sábado, 7 de diciembre de 2013

Momento de peligro


Por Daniel Link para Perfil



Leo, en alguna parte, que la historia es histérica, lo que significa que para poder entenderla, hay que poder verla, y para verla, hay que estar fuera de ella, en relación de exterioridad (la histeria es lo que nos deja fuera del asunto).

He aquí una historia: Determinada fracción política accede al gobierno con un programa que pone el acento en la redistribución de la riqueza. Ese programa encuentra obstáculos en los sectores más conservadores de la sociedad, que fragua denuncias en su contra. El gobierno lucha para llevar adelante su programa con todos las armas a su alcance (los medios de comunicación, la Justicia, las cámaras parlamentarias, el Banco Central, el Instituto de Estadísticas y Censos, sus aliados locales e internacionales). Gana algunas batallas y pierde otras.

He aquí otra historia: Determinada facción política accede al gobierno con un plan de revancha política y enriquecimiento personal. Ese plan encuentra obstáculos en los sectores más intransigentes de la sociedad, que lo denuncia. El gobierno lucha para llevar adelante su plan con todas las armas a su alcance (los medios de comunicación …, sus cómplices locales e internacionales). Gana algunas batallas y pierde otras.

Entre esas dos historias hay una relación diagramática que asegura su identidad: es la misma historia, porque es el mismo dibujo, la misma secuencia de acontecimientos. Resulta, entonces, que el sentido de un texto (de la Historia) no reside en tal o cual de sus “interpretaciones”, sino en el conjunto diagramático de sus lecturas.

La diferencia entre una historia y otra reside en un acto posicional o de creencia. En la primera historia, la corrupción es un dato residual, necesario para sostener la cohesión del frente de combate. En la segunda historia, el programa de redistribución de la riqueza es un dato residual, necesario para sostener la libertad de acción política (mediante sucesivos triunfos electorales) que garantice la impunidad de la facción gobernante.

¿Qué habrá que creer? ¿Y cómo se fabricará la Historia de los últimos quince años? Naturalmente, habrá una sucesiva acumulación de evidencias documentales (estadísticas, cuadros comparativos, documentos reservados, declaraciones juradas, sentencias judiciales, etc...) que respaldarán una u otra versión.

De modo que la verosimilitud de tal o cual historia (no digo “su verdad”, sino su capacidad persuasiva) dependerá antes de los archivos, de los archivistas y de los analistas de archivo (lo que, tal vez, coincida con el rol más o menos clásico de los historiadores).

Mientras tanto, vivimos, con la pasión del caso, una historia que a veces se muestra con un semblante, y a veces con otro.

Por ejemplo, la presencia de un inexplicablemente afortunado en la primera línea de sucesión soberana, inclinaría la balanza de la verosimilitud hacia una historia protagonizada por la Maldad. En cambio, el progresivo ocultamiento de su persona a medida que el carácter inverosímil de su fortuna queda expuesto, incluso para la Justicia, que elige, en vez de disimular la exposición, proteger a los testigos que comienzan a acumularse en su contra, permitiría poner al Bien en el rol protagónico del caso.

La modificación de leyes para beneficio (actual o futuro) de quienes detentan el poder es, naturalmente, un argumento en favor de los suspicaces y los memoriosos (Leyes de “punto final”, etc...).

Una medida (racional o desesperada) que se tome para garantizar la estabilidad económica (o un monto determinado de reservas fiscales) es más bien neutra, lo que implica que será interpretada en relación con un sistema de creencias previo.

La elección de un “delfín” sucesorio puede entenderse como el gesto cínico de quien pretende garantizar su impunidad durante algunos años más, o como la apuesta a una transformación a largo plazo de las estructuras injustas de la sociedad. La persistencia de la miseria puede bien considerarse una distorsión de unas buenas intennciones o la demostración de que eran una impostura.

La realidad es suficientemente compleja como para exigir de nosotros una atención extenuante, para exigirnos, a cada momento. decisiones que no siempre estamos en condiciones de tomar, por falta de evidencias o de las convicciones necesarias.

5 comentarios:

Julia dijo...

Gracias, expresaste con elocuencia mi preocupación de hace tiempo. ¿Creés que esto pasa en todos lados o es otra marca argentina?

FedericoR dijo...

La conclusión sería: "preferiría no hacerlo"...

Anónimo dijo...

La historia,¿no es la historia de la lucha de clases?

Anónimo dijo...

Las dos visiones de la historia suponen que quien las ejecuta ha planeado lo que hace.

Hay mucha torpeza en las acciones del gobierno. Nunca vi a alguien completamente "malo" o a alguien completamente "bueno". Son personas, con su vanidades y todo lo demás. Corruptos, torpes y prepotentes, pero eso no les quita el factor Humano.

Creo que la revancha es contra un ex socio (Clarin). Y no creo que imaginen cuidarse las espaldas porque han robado, sino que así han visto que otros han actuado.


La historia no la escriben 2000 politicos durante un gobierno, la historia la escriben millones de ciudadanos que, por acción u omisión, somos cómplices.

Miles de esclavos podrían haber borrado de la historia a los faraones con sus propias manos. Y, sin embargo, dieron sus vidas por ellos.



Anónimo dijo...

Una historia : En una lejana provincia de la patagonia condenan a cadena perpetua a cuatro obreros petroleros después de un juicio en el que declaró un solo testigo que además dijo que había incriminado a uno solo de los acusados bajo torturas. Dos días antes, el gobierno nacional realizara un festival festejando 30 años de democracia mientras una asonada policial bañaba en sangre unas cuantas provincias.