jueves, 22 de febrero de 2007

Osvaldo y sus amigos

No es raro que Radar se haya negado a publicar la réplica de Federico Monjeau a los desatinos publicados por Guillermo Saccomanno a próposito de un aniversario de Osvaldo Soriano, su amigo tan querido. Anécdotas como las que cuenta Federico se multiplican y pintan bien un carácter y un modo de obrar en el campo de las letras. Lo cierto es que Osvaldo Soriano sostuvo en vida (y, aparentemente, más allá de la muerte) un rencor incomprensible para mí contra Beatriz Sarlo. Y digo incomprensible porque recuerdo una conferencia, en los albores de la democracia, en la que Sarlo hablaba de la narrativa escrita durante la dictadura y en la cual, naturalmente, incluyó a Osvaldo Soriano (el texto resultante fue publicado por la revista Nueva Sociedad de Caracas, si no me equivoco). No recuerdo dónde sucedía esa charla (en la que yo estuve presente) ni tampoco el título de la novela de Soriano que Sarlo analizaba (es ésa en la que un avión fumigador tira mierda sobre... ¿una comisaría? ¿un cuartel? Leí la novela hace mucho tiempo y mi avanzado estado de descomposición mental me impide mayores precisiones), pero recuerdo con total claridad que Sarlo la postulaba (y el episodio del avión fumigador en particular) como una de las alegorías más potentes sobre la dictadura. A Sarlo podía no gustarle la literatura de Osvaldo Soriano, con todo su derecho, pero en su carácter de profesora de literatura argentina, al menos en la época en que yo la recuerdo, no lo ignoraba (después, siempre fue para mí más importante tratar de entender por qué le gustaba Saer que su poca inclinación hacia Soriano).
Pero no es esto en lo que quería detenerme (cof, cof, enfermera: ¡la pastilla!), sino en el episodio que un comentador (tal vez tan viejo y tan gagá como yo) recuerda. Yo trabajaba en Ediciones de la Flor con Daniel Divinsky, quien almorzaba semanalmente, al comienzo de la democracia, con un grupo selecto de periodistas (la mayoría de ellos ex-exiliados) entre los cuales se contaba Osvaldo Soriano. Una tarde, llegó Daniel a la editorial después de uno de esos almuerzos y, entre divertido y escandalizado, me dijo que Soriano había reclamado mi prontuario. "¿Quién es?", insistió una y otra vez. Estaba disgustado conmigo, Soriano, porque yo había publicado una reseña desfavorable a la reedición de La vida entera de Martini en un suplemento que por entonces dirigía Martín Caparrós y para el cual yo colaboraba muy esporádicamente. Pedía, me dijo Divinsky, mi cabeza, sobre todo cuando le dijeron que yo trabajaba con Pezzoni en la Facultad de Filosofía y Letras (ese antro de deformación cultural). Como nadie podía servírsela, porque yo era un colaborador esporádico y nada más que eso en sus territorios soberanos, optó por pedir la cabeza de Caparrós, culpándolo, como editor, de la publicación de mi texto irresponsable (del que me arrepentí varias veces a lo largo de mi vida). Caparrós, para mi consternación, fue despedido del diario para el cual dirigía el suplemento literario.
Así obraba el querido Osvaldo, sembrando el terror y la desocupación entre quienes osaran decir algo diferente de lo que para él era lo verdadero. Sus novelas nunca me parecieron malas (al menos las que leí): son simpáticas, legibles y seguramente tuvieron un papel importante en la formación de la clase media (y no del "pueblo", como dicen algunos comentadores un poco flojos de emoción) como público lector durante la transición democrática. Que se pretenda ahora convertirlo en una víctima de las élites literarias es un poco como disfrazar al lobo de cordero: mala conciencia, y resentimiento.

Mme. Verdurin

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es, Soriano fue tan facho como aquellos fachos a los que criticó. Y este es un testimonio de verdad, porque son las cosas que se vivieron en los 80 y 90. A mí me preguntaton en Página por un libro del año que considerara sobrevaluado -yo comentaba libros por entonces, no existía Radar, esa copia asquerosa de Babelia- y en un franco desafío, porque estaba harta, mencioné el libro de cuentos de Jorge Lanata, por entonces directivo del diario junto con Soriano. Publicaron lo que dije, pero nunca más comenté un libro.
¿Y entonces? Sarlo, a quien hay muchas cosas para discutirse, entre otras que se haya armado esa autobiografóa a lo Isak Dinesen cuando en realidad en aquella época todos íbamos por América en carpa porque no teníamos un mango, tendrá mal gusto pero es valiente y arbitraria. Y eso, en todo caso, es mejor que tanta formulita crítica aplicada para calificar o descalificar según la conveniencia del momento.

malena dijo...

jajaja este puterío intelectual es de lo mas divertido... que él me dijo a mi, que yo me tome un cafe con él y me dijo esto, que él se quejó de la critica que hizo ella sobre la novela de aquel... y yo que me lo leo todo, para ver quien me convence, quien es mas groso o erudito sobre el difunto jajaja... ta, tenias razón... la literatura es puro chisme... por donde sea que se lo mire... sos tremendo...que cosa che!

Fabi dijo...

Me permito algunas digresiones para corregir el rumbo de algunas cosas que se dicen por ahí.
En primer lugar, mal por Beatriz Sarlo si postuló a No habrá más penas ni Olvido (así se llama "la del avión arrojando mierda") como "una de las alegorías mas potentes acerca de la dictadura" porque la novela habla de otra cosa y de otro momento histórico de nuestro país: Transcurre en un pueblo donde dos facciones del peronismo (una de derecha, otra de izquierda) dirimen el control de la Comuna tirándose con todo lo que tienen a mano (mierda incluida).
Dos: Soriano, al igual que Sarlo, era un gorila medular, con lo cual que no me extraña que se cagara en los derechos de sus compañeros laburantes.
Parafraseando al Daniel Link: -Papá ¿A quién se les dice Gorilas? -A la gente de clase media que odia a los negros más de lo normal.
Tercero: ¿Beatriz Sarlo valiente? se pueden argumentar otras cosas para defenderla ¿pero valiente? mmmm......

www.fabianpreciado.blogspot.com

Anónimo dijo...

la verdad que sí, hay mucho conventillo y cholulismo intelectaul.

Anónimo dijo...

¿Éstos son post para criticar la forma de ser de Osvaldo Soriano, su personalidad o cosa que se le parezca? Es una pregunta. Podrían hacerse (es una sugerencia) algunos post para criticar la forma de ser de Borges, por dar un fácil ejemplo. Sus ideas políticas, por ejemplo. Para qué cerrarse en Soriano, ¿no? (Por ejemplo, por ejemplo).

Anónimo dijo...

Parece que como siguiendo el desenmascaramiento del General como instigador y eminencia gris de la Triple AAA ahora puede empezarse a hablar de lo fachos que eran los montos. Yo me acuerdo de Paco Urondo llegando a la Facultad de Fil y Letras como decano camporista, con un revolver en el cinto, imponiendo "La R de mi V" como lectura y echando a Pezzoni por puto.

Anónimo dijo...

anónima/o: eso de Lanata directivo del diario junto a Soriano es una falsedad o una estupidez. Lanata era el director editorial, Soriano nunca tuvo ningún cargo y de esto, creo, Link puede dar tanta fe como cualquiera que haya tenido algo que ver con aquel medio, al margen del poder que efectivamente tuvo dentro la redacción aunque, si vamos a ser sinceros, se lo vio bastante poco y siempre de visita.

Daniel, eso del odio a Sarlo me parece también una tontería, un enfoque erróneo. no creo que Soriano tuviera nada particular en contra de Sarlo aunque ahora algunos de los que fueron sus amigos quieran convencer a todo el mundo de lo contrario (lo bueno de los muertos es que pueden llevar el estandarte que a uno se le ocurra). Sus problemas, en todo caso, fueron con la academia y con quienes establecían los parámetros críticos en su momento y no creo que fuera el único, ni que se trate de algo tan original, a cuatro de cada cinco escritores les sucede más o menos lo mismo. Recuerdo ahora una entrevista a Cortázar emitida por la televisión española en donde decía que a sus textos jamás los iban a aceptar en la academia, mucho no se equivocó y era Cortázar, en los primeros '80, es decir cuando a casa tomada ya se la enseñaba en los colegios secundarios.

Algo más y esto ya con respecto a lo que continúa: que Federico Monjeau comience diciendo que no pertenece al mundo de las letras ya invalida casi todo el resto. Pero además hay algo, a Saavedra no lo despidió Soriano, creo que está pésimamente informado y encima no entiendo bien a qué carajo viene ¿o Sarlo nunca despidió a nadie? Creo que en vez de aprovechar el tema para intentar un debate inteligente, todos (vos incluido) decidieron enterrarse en mierda y acá sí viene bárbaro la alegoría de no habrá más penas ni olvido (es imposible olvidar ese título Daniel, tu desmemoria no te la cree ni tu pareja).

Anónimo dijo...

Que esclarecedor resulta este texto. Ya contamos tres víctimas del "gordo bueno" Soriano: Feiling y Guillermo Saavedra (a quienes hizo echar de Página por hacerle críticas negativas) y ahora Caparrós.
Sin duda, el ambiente literario es una gran familia.

Perro Negro dijo...

Disculpen si ésto es demasiado vulgar para ustedes, pero Bukowsky que sería mal escritor (para mi no), pero era un gran certerista decía que alos escritores les encant oler sus propios soretes y los de su grupejo.

Linkillo: cosas mías dijo...

Anónimo/a de las 11:50: Es verdad, se trataba de No habrá más penas ni olvido y seguramente Sarlo se refirió a ella como alegoría de la década del setenta (es mi error, y no el de ella: ahí debe de estar el artículo con los datos correctos). Pero es cierto que me costaba recordar el título y es precisamente porque atribuía el dictum de la novela a la dictadura. No hubiera tenido sentido que me hiciera el que no recuerda porque su memoria se dedica a cosas más importantes.
En cuanto a lo que señala Federico Monjeau, puede ser una confusión (no es un recuerdo mío), pero habría que preguntarle a él.
Por lo demás, coincido en que muchas veces las posiciones que se adoptan en un debate terminan cancelando la posibilidad de discusión: pero es que se dice cada cosa...
Saludos

pd: El diario al que yo me refería no era Página/12.

Anónimo dijo...

Lo más gorila en la actualidad: Genovese. Con causa y efecto.

Anónimo dijo...

en www.eblog.com.ar el autor del blog le preguntó sobre esta historia a Martín Caparrós. Y el periodista-escritor responde, contundente.

Cesar dijo...

Me parece que toda esta polemica entre Sarlo y cia versus Bayer-Saccomano y cia sobre Soriano es completamente inutil. En ella no hay nada de literatura y mucho de prejuicios, dogmatismo e ideologia. Cada uno defendiendo su rancho sin analizar minimamente (salvo exepciones) lo que la Literatura de Soriano dejo o no dejo. Me parece algo muy tipico de nuestro ambito cultural (universidad, diarios, television, etc). Vivo en Italia y acà Soriano es un escritor admirado y respetado por todos, desde izquierda y desde centroderecha, sin prejuicios. Solo nosotros criticamos ferozmente lo que los otros nos admiran (tambien vale para Borges, para Puig, para Cortazar). Una ultima cosa: tambien sobre esta cuestion me gustaria leer una pequeña critica literaria de Daniel a la obra de Soriano, algo que vaya mas alla de las enigmaticas referencias a "La estelar nadadora del rio Parana".

Anónimo dijo...

Disculpe mis digresiones: 1. Lo que resulta más bochornoso es la falta de escritura en las discusiones "literarias". Ni Bayer, ni Sarlo, ni Sacconano tiene "escrituras", sólo algo que suena a otras voces. Salvo la peculiaridad de la pluma de Moreno le dio luz a tanto gris. 2. Ahora parece ser que el diario más oficial deviene en el justiciero. Pura policía intelectual. 3. Si lo que importa es el lectorado, por qué se rasgan las vestiduras? La academia no ha producido ningún discurso interesante que pueda leerse con fascinación, como la buena literatura. Ni Sarlo es Benjamin, ni Soriano era tan bueno. Está bien, cotilleo que le interesa a cuatro. 4. Pregunto, Link: ud. no dibujaba los rankings del año? 5. Por qué me dio por escribir? Porque no me gusta ni Soriano, ni Sarlo (y eso que los leí). 6. Y si parece menor escribir en Viva, me parece que la discusión está muerta. La poca visión de la intelectual académica le hizo ver como posibilidad a la Alianza. Vámonos de shoping, Betty!!!

Perro Negro dijo...

Bueno, parece que hay una cantidad de gente, dispuesta a declarar que Soriano no era buena persona, o era poco éstica.
Parece también que muchos estamos dispuestos a pensar eso de Sarlo.
Otros, por supuesto estamos dispuestos a pensar, que la gran mayoría, sinó todos, los intelectuales, escritores, periodistas, etc.. son gente poco ética. (El razonamiento es que si logaron hacerse conocidos en un sistema que premia la obsecuencia a algún poder...)
Ahora bién, sigo pensando que Bayer es esencialmente honesto y que si se equivocó, y tiene un recuerdo de Soriano que no se corresponde con lo que Soriano era, no se equivocó, ni tuvo un recuerdo erróneo para obtener ventaja alguna.
Pienso lo mismo de muchos otros periodistas y escritores y creo que actúan acorde con las ideas que sostienen.
Ocurre que por lo general no nos gustan las ideas que sostienen los demás, pero mezclamos las cosas.
Si no existieran tantos inconvenientes

y los recelos fueran menos frecuentes

si los que nos rodean nos com prendieran

y en el fondo del alma no se ofendieran"

Sanchez Ferlosio

Anónimo dijo...

Daniel, el comentario es un poco largo, fijate. Te mando un abrazo.

Vayamos un poco más lejos. Porque nos quedamos acá nomás, ad hominem, en si Soriano fue invitado, o no, a la Facultad de Letras, en si fue, o no, hostilizado por los alumnos, en si fue, o no, un canalla que se entretenía haciendo echar de los suplementos culturales a todo aquél que no hablara bien de sus novelas… Estirémonos. Por un lado, Saccomanno, Bayer, defendiendo a su amigo, al “gordo bueno”. Por el otro, los que no piensan como ellos. A Sarlo, de momento, pongámosla a un costado, en penitencia por elitista (o por codearse editorialmente con la modelo del Vaticano). Saccomanno dice más a o menos esto: el gordo era un gran escritor, la academia (Sarlo, porque para el cerebrito Saccomanno, Sarlo, es la academia; después se desdijo, es cierto, y habló de los “buenos” de Puán) es elitista, nunca lo tragó, nunca lo pusieron en sus programas de estudio, nunca le dieron la bola que se merecía. ¡Al gordo bueno! Tan luego a él… Ahora bien. Yo me pregunto: ¿no estaban en su derecho, Sarlo y sus adláteres, a no incluirlo a Soriano en su bibliografía? (Cosa que, según relatos, no fue así: Soriano fue leído, mal o bien, pero fue leído, llegó a figurar.) Pero, si el caso hubiera sido otro: Soriano “maldito”, totalmente ninguneado por el clubcito de Sarlo, afuera, no te leo, tomatelás, gordo, chau. Porque yo me pregunto: ¿por qué tenía que estar? ¿Por su cara de gordo bueno? ¿Por ser hincha del Ciclón? Los recortes de la academia, así como los de los suplementos culturales, de las revistas, de las editoriales, etc., son arbitrarios. Eso lo sabe cualquier boludo. Si lo que yo escribo no ingresa (en la academia, en Radar, en Ñ, Emecé, en Sudamericana, en donde sea), y bueno, será porque no encaja. No es muy difícil. No encaja en los marotes preclaros de los que elaboran esos mapas. ¿Los motivos de exclusión? 1) O no son mis amigos (y tampoco quieren serlo), 2) O nos les gusta lo que escribo, 3) O no son mis amigos y además no les gusta lo que escribo. No hay que darle más vueltas. Entonces, y acá voy a lo que quiero decir: ¿a qué querer estar? Si Soriano realmente consideraba que la academia era “un antro de deformación cultural”, por qué, entonces, quería entrar en ella “por la puerta grande”. ¿En qué quedamos, gordo? ¿La academia es, o no es, una mierda? No le alcanzó con vender miles de libros, con ser traducido a 104 idiomas, con poner cara de gordo bueno en la Feria del Libro, al tiempo que firmaba cientos y cientos de ejemplares, con recibir cartas almibaradas de sus incontables admiradoras y admiradores. Él quería más. Quería –al igual que Saccomanno, por más que Guillermo no lo admita (porque a esta altura es patente que su animadversión hacia Beatriz le impide ver el bosque)– la aprobación de los que cortan la torta del saber. Más que un antro de deformación cultural, la academia es una fábrica. Una fábrica en la que se elaboran, como pancitos, discursos y legitimaciones. Nada más. (Otra de esas fábricas, claro, es Fogwill, una suerte de pyme del padrinazgo, un auténtico vocero de jóvenes talentos, que, si bien son muy buenos, no son tan buenos como él.) Pero volvamos a Osvaldo. Lo que caracteriza los movimientos de gente como él –me refiero, por supuesto, al accionar dentro del circo literario–, es la avidez. Así, la academia (para ellos, Sarlo, Piglia y pará de contar, los demás no cuentan, no tienen voz, son losers de biblioteca) pasa a ser lo que la zanahoria para el burro. Su antiintelectualismo se desmorona ante la evidencia: la fascinación que ejerce en ellos el discurso letrado. Sería bueno, acá, traer a cuento esa aguafuerte de Arlt –escritor-talismán muy citado últimamente–, titulada “La inutilidad de los libros”. Ahí Arlt, además de decir que los libros no sirven para nada, habla de la vanidad de los escritores. Ni qué hablar.
Para terminar, dos palabras sobre Bayer. Al Hombre de Izquierda le molestó el ninguneo de Sarlo: “no me interesa lo que Bayer diga de mí”, dijo Beatriz (o algo así). Y ahí saltó el viejo, recaliente, se largó de puntín, con eso del general y los fusilamientos… Un verdadero papelón, y cuando la quiso arreglar en la “carta” siguiente, la embarró aún pior. Hombre grande… La esgrima de Moreno muy sutil, una lástima: merecía otros rivales.

Mariano Dupont