martes, 11 de enero de 2005

Elige tu propia vedette

La otra noche, en los estertores de una fiesta, mirábamos un libro de fotografías de Susana Giménez, donde se veía claramente el estrago que los accidentes geológicos producen en las caras y en los cuerpos. Hacia fines de la década del sesenta, Susana Giménez era bellísima. Hoy sólo puede serlo en el sentido en que lo son las pirámides de Egipto o de la península de Yucatán. De una estrella pasamos a otra y llegamos a Moria Casán, a quien (estoy casi seguro) debo haber dedicado en mis 14 años más de un fervor masturbatorio. Hoy, por culpa de Piro (una vez más me dejo llevar por su pasión cartonera), leo la entrevista que le hace Clarín: "El Fondo... no es una revista, es un show musical que propone una vuelta de tuerca. No es más de lo mismo", definió Moria. "Tiene sabor a revista, pero con un dinamismo televisivo", agregó Nito. Adolfo Stray, Olinda Bozán, Marrone, Pelele, Barbieri, Dringue, Verdaguer, Olmedo, Tato Bores, Zucker, Scazziota, "glorias", definió Moria a los grandes con los que trabajó y "a los que quiero hacer un homenaje en esta nota".
El sábado a la noche, precisamente, después de mucho revolver en mi cabeza intoxicada, conseguí recordar el nombre de la vedette que se inició al mismo tiempo que Moria (yo las veía juntas en el número final de la revista de Marrone, que pasaban por... ¿canal 9?). ¿Qué fue de Norma Sebré, la rubia que no pudo competir con la belleza (también memorable) de la joven Moria Casán? Veo que hizo películas, pero en el 75 desapareció del mundillo local del espectáculo.
¿Fue devorada por la máquina televisiva o consiguió casarse con un millonario que le exigió el retiro? ¿Habrá sido, también ella, víctima del autoritarismo? ¿Y por qué nunca volvió a la escena o a los sets? Si estas preguntas son inquietantes, mucho más lo son (para mí) el modo en que la joven Moria y Norma quedaron, como pentimentos, dibujadas en algún pliegue atroz de mi memoria.

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