jueves, 21 de junio de 2007

Escenas

Así como la "literatura mala" se opone a la "literatura de verdad" (dejando de lado el gusto, por supuesto, para lo cual habría que considerar variables sociológicas), podría pensarse que el "teatro malo" se opone al "teatro de verdad". Pero hay un hiato, una discontinuidad entre la necesidad de la literatura y la necesidad del teatro. La "literatura de verdad" (el arte de verdad) se caracteriza por su necesariedad para comprender la historia de la literatura, la obra de un autor, (a veces) el presente.
Pensado a partir de su necesariedad, el teatro alcanza un nivel de generalidad muy grande, porque
"lo teatral" se vuelve una categoría necesaria para explicarlo todo: la política como teatro, la vida cotidiana como teatro. A diferencia de la novela, la poesía y la música (a los que incluye), cuya necesidad se nos aparece en un registro más o menos separado del mundo (aunque estrictamente no sea así), el teatro, porque encarna el texto, se vuelve necesario en el registro de la cultura.
No podemos pensar "la vida" sino a partir de la unidad teatral por excelencia: la escena: vivimos haciendo escenas y nuestras relaciones responden a un modelo de escenificación teatral.
Esa relación inmediata del teatro con la vida cotidiana vuelve complicada la definición de la forma teatral, porque se nos aparece como un artificio muy natural: el diálogo y la pose. Nos cuesta reconocer la teatralidad de una forma (o lo formal en los dispositivos teatrales) por esa ilusión de "naturalidad" (que no es, necesariamente, naturalismo teatral). Ni en las tragedias clásicas, ni en el drama isabelino, ni en las comedias de Lope de Vega (por citar tres momentos de gran significación social del teatro) sucedía eso, porque las épocas eran conscientes del peligro que implicaba la anulación de la distancia entre la forma teatral y la conversación social: los monstruos del inframundo andarían, en ese caso, sueltos por la vida. El "teatro malo" (el bodriovil) piensa lo viviente (y no lo dramático), y en eso reside su interés.

(anterior)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Francamente, el problema son estos textos, porque el diario del dramaturgo es, de lejos, más interesante que la obra del dramaturgo. Yo fui a verla con muchas expectativas (por lo que había leído en el blog), y salí un poco desilusionado... Todo bien, no es que no me gustó, pero esperaba algo más.

Anónimo dijo...

Asimilar la teatralidad de la vida cotidiana con la teatralidad propia del teatro es una abstracción tremenda. El teatro tiene su lenguaje propio, es un lenguaje. Seguir considerando un hecho teatral como una representación o una encarnación de un texto es pasar por alto casi todo el siglo XX y sus planteos sobre el tema en cuestión. Que al público masivo (argentino) le siga pareciendo aceptable la fórmula texto-centrista no implica, de ninguna manera, que esa fórmula no haya expirado, lo ha hecho, hace ya DEMASIADO tiempo. Pero usted, señor dramaturgo, no se preocupe que no está solo, hay cientos de escritores que no se esfuerzan por comprender que (en este momento de la historia, hoy, 2007) un texto teatral es una cosa y un hecho teatral es otra. Pero yo no soy nadie como para incitarlo a que lo comprenda. Haga lo que a usted le parezca "bueno".

Anónimo dijo...

Qué peligro ¿no? Digo, las aseveraciones...

No hay hechos de cultura que sean autónomos. Plantear ese tipo de autonomía es ideología pura.

Y Anónimo es contradictorio porque, sosteniendo la hipótesis autónoma, correlacionó el diario del dramaturgo con el hecho teatral.

Después, no creo que merezca más mención un comentario anónimo (sin condiciones) que se atreve a postular nociones como "el publico masivo (argentino)".

(why can't weee be frieeends)

Anónimo dijo...

Ferko, deja de ser tan chupamedias... Queda horrible.

Anónimo dijo...

Es un comentario en un blog, no podés pretender que me explaye demasiado en mis "nociones atrevidas". Tampoco tengo ganas de discutir con alguien que, para argumentar, utiliza ataques personales (sí, ya sé que es una contradicción decir que no me parece correcto eso y hacer eso que no me parece correcto al afirmar que no me parece correcto).

En fin, lo de chupamedias no fui yo :s.

Para adelante señor Linkillo, no se sugestione por las opiniones de la "gente de teatro", siempre tendrán razones para criticar a la que no lo es.

F. dijo...

Es que tengo un fetiche...

medias, deliciosas medias.

Por cierto, soy dramaturgo, también, si se quiere, formado en la investigación, la academia y la falta de apoyo institucional. Me han dicho, café o té de por medio, las mismas cosas que Anónimo 1 escribió acá. Lamentablemente, me interesa el debate, por sobre cualquier mandato ad hominem de abstenerme so pena de quedar horrible.

Y hablar de un comentario no es hablar de una persona.

Adieu

malena rey dijo...

mirá que el Sebastiano de Maracaibo es bastante trucho, está hecho en yeso barato en blanco fluorescente. toda la plaza está llena de adornos estilizados pero berretas, cosa que desestiman la fuerza de los santos. La iglesia es más despampanante, eso sí.