Una amiga me reprocha mi entusiasmo olímpico (reproche completamente fuera de lugar, porque es un entusiasmo que me acompaña desde siempre y que seguramente se relaciona con mi sistemática formación atlética durante mi adolescencia) porque desmiente su apotegma de que a los intelectuales no les gustan los deportes.
Primero y principal: una cosa es el deporte (que, efectivamente, aborrezco) y otra cosa el atletismo. Lo que menos me interesa de Beijing 2008 o de Londres 2012 (para hablar sólo del futuro) son las competiciones, individuales o en equipo, pero sobre todo las segundas, en relación con las cuales no se puede argumentar sino teniendo en cuenta valores como la responsabilidad o pasiones como la culpa. El enfrentamiento con la materia (y no con el otro) es lo más noble, lo que todavía podemos reconocer como arte.
"¿O es que te gustan los atletas?", agrega mi amiga. Por supuesto, me encantan los atletas, esa belleza tan especializada que ostentan según las disciplinas. Los nadadores no me gustan nada, con esos cuerpos de delfines o de tiburones que tienen. Pero sí me gustan los gimnastas (que suelen ser pequeñitos pero muy bien proporcionados) y, sobre todo, los velocistas (¡jamás, jamás podrán quitarnos el placer de la cámara lenta en la llegada!).
Más allá de lo erótico, que no sé por qué debería estar ausente de la consideración de una celebración tan griega como los Juegos Olímpicos, reconozco que me gusta la idea de ascesis y de transformación que se deja leer en las disciplinas gimnásticas.
Además, se trata de un espectáculo televisivo que sólo tenemos oportunidad de disfrutar cada cuatro años.
Sí, me gustan los Juegos Olímpicos, casi tanto como detesto los Mundiales de fútbol, en los que predomina el más desagradable nacionalismo.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
3 comentarios:
Muy bueno lo que decis. Me identifico con tu idea. Hay algo erotico en los atletas. Como la pasion de su diciplina se traslada al cuerpo. Si quieres te inivto a que pases por mi blog y opines.
exitos
Emmnuel
“los narradores no me gustan nada con esos cuerpos de delfines" te había leído mal.
Qué imagen terrorífica, una delfín en mal estado físico.
Qe queres q t diga, a mi me calienta mas un macho futbolero, el sur groncho tira, viste...
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