martes, 18 de enero de 2005

Mini-biografías

Las circunstancias por las cuales la poesía encuentra y desarrolla "parecidos de familia" suele ser misteriosa y, a veces, injusta. En Curitiba, Brasil, se estrenó hace unos años el espectáculo teatral As Kamikazes sobre textos de poetas suicidas: Alejandra Pizarnik (sobredosis), Sylvia Plath (gas), Florbela Espanca (hoja de afeitar) y Ana Cristina Cesar (ventana). Una cierta fatalidad hace de estas poetas la carne de todas las identificaciones, lo que agrega una magia adicional, un plus de misterio paraliterario a los textos que dejaron como testimonio de su paso por el mundo.
Ana Cristina Cesar nació en Río de Janeiro el 2 de junio de 1952 y murió en la misma ciudad el 29 de octubre de 1983. Drummond de Andrade admiraba sus versos. Legiones de poetas jóvenes la tienen como objeto de culto, uno de esos relámpagos inimitables que sin embargo incitan a la copia vergonzante.
En 1976 Heloísa Buarque de Hollanda la incluye en la antología 26 Poetas hoje. En 1979 publica Cenas de Abril y Correspondência completa y, al año siguiente Luvas de pelica (Guantes de gamuza, el título elegido por su traductora, Teresa Arijón, para la antología en español que publicó Bajo la Luna Nueva). Desarrolla una exitosísima carrera como periodista cultural, traductora e investigadora. En 1981 la Red Globo de Televisión la contrata para su Departamento de Análisis e Investigación. En 1982 publica su último libro, A teus pés. En 1985 sus padres publican Inéditos e dispersos.
Lo que suele destacarse de su poesía es un "nuevo estilo", la capacidad para hacer pasar por el poema un mundo entero, la cita irónica de los ritmos de la cultura carioca, la ansiedad de sus versos, la precisión filosa de cada palabra, la manera extraña en que correlaciona el texto con el cuerpo: "Mientras leo mis senos están al descubierto. Es difícil concentrarme al ver sus pezones. Entonces garrapateo las hojas de este álbum. Poética quebrada al medio".

D. L.


Samba canción

Tantos poemas que perdí.

Tantos que escuché, gratis,

por teléfono -ahí tenés,

hice de todo para gustarte,

fui mujer vulgar,

medio bruja, medio fiera,

risita modernista

arañada en la garganta,

malandra, puto,

muy zafada, vándala,

tal vez maquiavélica,

y un día me empaqué,

me valí de mesuras

(era una estrategia),

comercié, avara,

aunque un poco burra,

porque inteligente después me

pondría colorada, o al contrario, cara

pálida que desconoce

el propio color rosa,

y tantas haice, tal vez

queriendo la gloria, la otra

escena a la luz de los spots,

tal vez apenas tu cariño,

pero tantas, tantas hice...

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