de Buenos aires.
Macri fue votado democráticamente y es de gente de bien reconocer las medidas bien tomadas. Salvo que uno sea un pobre tipo que
1) no desee el bien para su sociedad
2) opere para K
3) tenga la ingenuidad de pensar que trabajar en la administración macri es mas ruin que trabajar en la administracion de la rúa.
4) no comprenda que la ciudad es de la gente, no de macri. Se trabaja para la ciudad, no para él.

Beatriz Sarlo sería colaboracionista del grupo Clarin, entonces? Dolina es menos consecuente con su trayectoria por trabajar en Radio 10?
El cuerpo académico de la UBA es funcional al proyecto del abominable rector Hallú? El director del prestigiosísimo Hospital Fernandez no debería aceptar un cargo público?

Estamos todos locos, sra. Sarlo?

Deberíamos exilarnos todos en La Habana, organizar un éxodo jujeño bis para dejarle la ciudad a los rufianes?
Desde qué lugar se arroga Ud y el cenáculo a impedir que las gestiones se renueven, cuando la época exige RESISTENCIA y TRABAJO para torcer las presuntas malas intenciones de los gobernantes?
O vamos a seguir con la gilada de que Carlitos Balá era un operador de la dictadura?

Nadie abandonará sus puestos, cuando son merecidos y oportunos, señora.
Es menester poner de nosotros lo mejor, (alertas por supuesto ante cualquier desatino) y no gozar perversamente con la destrucción de nuestra sociedad.

Anónimo dijo...

mariana, yo a mi ex profesor le digo lo que se me canta porque soy tan persona como él. Además, no sé si alguna vez fuiste a alguna de sus clases, linda, pero él suele dirigirse a nosotros de esa manera. Es lo que lo acerca a nosotros, los que recién empezamos, que como somos jóvenes, "hablamos el lenguaje del chat". Disculpá si esto te ofende, esta también es una forma de hablar y de escribir, de comunicarse. No todos podemos escribir tan bien como vos (jajajaja). Puede que daniel, que es bastante más abierto que vos, lo entienda. Un beso.

Anónimo dijo...

Eugenia, ex anónima:

si tenés tanto código con tu profesor (pobre Link, pobre UBA) firmá tu comentario de las 5:28 y se divertirán juntos.
Escribir en lenguaje de chat no es de jóvenes, Eugenia, es de bobis: los jóvenes como yo, escribimos en correcto castellano.
Pero como ambas debemos rondar los 22, revisaré tu texto: entre pendejos nos entendemos, sobre todo si somos de Puán.
Lo intento de nuevo, a ver:

¨la verdad no entiendo lo que decís. vos también solamente te quejás. pero obvio, lo hacés con cierta ¨opacidad¨, porque quejarse así nomás no es ¨cool¨. aflojá con la tilinguería¨
anónimo 5:28 PM

Ahora sí, boluda! lo entendí perfecto toy feliz k pena k te ataké sorry toy yendo puan TQM,

Marian

Anónimo dijo...

Y por cierto no soy su alumna sino su profesora.
Buscó alguien joven porque quiere chatear con otros agricultores del país y el muy vejete no sabe usar el messenger ni los emoticones.
(Eso dice él, p pa mi, me kiere transar, xo yo toy transando con otro chico, se yama kevin)

Anónimo dijo...

che link, metele duro a la seccion politicas culturales, asi despues me kago de risa con las peleas de las conchis...! porfaaa!!!