sábado, 2 de febrero de 2008

¡Agarrame porque los mato!

... el miércoles 21, dos inspectores llegaron a verificar que el local del Club de Osos estuviera… cerrado. Los Osos mostraron la habilitación en regla. Los inspectores dijeron que estaba bien –según me contaría luego María Rachid, presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (LGBT), a la que el Club de Osos está adherido–, pero advirtieron que en el baño no había expendedor de preservativos con monedas.
La observación no podía haber sorprendido más a los Osos, que replicaron lo obvio: en distintos puntos del local, canastos enteros son mantenidos siempre llenos de preservativos gratis, que el Gobierno nacional entrega a los Osos como partícipes activos de la campaña contra el sida. Los inspectores, sin embargo, insistieron en que debían venderse, no regalarse.
(Nota para el lector: si el planteo parece absurdo, recuerdo que, algún tiempo antes, otra partida similar se presentó con el mismo reclamo en Casa Brandon ¡que es un bar de lesbianas!)...

La nota completa de Graciela Mochkofsky para Perfil, acá.

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